Una candidatura digna de apoyo
PESE A la difundida opini¨®n de que el horno no est¨¢ para demasiados bollos, la cena de homenaje, el martes pasado en Madrid, a los ex oficiales de la Uni¨®n Militar Democr¨¢tica y a los jueces, magistrados y fiscales de Justicia Democr¨¢tica merece un comentario y da motivo para algunas reflexiones.Cualquier observador de la situaci¨®n espa?ola que no conozca con detalle las peculiaridades del proceso de transici¨®n puede sentir alg¨²n asombro ante la desenvoltura con que hombres y grupos que ejercieron el poder bajo el anterior r¨¦gimen y contin¨²an ocup¨¢ndolo en el presente manejan la fraseolog¨ªa constitucional y se acogen a los principios de legitimaci¨®n democr¨¢tica. Pero todav¨ªa m¨¢s notable es contemplar c¨®mo estos veteranos represores de las libertades contin¨²an hostigando y persiguiendo en el nuevo marco pol¨ªtico por ellos aceptado, pese a sus opiniones anteriores, a gentes que en el pasado combatieron la dictadura en nombre del pluralismo y en favor del establecimienlo del r¨¦gimen parlamentario que ha terminado por. imponerse en nuestro pa¨ªs.
La situaci¨®n de los ex oficiales de la UMD, expulsados del Ej¨¦rcito como consecuencia de las elevadas penas a que fueron condenados por sus actividades bajo el anterior sistema, es algo del todo incomprensible. Expresamente marginados de la amnist¨ªa general votada por el Congreso en octubre de 1977, y rechazada hace pocas semanas en la C¨¢mara baja una enmienda a la reforma del C¨®digo de Justicia Militar que les abr¨ªa las puertas de reingreso en el Ej¨¦rcito, la iniciativa de una, abrumadora mayor¨ªa de diputados, incluido el grupo parlamentario centrista, para posibilitar su reincorporaci¨®n a las Fuerzas Armadas ha desatado una marejada de reticencias, cr¨ªticas y veladas amenazas.
?C¨®mo justificar, sin embargo, la p¨¦rdida de los derechos adquiridos y de la carrera profesional de unos hombres cuyo principal delito fue anticiparse a los principios y a las ideas que animan la Constituci¨®n vigente y constituyen el soporte de la Monarqu¨ªa parlamentaria? Si la proposici¨®n para la rebeli¨®n y la conspiraci¨®n para dar un golpe de mano dirigido a secuestrar al presidente del Gobierno constitucional, elegido por sufragio universal y nombrado por el Rey, es castigada con una pena m¨ªnima que no lleva aparejada la separaci¨®n del Ej¨¦rcito, qu¨¦ razones jur¨ªdicas, pol¨ªticas, castrenses o patri¨®ticas pueden esgrimirse para impedir que unos hombres honorables, que no conspiraron para derribar ning¨²n Gobierno y que s¨®lo trataron de difundir conceptos y, valores hoy inscritos en esa misma Constituci¨®n de la que las Fuerzas Armad¨¢s son garantes, vuelvan al servicio activo?
El reingreso de los ex oficiales pertenecientes a la disuelta Uni¨®n Militar Democr¨¢tica, cuya existencia dej¨® de tener sentido en el momento mismo en que el pueblo espa?ol recuper¨® sus libertades y fue instaurada la Monarqu¨ªa parlamentaria, constituye no s¨®lo una inexcusable devoluci¨®n de sus derechos adquiridos a los interesados, sino tambi¨¦n un simb¨®lico gesto de reconocimiento y de justicia hacia quienes arriesgaron sus carreras y su libertad por ser consecuentes con sus principios. Principios, por lo dem¨¢s, que coinciden milim¨¦tricamente, pese a quien pese, con los que informan el edificio entero del orden constitucional hoy vigente, aprobado en su d¨ªa mayoritariamente por el pueblo espa?ol en refer¨¦ndum y sancionado por el Rey, a quien corresponde el mando supremo de las Fuerzas Armadas.
Algo parec¨ªdo podr¨ªa decirse respecto a Justicia Democr¨¢tica, un grupo ya disuelto, como la propia UMD, que reuni¨®, y de alguna manera sigue reuniendo, a un n¨²mero de jueces y fiscales de este pa¨ªs convencidos de la inviabilidad de una democracia aut¨¦ntica si la Administraci¨®n de justicia no respond¨ªa a los intereses de la libertad y los derechos h umanos antes que a las man¨ªas -incluso si eran man¨ªas sangrientas- de la dictadura. La actividad de los componentes de Justicia Democr¨¢tica resulta hoy un ejemplo digno de atenci¨®n, cuando la esclerosis de algunos sectores de la Administraci¨®n de justicia se muestra c¨®mplice de situaciones que atentan contra derechos reconocidos en la propia Constituci¨®n.
Por eso, la iniciativa de la Asociaci¨®n Espa?ola Pro Derechos Humanos de presentar la candidatura de ambas agrupaciones -ya en realidad inexistentes-, UMD y JD, al Premio de los Derechos Humanos que ha de conceder el Consejo de Europa merece todo el apoyo de los dem¨®cratas de este pa¨ªs -sea cual fuere su credo o posici¨®n pol¨ªtica-, que entienden que, por encima de bander¨ªas y partidos, la democracia responde a una concepci¨®n humanista y vital de la convivencia por la que los militares de la UMD y los jueces y fiscales de JD lucharon y siguen luchando valientemente.
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