Un museo ins¨®lito: Los Beatles, en Leningrado
Cuando los Beatles surgieron para gozo de millones de j¨®venes, no era s¨®lo en Espa?a donde el buen sentido levant¨® en su contra grandes voces airadas. All¨¢ por los pa¨ªses del Este se met¨ªa a esta gentuza enmelenada en el mismo saco que a Freud o las computadoras: una muestra de la decadencia burguesa.
Y sin embargo siempre hay quien lleva la contraria a lo sanamente opinable. Un tal Nikolai Vassine, de 34 a?os, mantiene un museo de los Beatles nada menos que en Leningrado. La verdad es que no ha tenido mucho apoyo oficial y en ninguna gu¨ªa oficial va a poder encontrarse el turista ol¨ªmpico con la direcci¨®n del museo, situado en un apartamento de un bloque comunitario en las afueras de la ciudad.La historia comenz¨® en 1964, cuando el bueno de Kolia escuch¨® por primera vez a los Beatles (no se sabe gracias a qu¨¦ mecanismo clandestino). El hombre qued¨® altamente impresionado y cinco a?os m¨¢s tarde comenz¨® una colecci¨®n algo fetichista de los que, ya para siempre, iban a ser sus ¨ªdolos. A lo largo de este tiempo, Vassine ha logrado reunir unas 10.000 fotograf¨ªas del conjunto, as¨ª como noventa discos de todo tipo, lo que no es poco teniendo en cuenta las dificultades ambientales. Pero el museo (forrado por todas partes de posters en los que figuran los h¨¦roes) no s¨®lo es un lugar de estudio y curiosidad, sino tambi¨¦n de culto. As¨ª, cada uno de los Beatles posee su propio altar, mientras que John Lennon, m¨¢s favorecido por el ¨ªmpetu eslavo (y a pesar de sus simpat¨ªas por el trotskismo), posee una estatua tama?o natural, as¨ª como una reproducci¨®n exacta de su primera guitarra.
Nikolai mantiene adem¨¢s un fichero actualizad¨ªsimo de las andanzas de cada uno de los Beatles, tanto de la ¨¦poca en que cobraban juntos como de sus actividades por separado. En todo caso, las piezas del museo no pasan de mostrar el voluntarismo de un joven ruso, pero est¨¢n llenas de ternura. As¨ª, Kolia muestra como su pieza m¨¢s valiosa un disco firmado por John Lennon y dedicado a ¨¦l. De aqu¨ª su pasi¨®n agradecida, que le lleva a manifestar que John es s¨®lo comparable a Dostoievsky, Beethoven y Picasso.
Once pesetas la entrada
La entrada no es gratuita, pero nadie va a arruinarse por pagar diez kopecks (unas once pesetas) por entrar en el santuario. Adem¨¢s, si pone tres kopecks m¨¢s (unas cuatro pesetas) puede tomarse un t¨ªpico t¨¦ ingl¨¦s acompa?ado de pastas de la casa.Y si alguien cae por Leningrado el 9 de octubre tendr¨¢ la ocasi¨®n de asistir al concierto-aniversario de John Lennon que Kolia prepara todos los a?os con los grupos marginales de la ciudad. Al mejor se le regala una efigie de John en medalla de bronce. Claro que tambi¨¦n puede encontrarse uno con que el concierto no se celebra, o que es interrumpido bruscamente por la polic¨ªa, o cualquier otro accidente de este tipo.
En todo caso, la historia de este beatlemaniaco eslavo tambi¨¦n es la de una frustraci¨®n. Durante los a?os de la guerra fr¨ªa el rock estaba lisa y llanamente prohibido, como producto americano que era. Luego, andando el tiempo, la cuesti¨®n dej¨® de ser tan pol¨ªtica para convertirse en directamente ideol¨®gica. Hace un par de a?os, alg¨²n grupo checoslovaco, como Plastic People of the Universe, fue acusado de subversivo, hecho este que se reprodujo casi id¨¦nticamente en Polonia. Mientras, a grupos h¨²ngaros como Omega, que no protestaban y s¨®lo hac¨ªan rock sinf¨®nico, se les permit¨ªa tocar en vista de que ingresaban divisas. Otro tanto ocurre ahora con Neoton, otro grupo h¨²ngaro discotequero hecho a imagen y semejanza de Abba. Por otra parte, hace un tiempo Bill Graham intent¨® montar unos conciertos de rock en la plaza Roja o donde fuera (Santana incluido), pero surgieron tal cantidades de problemas diplom¨¢t¨ªcos que prefirieron dejarlo. Est¨¢ visto que la m¨²sica en el Este no pasa en sus importaciones de los Michels, Raphaeles o Boney M. Claro que en otros lados lo tienen peor: en Albania, sin ir m¨¢s lejos, te cortan el pelo. Igualito que ocurr¨ªa aqu¨ª, s¨®lo que quince a?os despu¨¦s.
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