Graham Greene: "Detesto todos los dogmas"
Termin¨® su visita a Madrid con un coloquio p¨²blico en el Centro Cultural de la Villa
?Destesto el dogma, todos los dogmas?, dijo Graham Greene, el novelista brit¨¢nico, respondiendo a una de las preguntas que se le hicieron a lo largo del coloquio p¨²blico que se celebr¨® el pasado mi¨¦rcoles, como despedida de su visita oficial a Madrid. Una amplia mesa, presidida por su anfitri¨®n, el alcalde de Madrid, y una sala de conferencias, la del Centro Cultural de la Villa, atestada de gente de mediana edad, fueron el escenario de la flema m¨¢s que brit¨¢nica del novelista, de su iron¨ªa inglesa y de la capacidad de responder a medias o a otra cosa que su traductor y consejero espiritual, el padre Dur¨¢n, no hac¨ªa sino acentuar, seg¨²n la opini¨®n del p¨²blico.
El p¨²blico que pudo entrar, hasta llenar a tope las butacas y los pasillos de la sala de conferencias del centro Col¨®n, se lo pas¨® bien. En primer lugar, por la gracia especial de Graham Greene, que daba rostro humano a la casi m¨ªtica figura del autor de El poder y la gloria. Los que sab¨ªan ingl¨¦s re¨ªan cada chiste directamente, y los que no, esperaban a la traducci¨®n. La traducci¨®n tambi¨¦n ten¨ªa gracia de por s¨ª, porque el ins¨®lito consejero del novelista de Oxford, un cura gallego que le aconseja en sus crisis desde hace muchos a?os, vert¨ªa a humor gallego las respuestas del escritor y su propia opini¨®n sobre el tema. El acento, los gestos y la solemnidad del padre Dur¨¢n cayeron muy bien. Por fin, el propio alcalde se esforz¨® en moderar, tambi¨¦n con humor, el coloquio. El profesor Tierno estaba m¨¢s profesoral que nunca, recomendando buena crianza y preguntar pausado y aconsejando a los coloquiantes, que a mitad del coloquio ya estaban francamente divertidos, que esperaran el turno como es debido, que hicieran preguntas concretas y que conservaran su buena educaci¨®n.Hay que decir que la buena educaci¨®n no se perdi¨® ni un momento. Graham Greene hizo el recorrido a las preguntas, muchas de ellas planteadas directamente en ingl¨¦s y, seg¨²n alg¨²n entendido, ocult¨® datos. Por ejemplo, un joven periodista le pregunt¨® por qu¨¦ aparec¨ªa en todas su novelas el sill¨®n del dentista y la amenaza de sus curas, la visita a esa especie de coco. El, que seg¨²n sus bi¨®grafos, padece males dentales continuamente, dijo que ?no sab¨ªa? el porqu¨¦ de este motiv¨® recurrente. Una se?ora agresiva le pregunt¨® qu¨¦ influencia hab¨ªa ejercido sobre su obra el novelista Anthony Burgess, y si, de no haber ninguna, si pensaba que el bi¨®grafo de Joyce le hab¨ªa plagiado... Respondi¨® Graham Greene que Burgess era suficientemente m¨¢s joven que ¨¦l como para no haber ejercido ninguna influencia sobre su prosa, y que la suya era lo bastante distinta de la propia como para que nadie pensara que pod¨ªa existir plagio. Cont¨® en seguida que estaba sorprendido por esta pregunta y por la insistencia en relacionarles a los dos, y que ?mi mayor relaci¨®n con Anthony Burgess fue una comida, que luego ¨¦l cont¨®, poniendo en mi boca palabras que tuve que buscar en el diccionario?.
Alguien entre el p¨²blico coment¨® para el corrillo de las primeras filas que ?naturalmente que le conoce. Estuvieron juntos en el servicio secreto?, confundiendo, sin duda, al novelista lanzado por la Naranja mec¨¢nica con otro Burgess, esp¨ªa, pero no novelista.
La cosa religiosa, que sigue apasionando a los espa?oles, surgi¨® cuando, al seguir hablando Graham Greene de Burgess, y al a?adir el padre Dur¨¢n que ?adem¨¢s Burgess ha acusado a m¨ªster Greene de jansenista?, dijo: ?Soy un cat¨®lico con algo de protestante. Detesto el dogma, eso es lo que de protestante hay en m¨ª?. Como siempre, tuvo que volver a contar c¨®mo un proyecto de matrimonio, finalmente frustrado, le aboc¨® a su conversi¨®n. Una conversi¨®n por amor, o, como dice Burgess (Anthony), ?bajo el fuego?, que coincid¨ªa con la conversi¨®n a la religi¨®n minoritaria en Gran Breta?a de un buen n¨²mero de j¨®venes profesores e intelectuales de entreguerras. Se refiri¨® tambi¨¦n a la ?necesidad de la deslealtad?, tema sobre el que trata un ensayo suyo, y preguntado acerca de qu¨¦ catolicismo sent¨ªa, dijo que prefer¨ªa el evang¨¦lico sobre el oficial, que le molestaban los, dogmas, pero, en cambio, le apasionaba la antigua liturgia... Si hab¨ªa sido un anglicano desleal, era un cat¨®lico desleal.
Sobre esto de la deslealtad protestaron a un tiempo el se?or Green y su traductor.
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