Se lo gan¨®
Juan Antonio Samaranch se marc¨® una meta hace cuarenta a?os, cuando como jugador de hockey sobre patines era una median¨ªa: ser, como dirigente, el espa?ol de mayores ¨¦xitos internacionales. Ayer, en la v¨ªspera de su sesenta aniversario, lleg¨® al m¨¢ximo podio del deporte mundial. Samaranch es ya el papa de los cinco anillos. Samaranch es ya uno de los herederos del bar¨®n de Coubertin, fundador del moderno movimiento ol¨ªmpico.Samaranch es, probablemente, el ¨²nico espa?ol que ha subordinado toda su vida profesional al deporte. Es, probablemente, el ¨²nico que ha sido capaz de invertir una aut¨¦ntica fortuna para lograr una meta impensada para un espa?ol. Samaranch, en los momentos m¨¢s comprometidos pol¨ªticamente, se abri¨® camino en el deporte mundial. En los momentos m¨¢s dif¨ªciles del olimpismo moderno se ha alzado triunfador sobre quienes han sido descalificados por sus propios Gobiernos.
Samaranch ha sido un pol¨ªtico de ocasi¨®n. Sus puestos de designaci¨®n le han servido para ganarse una elecci¨®n. En Mosc¨² le han votado los adversarios del boicoteo. Su puesto peligr¨® cuando el Gobierno de UCD recoinend¨® la no participaci¨®n en los Juegos. Durante un mes, toda la labor desarrollada en la Embajada de este pa¨ªs estuvo en un tr¨ªs de tornarse vana.
Samaranch es un caso singular. Utiliz¨® la pol¨ªtica para su futuro deportivo. Justamente lo contrario de lo que suelen hacer los dirigentes espa?oles.
Su triunfo es, quiz¨¢, la medalla de oro m¨¢s dif¨ªcil de conseguir. Es una carrera sin relevos y con una antorcha en la mano que todo el mundo quiere para s¨ª.
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