Las primeras v¨ªctimas del alzamiento de 1936 fueron los jefes del Ej¨¦rcito
Hace ahora 44 a?os, el d¨ªa 18 de julio de 1936, el general Franco se sublev¨® contra el Gobierno de la Rep¨²blica espa?ola. Al comienzo del alzamiento se produjo un hecho de suma importancia y de gran intensidad dram¨¢tica: Franco, comandante militar de las islas Canarias, se dirigi¨® a los generales del ej¨¦rcito reclamando su apoyo. ?C¨®mo reaccion¨® el Ej¨¦rcito ante aquel llamamiento?S¨®lo se sublev¨® un general de los ocho capitanes generales que mandaban las ocho regiones militares en que estaba dividido el pa¨ªs. Del total de veinti¨²n oficiales generales de mayor graduaci¨®n dentro del Ej¨¦rcito, diecisiete permanecieron fieles al Gobierno de la Rep¨²blica y tan s¨®lo cuatro se sumaron al alzamiento. Los seis generales de la Guardia Civil se mantuvieron asimismo fieles al Gobierno republicano.
El comandante en jefe de la aviaci¨®n imit¨® su ejemplo. Del total de 59 generales de brigada, 42 se mantuvieron f¨ªeles a la Rep¨²blica y diecisiete se sublevaron contra ella. El 18 de julio de 1936 el general Franco ten¨ªa en su contra a la mitad del Ej¨¦rcito. Por otra parte, hizo fusilar a los diecis¨¦is generales que no pudieron abandonar a tiempo el territorio que ¨¦l controlaba.
Nunca jam¨¢s se hab¨ªa vertido tanta sangre de jefes militares de alta graduaci¨®n.
Ahora bien, ?que ocurri¨® en realidad el d¨ªa 18 de julio de 1936? Un grupo de militares, apoyado por falangistas, carlistas y mon¨¢rquicos, atac¨® las residencias de los oficiales superiores del Ej¨¦rcito, y los capitanes generales fueron destituidos o fusilados.
El general Franco, comandante militar de las islas Canarias, se nombr¨® a s¨ª mismo comandante en jefe del Ej¨¦rcito de Marruecos, despu¨¦s de haber hecho encarcelar al titular del puesto, el general de divisi¨®n don Agust¨ªn G¨®mez Morato. El general Mola se pro clam¨® jefe de la VI Regi¨®n Militar (Burgos) despu¨¦s de haber hecho fusilar a su superior, el general don Domingo Batet Mestre. El general de reserva Saliquet procedi¨® de id¨¦ntica manera en la VII Regi¨®n Militar (Valladolid) haciendo fusilar al capit¨¢n general de dicha regi¨®n, el general de divisi¨®n don Nicol¨¢s Molero Lobo. En Sevilla, Queipo de Llano hizo fusilar igualmente al capit¨¢n general de la II Regi¨®n Militar, Jos¨¦ Fern¨¢ndez Villa Abr¨¤ille, ocupando seguidamente su puesto. Otro tanto sucedi¨® en Galicia (VIII Regi¨®n Militar), donde el capit¨¢n general Enrique Salcedo Molinuevo fue pasado por las armas y sustituido por un coronel. Todo el mundo sabe que, en Granada, los partidarios de Franco fusilaron al poeta Federico Garc¨ªa Lorca, pero a veces. se olvida que ejecutaron, tambi¨¦n al general Miguel Campins, gobernador militar de la plaza.
El general N¨²?ez Prado fue fusilado en Zaragoza; el general Caridad Pita, en La Coru?a; el general L¨®pez Viota, en Sevilla; el general Mena Zueco, en Burgos; el coronel Carrasco Amilibia, en Logro?o; el general G¨®mez Caminero, en Salamanca; el general Romerales, en Melilla; el comisario superior Arturo Alvarez Buyila, en Tetu¨¢n; el coronel inspector de la Legi¨®n Luis Molina Galano, en Ceuta.
En Asturias, un consejo de guerra mand¨® al pared¨®n al coronel de Artiller¨ªa Jos¨¦ Franco Mussio, comandante militar de Trubia y director de la F¨¢brica Nacional de Armamento, as¨ª como al comandante de Artiller¨ªa Manuel Espineira Cornide, los capitanes Luis Revilla de la Fuente, Hilario S¨¢enz de Cenzano y Pinillos, Ernesto Gonz¨¢lez Reguerin, Ignacio Cuartero Larrea y Jos¨¦ Bonet Molina, y el teniente Luis Alau G¨®mez-Acebo. El ¨²nico crimen cometido por estos oficiales fue el de permanecer fieles al Gobierno.
Los primeros defensores de la Rep¨²blica, las primeras v¨ªctimas del alzamiento del 18 de julio de 1936, no fueron los gobernadores civiles, ni los alcaldes, ni los diputados a Cortes, ni los miembros de partidos pol¨ªticos de izquierdas o de sindicatos obreros, sino los generales con mando en el Ej¨¦rcito.
Despu¨¦s del 18 de julio, el antimilitarismo se manifest¨® en las masas obreras y sindicales, y aquel sentimiento impidi¨® al Gobierno de la Rep¨²blica utilizar las fuerzas armadas que se hab¨ªan mantenido fieles, pero permiti¨® en cambio al general Franco elogiar a los jefes militares que se hab¨ªan unido a ¨¦l y presentarse ante el pa¨ªs como el ¨²nico representante y el verdadero portavoz del Ej¨¦rcito.
La importancia de los efectivos militares que se alzaron en la Pen¨ªnsula fue de hecho muy limitada, por lo que los sublevados tuvieron que recurrir necesariamente al Ej¨¦rcito de Marruecos para dominar la situaci¨®n. ?Con qu¨¦ fuerzas contaba en aquella fecha el Ej¨¦rcito espa?ol del norte de Africa? Se compon¨ªa de cinco unidades de fuerzas regulares ind¨ªgenas (marroqu¨ªes del protectorado), m¨¢s la Legi¨®n (la tercera parte de la cual estaba formada por extranjeros): en total, 20.000 hombres disciplinados y combativos. El desembarco en Espa?a de aquel contingente de tropas mercenarias y extranjeras alter¨® profundamente el equilibrio de fuerzas. En este punto han coincidido todos los observadores militares y pol¨ªticos. Por otra parte, en octubre de, 1936, el general Franco decret¨® ?un auniento de la soldada para las fuerzas ind¨ªgenas de Marruecos y los legionarios, que con tanto entusiasmo se han unido al Movimiento?. La primera recompensa concedida por el general Franco al principio de la guerra fue para el gran visir de Tetu¨¢n, Sidi Ahmed El Ganmia, a quien condecor¨® personalmente con la Cruz Laureada de San Fernando, la m¨¢xima condecoraci¨®n militar espa?ola, el 19-7-1936.
Se expresaba as¨ª oficialmente el reconocimiento para con aquellos que hab¨ªan constituido la fuerza de choque inicial y decisiva. En efecto, el general Franco pudo hacer la guerra gracias a estas tropas antes de recibir la ayuda de Hitler y Mussolini. Este lamentable c¨²mulo de circunstancias internacionales y la sangrienta matanza de generales, jefes y oficiales del Ej¨¦rcito espa?ol, fieles a la Rep¨²blica y asesinados en el curso de aquella triste jornada, constituyen lo que los vencedores denominaron y siguen llamando el ?esp¨ªritu del 18 de julio?.
Antonio Alonso Ba?oministro de la Rep¨²blica espa?ola en el exilio. Este art¨ªculo fue publicado en Le Monde el 20 de julio de 1971. Se reproduce a petici¨®n expresa del autor.
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