'El Guille", desde la c¨¢rcel: "Soy un pobre infeliz que quiere cambiar"
Esta primavera, muchos madrile?os empezaron a llamar a el Guille delincuente juvenil n¨²mero uno, y, algunos incluso se consideraron sus v¨ªctimas. Otros a?os fueron el Jaro, o el Colega, como si cada temporada estallara un adolescente terrible, en una ciudad que cuenta con un centenar de delincuentes peligrosos, o como si cada a?o precisara de una nueva bestia negra. Ahora el Guille se encuentra en prisi¨®n provisional y pendiente de juicio, y, desde la secci¨®n de j¨®venes de la c¨¢rcel de Carabanchel, asegura que ?yo no soy ese famoso Guille, ni soy el cabecilla de ninguna banda. Yo soy uno m¨¢s, ni m¨¢s tonto ni m¨¢s listo que los dem¨¢s, m¨¢s bien un pobre infeliz al que le ha tocado llevar este traje de delincuente, como le pod¨ªa haber tocado a usted o a otro cualquiera?.La ¨²ltima detenci¨®n de Guillermo Segura Mart¨ªn, diecis¨¦is a?os, fue el pasado 12 de abril, en Santiago de Compostela, ?donde llevaba un mes intentando cambiar, haciendo vida normal en la casa de un matrimonio de educadores?. La polic¨ªa madrile?a hab¨ªa intensificado su b¨²squeda desde finales de febrero y tres juzgados de Madrid hab¨ªan iniciado auto de procesamiento contra ¨¦l en estos meses. Gran parte de los hechos que se le imputan, entre ellos un supuesto delito de violaci¨®n y diversos tipos de robo con intimidaci¨®n, ocurrieron durante el pasado mes de febrero. Seg¨²n el sumario, se le atribuyen hasta dos o m¨¢s delitos en un solo d¨ªa, pero ¨¦l dice que de muchos de ellos ni se acuerda.
A Guillermo Segura le han detenido muchas veces y su leyenda es antigua, pero esta es su primera detenci¨®n que conlleva responsabilidad penal. El d¨ªa que celebr¨® su ¨²ltimo cumplea?os, el 3 de diciembre de 1979, fue tambi¨¦n la fecha limite de su minor¨ªa de edad penal. S¨®lo que el Guille, como casi todos los ni?os que han pasado por los establecimientos de los tribunales tutelares de menores, es ya un sujeto fichado ante la sociedad y ante s¨ª mismo. Desde los diez a?os, en que se le intern¨® en un colegio de la Obra de Protecci¨®n de Menores por semiabandono familiar, Guillermo Segura ha alternado sus breves estancias en siete reformatorios distintos con su condici¨®n de eterno fugitivo. ?La primera vez que me escap¨¦ fue para ver a mi hermana peque?a, que estaba en el colegio de enfrente, y yo saltaba la tapia y me iba con ella?. A los catorce a?os, ya delincuente precoz, fue internado en la llamada c¨¢rcel de ni?os de Zamora, una medida represiva que comparti¨® con una docena de menores catalogados como los m¨¢s peligrosos.
Unos d¨ªas antes de su mayor¨ªa penal, ?me dieron la libertad y sal¨ª de Zamora y me llevaron a un colegio de Ordu?a, donde intent¨¦ estudiar un poco y trat¨¦ de que se me adaptara el temperamento a una vida normal; pero aquello que estaba tan bien para los chavales de doce a?os era muy poquito para m¨ª, as¨ª que me dio el arrebato y me vine a Madrid, otra vez a buscarme batallas y a vivir de lo que saliese ?.
Ultima detenci¨®n, en Santiago
Y en Madrid se junt¨® de nuevo con la basca, ?hasta que me cans¨¦ de ir metiendo miedo a la gente y de huir y me fui a Santiago?. Su detenci¨®n fue fortuita: ?Cuando me cogieron pude haberme escapado, porque yo estaba en un bar, donde hab¨ªa ido a comprar tabaco para liar unos canutos y entr¨® la polic¨ªa, pero no a por m¨ª, sino a hacer una redada. Pero, claro, vieron mis antecedentes y ahora me quieren buscar la ruina, porque yo creo que algunos delitos me los han puesto por el nombre?.?Yo nac¨ª en el barrio de Pe?agrande, y cada cuarto de hora, mis padres se liaban a guantazos, as¨ª que de chico me escond¨ªa debajo de la cama y luego empec¨¦ a irme por ah¨ª. Me escapaba de casa porque mi padre se emborrachaba y ten¨ªa que ver unas cosas que no eran normales, y despu¨¦s volv¨ªa a casa a escondidas y me asomaba desde un montante para ver a mi padre?. El padre de Guillermo Segura alternaba su trabajo de pocero con una actividad semirural -la cr¨ªa de conejos- heredada de la actividad anterior a su inmigraci¨®n a Madrid.
?Yo no paraba quieto en el colegio, porque, como en mi casa cada uno hac¨ªa lo que le ven¨ªa en gana, yo hac¨ªa novillos y me iba con mis hermanos a ver cazar p¨¢jaros?. A los doce a?os se traslad¨® a la UVA de Hortaleza con su hermano mayor, Pedro, intentando independizarse de sus padres. C¨¢ndida, vecina del barrio y suegra de Pedro, dice que a su casa fueron llegando todos los hermanos Segura, y que empezaron a complicarse la vida con problemas con la polic¨ªa y tuvo que echarlos a todos. Su hijo Angel, que m¨¢s de una vez habl¨® con Guillermo, recuerda que ?¨¦l me dijo que se tir¨® a robar para mantenerse. La gente del barrio no es que le defendamos, pero le queremos bastante?.
Un a?o con "el Jaro"
Una historia, la de el Guille, que, a pesar de ser la historia de Guillermo Segura solamente, coincide punto por punto con otras biograf¨ªas de delincuentes juveniles. Es esa misma historia familiar en que la tragedia es a la vez s¨®rdida y miserable, y genera individuos inadaptados casi como por inercia. ?Yo me hice entonces amigo de el Jaro y estuvimos un a?o viviendo juntos y yendo por ah¨ª a buscarnos la vida. Pero yo no me considero un segundo Jaro, ni el sucesor de el Jaro, yo s¨®lo era un amigo de ¨¦l y le apreciaba bastante?. ?Guillermo Segura no es ni mucho menos el peor de todos los internos, aunque sea m¨¢s conocido?, manifiesta el director de la secci¨®n de j¨®venes de la prisi¨®n de Carabanchel.?Pero sin duda hay aqu¨ª otros chicos que todav¨ªa no son aut¨¦nticos delincuentes y que necesitan m¨¢s que ¨¦l una atenci¨®n especial por parte de la sociedad para tratar de rehabilitarles. Uno de los problemas que se nos plantea a nosotros es que se interne conjuntamente a chicos de diecis¨¦is a?os con otros de veinte y veintiuno, unas edades que, aunque cercanas, son muy diferentes?.
La acusaci¨®n m¨¢s grave que recae sobre Guillermo Segura, una denuncia por violaci¨®n (en compa?¨ªa de otro), es rechazada categ¨®ricamente por el encausado. ?No fue una violaci¨®n, s¨®lo quer¨ªamos pasear en el coche a la chica y que nos hiciera un rato de compa?¨ªa; ella estuvo de lo m¨¢s tranquila, se re¨ªa constantemente y se fum¨® con nosotros unos canutos, hasta que la llevamos a su casa y la regalamos un abrigo de piel?.
?Yo nunca he pensado utilizar las armas ni pinchar a la gente. S¨®lo las llevamos para asustarlos, pero no hace falta usarlas?, dice el Guille. ?Cuando llevamos una escopeta vamos con el cuidado de que le falte la ca?a para que no pueda funcionar, y cuando se lleva una navaja siempre puedes controlar el movimiento de la mano, a no ser que se vaya ?descontrolado? por haber fumado mucho. Yo todo lo que he hecho ha sido drogado, porque si no, el cerebro no me dejar¨ªa actuar de la manera que act¨²o. Yo tengo cabeza suficiente para pensar que,la vida que he llevado no me gusta pero nada; pero me dejo llevar por las batallitas y por la basca, porque tengo muy poca voluntad. Hace dos a?os aguant¨¦ tres meses en Ordu?a, intentando cambiar totalmente, y entonces lleg¨® otro colega y me dijo: "Guille, ?nos vamos a Madrid?" Y yo no sab¨ªa qu¨¦ hacer, pero vinieron otros a buscarme con un coche, me mont¨¦ y di dos vueltas por all¨ª, y cuando me di cuenta ya estaba en la carretera de Madrid?.
El autom¨®vil y la pasi¨®n de conducir es la principal devoci¨®n de Guillermo Segura y sus amigos. "Cogemos los coches para pasearnos, pero yo siempre los dejo en buen estado, porque como s¨¦ dominarlos y me gusta conducir, no rompo nada y los dejo como estaban. Lo que no he hecho nunca es pinchar a la gente, porque eso ser¨ªa mi ruina. Quitarle la vida a alguien ser¨ªa absurdo, porque ser¨ªa quit¨¢rmela a m¨ª; yo creo que si se mata a una persona la c¨¢rcel no es suficiente?.
"Yo soy una v¨ªctima de la sociedad"
?Las chicas que vienen con nosotros, en el 88% de los casos, es para sacarnos cosas, para que las paseemos en coche y las compremos ropas y drogas; se puede decir que si yo encontrara una chica seria, una chica que me supiera llevar y me dijera "t¨² tienes que ir por ah¨ª", yo cambiar¨ªa totalmente, porque ya me pas¨® eso una vez que me gust¨® mucho una chica del barrio de El Pilar y me dej¨® el cerebro hecho una pena, me convert¨ª en un perrito detr¨¢s de ella, pero luego empec¨¦ a pasar tambi¨¦n de ella?. Ese puritanismo exigente respecto a sus compa?eras, las mismas que comparten su misma iconograf¨ªa, se hace extensiva a la sociedad: ?Yo soy una v¨ªctima de la sociedad. S¨ª, a los que yo he robado tambi¨¦n pueden ser v¨ªctimas m¨ªas, pero eso es ley de vida, porque si a m¨ª no me hubiesen llevado al reformatorio y no me hubiesen ense?ado a abrir coches, si no me hubieran convertido en carne de presidio, yo no habr¨ªa hecho tantos delitos. Yo ahora no puedo dormir y estoy muy nervioso, me dan unas bajadas tremendas, y a veces tengo que dar un pu?etazo en la pared para que se me baje la tensi¨®n que me corre por el cuerpo. Si no me sacan pronto de aqu¨ª, yo voy a salir mu malo, mu malo; no, no es una amenaza; es que yo ya s¨¦ lo que es la c¨¢rcel, y cada vez que salgo me encuentro perdido en la calle y no s¨¦ qu¨¦ hacer. Yo s¨¦ que si me llevan otra vez con esa familia de Santiago yo puedo cambiar totalmente, pero siempre que no venga a Madrid, porque aqu¨ª me junto en seguida con la basquilla... A m¨ª me gustar¨ªa ser piloto, corredor de coches, pero hay que tener mucho dinero para eso; tambi¨¦n me gustar¨ªa ser torero porque me gusta el riesgo. No, no he dado nunca capotazos, pero he corrido detr¨¢s de las vaquillas. Tambi¨¦n me gustar¨ªa trabajar en algo de mec¨¢nica, para estar entre los coches. A m¨ª me gustar¨ªa cambiar, pero tienen que dirigirme?.
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