R¨¦quiem por la Escuela de Arquitectura de Madrid
Entre los m¨²ltiples y diversificados problemas que el pa¨ªs sufre en la actualidad, la universidad espa?ola acoge entre los recintos de sus muros unos modelos cuya degradaci¨®n no necesita apenas descripci¨®n. Son muchas las voces que lo vienen manifestando, y recientes est¨¢n los gestos y actitudes que hacen patente la decrepitud e ineficacia de estos estereotipos universitarios.La Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura, enclavada en la Universidad Polit¨¦cnica de la capital, es, sin duda, uno de esos modelos cuya destrucci¨®n ha llegado a sus cotas m¨¢s altas. Una memorable sesi¨®n mantenida el d¨ªa 10 de julio por la Junta Provisional de Profesores y Alumnos de dicha escuela lo hac¨ªa patente en una descripci¨®n pormenorizada de las expectativas que para el pr¨®ximo curso esperan a esta instituci¨®n despu¨¦s de haber permanecido clausurada. durante el presente curso m¨¢s de la mitad de su tiempo escolar.
Por primera vez en la historia m¨¢s reciente de su ya largo y penoso deterioro, un grupo de profesores y alumnos tomaba conciencia plena y de una forma colegiada del abandono institucional, de la insolidaridad de una universidad de filiaci¨®n polit¨¦cnica, de la ignorancia, el menosprecio, la apat¨ªa y el abandono de unos poderes p¨²blicos, al parecer m¨¢s atentos y entretenidos en sus congresos y apremiados por las apuestas de sus futuros puestos pol¨ªticos que por una responsable reflexi¨®n cr¨ªtica para iniciar una revisi¨®n en profundidad de las actuales ense?anzas universitarias, dentro de las limitaciones culturales, econ¨®micas y acad¨¦micas que nuestra realidad nacional permite.
La Escuela de Arquitectura cerrar¨¢ sus puertas en el pr¨®ximo curso si los graves y ya end¨¦micos problemas no son mitigados por alguna limosna de sus ?benefactores institucionales?. Un centro en suspensi¨®n de conocimientos, en crisis irreductible. A esta determinaci¨®n han llegado la direcci¨®n y junta de profesores del centro; un gesto de agradecer, porque, al menos, el sufrimiento diario que soportan profesores, alumnos y estamentos auxiliares del centro, o el doloroso esfuerzo de tener que impartir y adquirir unos conocimientos sin sustancia, para poder atravesar el contexto de la confusi¨®n, se eleva con esta determinaci¨®n a la categor¨ªa p¨²blica de lo evidente: ?As¨ª no se puede ense?ar?. ?Este modelo de organizaci¨®n acad¨¦mica est¨¢ probado y experimentado como inadecuado para la realidad social y econ¨®mica del pa¨ªs?. ?Profesores y alumnos, cuya probada impotencia se prolonga, no pueden seguir soportando, ni siquiera con la mejor buena voluntad, el fraude de las apariencias?.
El malestar actual y la degradaci¨®n l¨ªmite que la escuela de Madrid viene evidenciando como instituci¨®n universitaria no parece motivo de preocupaci¨®n en las altas instancias del poder acad¨¦mico, aunque haya dejado de funcionar desde hace muchos a?os. Nada importa que sus 6.000 alumnos inicien el ritual acad¨¦mico de sus estudios con una ficha de desocupados potenciales, como alternativa real a su titulaci¨®n. Nadie se preocupa de que su profesorado (390 profesores) se reclute de forma indiscriminada, con el ¨²nico objetivo de mantener entretenidas unas masas de estudiantes con mil estrategias y artificios antipedag¨®gicos, y cuya finalidad no parece que tenga mayor alcance que diferir por una serie de a?os a un proletariado titulado antes de ingresar como fuerza social en el escalaf¨®n de esa instituci¨®n de la beneficencia nacional: el paro. Nada o muy poco importa que en Espa?a no existan en 1980 unas facultades donde ense?ar la ciencia urbana, el dise?o de objetos, la planificaci¨®n territorial, tan imprescindibles y necesarios en el espectro de la cultura material de la sociedad industrial.
Intereses de castaDurante muchos a?os, las voces m¨¢s criticas han evidenciado este fracaso y la necesidad de crear otros lugares para el desarrollo de los nuevos conocimientos, pero todo han sido explicaciones in¨²tiles. Los intereses de casta, en primer lugar los profesionales de la arquitectura, la burocracia est¨¦ril, el soporte c¨®modo de la inoperancia, todos estos factores han ido sumando estratos de incompetencia, clausurando la imaginaci¨®n, destruyendo la espontaneidad, cosificando las conciencias, mecanizando el esp¨ªritu, con esas tramas, siempre dudosas hacia el culto arquitect¨®nico de la originalidad creadora, fascinando y lesionando gravemente a una juventud en unos ideales totalmente ficticios en lo cultura? y gravemente depredadores en lo econ¨®mico.
La Escuela de Arquitectura de Madrid, como otras tantas instituciones universitarias, lleva clausurada hace mucho tiempo, aunque ahora se anuncie su cierre desde un estamento colegiado. En este centro no se imparte ni formaci¨®n cultural ni aprendizaje especializado, y esto lo saben bien alumnos y profesores. Los temas arquitect¨®nicos con los que se especula nada tienen que ver con la realidad a construir. Los ejercicios pr¨¢cticos carecen de un m¨ªnimo de idoneidad entre lo que se dice ense?ar y se exige como prueba de examen; aprobados casi generales o suspensos colectivos son los extremos en los que se debate el control de lo supuestamente aprendido.
Conocimiento cient¨ªfico-t¨¦cnico
El conocimiento cient¨ªfi-cot¨¦cnico o las metodolog¨ªas de las ense?anzas de los proyectos arquitect¨®nicos reproducen nociones parciales, explicaciones mediante las cuales es posible aparentar que se ense?a sin contradicciones en una situaci¨®n acad¨¦mica llena de contradicciones. Contradicciones tan significativas que impiden delimitar un territorio cultural que permita a los profesores estimular un conocimiento activo, y a los alumnos aceptar el trabajo como un hecho positivo, en tal grado que ni siquiera los conocimientos m¨¢s rutinarios, que dotaban al arquitecto de un sentido constructivo del edificio, o las materias de humanidades, que sirvieron siempre de recurso f¨¢cil para adjetivar al arquitecto como ?hombre universal? de saberes, son ya en estos momentos ingredientes conformadores de unos m¨ªnimos de exigencias metodol¨®gicas e informativas.
A este cuadro, nada descriptivo para lo que la realidad hace patente, se une la escasez de recursos econ¨®micos, a merced siempre de la benevolencia de quienes controlan los presupuestos del conjunto polit¨¦cnico. No es necesario abusar de la estad¨ªstica ni del repertorio de hechos, el centro se hunde en una lucha deformada entre profesores y alumnos, entre profesores y profesores, intrigas que se polarizan seg¨²n reacciones involuntarias, m¨¢s producto de una neurosis colectiva que de un esp¨ªritu cient¨ªfico y reflexivo. Realmente esta instituci¨®n centenaria agoniza herida de muerte; lo que a¨²n permanece se sostiene por la inercia de su historia, por el af¨¢n de algunos profesores y estudiantes a¨²n con horizonte de esperanzas y sensibilidad acad¨¦mica, que buscan insatisfactoriamente racionalizar los problemas que la irresponsabilidad de las instituciones del poder acad¨¦mico no atiende.Aspecto sombr¨ªoEnunciar el aspecto sombr¨ªo de los problemas tal vez pueda parecer exagerado, pero en la realidad espa?ola actual, y de modo espec¨ªfico en el ¨¢mbito universitario, sigue siendo v¨¢lido aquel principio de que s¨®lo la exageraci¨®n es el medio de hacer patente la verdad, y los hechos que ocurren en esta Es cuela de Arquitectura no tienen otro lugar que hacerlo evidente ante la opini¨®n p¨²blica, mediante una decidida voluntad de cr¨ªtica y de oposici¨®n a seguir manteniendo este enga?o y fraude acad¨¦mico. No se trata de reclamar unos meros presupuestos econ¨®micos que ayuden a seguir paliando la miseria de este centro, o a retocar su mala administraci¨®n, sino de algo m¨¢s profundo que viene impuesto por la estructura social de una profesi¨®n que afecta a la sociedad en general y, por naturaleza, a las atenciones del poder pol¨ªtico vigente. Este gesto de la junta de profesores y alumnos de la Escuela de Arquitectura invita a una reflexi¨®n total sobre la universidad espa?ola, y a los poderes pol¨ªticos m¨¢s cualificados a decidirse de una vez a tomar en cuenta la revisi¨®n global de estas instituciones, a no ser que su olvido manifiesto nos incite a creer que intenciones ocultas se superponen a esta, desidia y abandono.
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