En la muerte de Alfonso Carlos Com¨ªn
En Castelltercol, el pueblo que ¨¦l tanto amaba, junto a la suave monta?a donde se funden el Vall¨¦s oriental y el Poianes, hemos enterrado a Alfonso. La placidez del paisaje, en el coraz¨®n mismo de esa Catalu?a por la que tanto luch¨®, hac¨ªa todav¨ªa m¨¢s lacerante el contraste entre el dolor inmenso, profundo, con el que le hemos acompa?ado hasta el final, y la fuerza de un marco natural que era como la prolongaci¨®n vital del propio Alfonso.Siete a?os hac¨ªa que se hab¨ªan manifestado los primeros s¨ªntomas del c¨¢ncer que finalmente le ha vencido. Siete a?os decisivos en la vida colectiva de este pa¨ªs y en su propia trayectoria personal. Siete a?os en los que la voluntad de vivir le ha dado fuerzas para enfrentarse con el terrible mal y para culminar una reflexi¨®n y una pr¨¢ctica que ilustran por s¨ª solas todo un cap¨ªtulo de nuestra historia reciente.
No me resulta f¨¢cil en este momento encontrar la calma necesaria para trazar una semblanza biogr¨¢fica convencional del amigo entra?able. Pero tampoco tengo ese prop¨®sito. Quiero, simplemente, proclamar mi dolor y a la vez expresar mi esperanza.
Mi dolor por la muerte terrible, injusta, de un hombre de 47 a?os, en el momento mismo de su plenitud personal. Mi esperanza de que su mensaje, su lucha, su testimonio, sembrados en momentos tan dif¨ªciles puedan pronto germinar y dar los frutos que ¨¦l quer¨ªa.
La trayectoria personal de Alfonso Carlos Com¨ªn es la trayectoria de un cristiano que en la Espa?a de Franco, martirizada por la guerra civil y la cruenta posguerra, super¨® la barrera entre los vencedores y los vencidos y encarn¨® en s¨ª mismo el concepto y el esp¨ªritu de la reconciliaci¨®n.
El mismo describi¨® esa trayectoria personal como parte de la biograf¨ªa colectiva de un grupo de cristianos de izquierda que -son sus palabras- ? ... sin abandonar la fe, vivi¨¦ndola d¨ªa a d¨ªa apasionadamente, nos convertimos en los tr¨¢nsfugas de nuestra herencia conservadora, de nuestro medio social, del proyecto mismo que nos hab¨ªa preparado una sociedad cuyos objetivos, respecto a nuestro futuro, parec¨ªan perfectamente determinados?.
La pasi¨®n ¨¦tica por la justicia, la aspiraci¨®n profunda a la libertad frente a la dictadura franquista, le llevaron a denunciar la instrumentalizaci¨®n de la fe cristiana realizada por el nacional-catolicismo. A trav¨¦s de Alfonso -y de muchos como ¨¦l-, la fe cristiana reencontr¨® muchas de las motivaciones iniciales y fue el canal a trav¨¦s del cual tantos hombres y mujeres de este pa¨ªs pudieron vincular la vivencia religiosa m¨¢s aut¨¦ntica con la pr¨¢ctica de una lucha pol¨ªtica que daba sentido real y concreto a aquella vivencia. Por ello sufri¨® c¨¢rcel y persecuci¨®n; por ello conoci¨® durezas y privaciones; por ello pudo superar la tentaci¨®n -que a tantos ha vencido- de recluirse en su propio mundo intelectual al margen de las vicisitudes colectivas.
Supo estar al lado de los oprimidos en Catalu?a y en Andaluc¨ªa y pronunciarse activamente contra la opresi¨®n en todas sus formas y en cualquier parte del mundo, supo comprometerse en el sentido m¨¢s exacto del t¨¦rmino y por ello fue la imagen misma de un nuevo tipo de intelectual capaz de conciliar la m¨¢s rigurosa exigencia espiritual y la dedicaci¨®n m¨¢s profunda al estudio con la pr¨¢ctica pol¨ªtica cotidiana.
Por ello, desde su propia exigencia cristiana y siguiendo de modo natural una trayectoria marcada por los grandes acontecimientos pol¨ªticos y sociales de nuestro pa¨ªs y del mundo, Alfonso ingres¨® en el PSUC, ocup¨® cargos de direcci¨®n en el PSUC y en el PCE, fue elegido diputado al Parlamento de Catalu?a y mantuvo hasta el final el testimonio vivo, no ya s¨®lo de la compatibilidad entre el marxismo y el cristianismo, sino de su profunda vinculaci¨®n en la lucha por la justicia, la libertad y la igualdad.
La obra de Alfonso Carlos Com¨ªn ha trascendido, por esto mismo, el ¨¢mbito estricto de nuestro pa¨ªs y ha hecho de ¨¦l uno de los pensadores m¨¢s influyentes en la corriente de renovaci¨®n del pensamiento cristiano en todo el mundo. A la vez, le ha convertido en uno de los ejemplos m¨¢s vivos y creadores de la teor¨ªa y la pr¨¢ctica del eurocomunismo, en una de sus dimensiones esenciales, cual es la del concepto mismo de pluralismo.
Alfonso ha sido, pues, en el sentido m¨¢s exacto del t¨¦rmino, un hombre universal, un cristiano y un comunista aut¨¦ntico, coherente consigo mismo y con su concepci¨®n de la vida, un hombre profundamente preocupado por todas las manifestaciones de la cultura y de la vida de nuestro pueblo, un hombre nacido fuera de Catalu?a hondamente enraizado en la realidad nacional catalana.
Y ha sido, por encima de todo, un, luchador incansable por la verdad, un indagador infatigable de todas las inc¨®gnitas, un hombre apasionado por todas las realidades y todos los misterios de la vida, un amigo claro, sincero, exultante, cordial.
Sabemos que nada ni nadie podr¨¢ reemplazarlo. Lo sabe Mar¨ªa Lluisa, su mujer; lo saben sus cuatro hijos, lo sabemos sus amigos y compa?eros. Debe saberlo tambi¨¦n el pa¨ªs, pero por ello precisamente es necesario que su testimonio fructifique y que su homenaje de fe y de esperanza alcance la plenitud. Esta es, Alfonso, amigo, nuestra tarea. Este es nuestro homenaje.
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