Augusto Monterroso: "El exilio es uno de los grandes bienes que puede recibir un escritor"
La obra del autor guatemalteco se conocer¨¢ pronto en Espa?a
Augusto Monterroso (Guatemala, 1921), escritor exiliado en M¨¦xico, es uno de los autores m¨¢s singulares de Am¨¦rica Latina. Su obra a¨²n se desconoce en Espa?a, pa¨ªs en el que acaba de firmar contratos de edici¨®n. Monterroso, que finaliza hoy un largo viaje por Europa, cuyas ¨²ltimas escalas han sido Salamanca y Madrid, es un personaje lleno de sentido del humor, que usa para establecer paradojas y para salvar el drama gra cias a la iron¨ªa y la s¨¢tira. Profundamente preo cupado por la situaci¨®n que vive su pa¨ªs y exiliado casi perpetuo, Monterroso n¨® pierde la esperanza en la victoria de las fuerzas revolucionarias guatemaltecas. Como escritor, sin embargo, se siente pleno en el exilio literario, que es ?uno de los grandes bienes que puede recibir un escritor?.
La obra de este escritor guatemalteco ser¨¢ conocida muy pronto en Espa?a, donde ser¨¢ publicada por Alianza Editorial y Seix Barral. El desconocimiento del trabajo literario, escueto, pero impresionante, de Monterroso es particularmente dram¨¢tico porque la suya es una de las voces m¨¢s originales que ha dado la literatura en castellano en este siglo.El autor, un hombre que procura no levantar la voz y que ha hecho de la iron¨ªa y la paradoja una forma de vida, quita importancia a esos juicios que se hacen sobre su obra y prefiere conducir la conversaci¨®n hacia un tema que le preocupa hondamente: la situaci¨®n pol¨ªtica de su pa¨ªs, Guatemala, sobre cuyo porvenir se halla optimista. ?Creo que el triunfo de las fuerzas revolucionarias que se enfrentan al actual Gobierno militar est¨¢ pr¨®ximo?. Igual esperanza muestra Monterroso cuando habla de lo que pasa en El Salvador.
Augusto Monterroso es un escritor de paradojas. Una de ellas podr¨ªa ser esa misma preocupaci¨®n suya por la dram¨¢tica cuesti¨®n pol¨ªtica de su tierra, que contrasta, en el ejercicio de la literatura, con los temas que trata y con su propio estilo. El prefiere que la referencia pol¨ªtica quede diluida, como en los cuentos que escribi¨® tras el derrocamiento,en su pa¨ªs del revolucionario Jacobo Arbenz, para cuyo Gobierno trabajaba como diplom¨¢tico, por las fuerzas apoyadas por Estados Unidos.
?Yo ten¨ªa que escribir algo contra esos se?ores?, explic¨® una vez Monterroso, ?pero algo que no fuera reacci¨®n personal m¨ªa, ni porque estuviera enojado con ellos porque hab¨ªan tirado a mi Gobierno, lo cual me hubiera parecido una vulgaridad. Claro que estaba enojado, pero el enojo no ten¨ªa por qu¨¦ verse en un cuento. Precisamente en los d¨ªas de los bombardeos a Guatemala, cuando lo escrib¨ª, tuve que plantearme un equilibrio bastante dif¨ªcil entre la indignaci¨®n y lo que yo entiendo por literatura?.
Monterroso cree que hall¨® ese equilibrio, del que hoy es fruto su obra escasa y singular, de cuyo profundo sentido de la iron¨ªa pod¨ªan dar una idea estas dos p¨¢ginas escogidas al azar. Una, extra¨ªda del libro Movimiento perpetuo, es aquella que dice, simplemente, bajo el t¨ªtulo Fecundidad: ?Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta l¨ªnea?. La otra es un cuento, quiz¨¢ el m¨¢s corto que se haya escrito en el mundo. Se titula El dinosaurio y dice as¨ª: ?Cuando despert¨®, el dinosaurio todav¨ªa estaba all¨ª?.
Ejemplo de Cervantes
Los cuatro libros de Monterroso (Obras completas y otros cuentos, Movimiento perpetuo, La oveja negra y dem¨¢s f¨¢bulas y Lo dem¨¢s es silencio) han sido escritos y publicados en el exilio, que ha vivido fundamentalmente en M¨¦xico desde 1944. Desde el punto de vista literario, este escritor guatemalteco considera que ?el exilio es uno de los grandes bienes que puede recibir un escritor; a veces el exilio es voluntario y a veces no, pero siempre es provechoso. Todo escritor deber¨ªa irse de donde est¨¦. Eso lo entendi¨® pronto Cervantes y ya ve usted?.Desde una perspectiva m¨¢s general, sin embargo, Monterroso es consciente de las dificultades dram¨¢ticas del exilio: ?Cuando se trata de escritores, no hay ning¨²n lado dram¨¢tico. Los exilios duros son los de los obreros o campesinos. Los escritores siempre encuentran la manera de arregl¨¢rselas. Lo mejor que han hecho nuestras dictaduras en favor de la literatura ha sido exiliar gente. Muchas veces exilian a gentes que no lo merecen.
La iron¨ªa de Monterroso se apaga cuando habla de los hechos concretos que ocurren en su pa¨ªs, del que exhibe un simple dato: ?El 70% de mis amigos, casi toda una generaci¨®n, han sido asesinados en los ¨²ltimos a?os. Actualmente, la represi¨®n es tan dura que basta con abrir los peri¨®dicos para darse cuenta c¨®mo ha llegado a haber un promedio de quince o veinte personas muertas diariamente, desde campesinos a catedr¨¢ticos?.
Exiliado casi permanente, Monterroso asegura que en cuanto se produzca el triunfo revolucionario ?volver¨ªa a mi pa¨ªs, con el que siempre he estado. En ese sentido jam¨¢s he salido de Guatemala?.
Herencia espa?ola
La paradoja, la s¨¢tira y el sentido del humor que domina la obra de Monterroso son una herencia, dice ¨¦l. ?Esta es una herencia muy clara y establecida de la literatura espa?ola. Mi formaci¨®n literaria, si se puede llamar as¨ª, es, desde que lo le¨ª por primera vez, gracianesca, y creo que Quevedo, Valle-Incl¨¢n, Ram¨®n G¨®mez de la Serna..., siguen siendo los grandes maestros de quienquiera que pretenda escnbir pasablemente en espa?ol?.Si a esa n¨®mina hubiera que a?adir latinoamericanos, Monterroso no dudar¨ªa en poner a Juan Rulfo, del que se considera ?uno de sus m¨¢s humildes admiradores?, a Garc¨ªa M¨¢rquez y a Jorge Luis Borges.
Como Rulfo, aunque este eleve la man¨ªa a la en¨¦sima potencia, Monterroso es un escritor de producci¨®n escasa. Su voluntad de silencio, dice ¨¦l, no obedece a ninguna postura literaria, ?sino, m¨¢s que nada, a la pereza. Escribir me da mucha pereza. Ya hay muchos libros buenos que la gente no lee. Ahora entre nosotros hay muchos escritores a los que da mucha pereza fio escribir?.
En la obra de Monterroso, la iron¨ªa es un arma contra el poder y el poder¨ªo, no s¨®lo contra la ampulosidad de los poderosos, sino contra las propias palabras. ?Si esa lucha contra ambas cosas existe debe haber surgido de modo inconsciente. Lo que sucede conmigo es que tengo mucho miedo de que lo que escribo no sea lo suficientemente bueno, y el temor de publicar basura, sin que esto sea, por supuesto, estar contra la basura, me hace trat¨¢r de concentrar lo m¨¢s posible lo que quiero decir. A veces lo logro y a veces no, pero detr¨¢s de esto tal vez se esconda otro temor y sea el de que el lector se me escape?.
Ante la obra de Monterroso, dice el propio escritor, ?el lector espa?ol quiz¨¢ encuentre, como distintivo de lo que escribo, que no pertenezco al g¨¦nero, que podr¨ªamos llamar folkl¨®rico; para bien o para mal, en ninguno de mis libros aparece la imagen tradicional de esa Am¨¦rica llena de r¨ªos, buenos salvajes e incluso monos que algunas veces llegan al extremo de escribir libros. Esto creo que es, si no nuevo, porque en. Am¨¦rica Latina hay para todo y hay otros escritores que tampoco reflejan ese tipo de Am¨¦rica, s¨ª creo que puede llamar la atenci¨®n. Tal vez menos en Espa?a, donde existe un conocimiento m¨¢s real de lo que somos nosotros en Latinoam¨¦rica, por razones obvias?.
Augusto Monterroso ha inventado, adem¨¢s de la nueva presencia de la f¨¢bula en la literatura en espa?ol, la figura de un pensador inexistente que ¨¦l ha situado en una ciudad imaginaria, San Blas, y sobre quien ha escrito un libro, el titulado Lo dem¨¢s es silencio. El personaje, Eduardo Torres, existe hoy en la mitolog¨ªa literaria latinoamericana, y San Blas coexiste con Macondo en los lugares sin l¨ªmites de la imaginaci¨®n del lector. El dice que no hizo esas invenciones para crear un pa¨ªs ideal donde vivir. Pero considera que ?quiz¨¢ todos estemos siempre tratando de inventar estas utop¨ªas, en las cuales, si las cosas no son mejores, por lo menos pueden parecer m¨¢s divertidas?.
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