Ej¨¦rcito, democracia y UMD/1
El titular que antecede creo que denota claramente el tema del presente art¨ªculo, puesto nuevamente de actualidad por la proposici¨®n de ley del Congreso sobre el reingreso de los militares separados del servicio. El asunto ha provocado dispares reacciones, muy numerosas y, a veces, muy vehementes, se?al inequ¨ªvoca de que es un problema verdaderamente ?sentido? por la sociedad y no s¨®lo por, los militares. La multitudinaria cena del restaurante El Bosque as¨ª lo demuestra. Y la continua atenci¨®n que se le dedica en la Prensa, tambi¨¦n. Pero antes de entrar en ¨¦l quiero aclarar ciertas cuestiones.Antes de nada, decir que, consecuentemente con mis ideas, comprendo, y acepto y defiendo, que los ¨²nicos que deben de decidir libremente la cuesti¨®n son los representantes del pueblo soberano. S¨¦ de sobra que mi libertad de expresi¨®n no llega hasta el punto de permitirme, con insidias o amenazas, entorpecer la labor de dichos representantes.
Quiero precisar, igualmente, que como es obvio, no hablo m¨¢s que en mi nombre, aunque, por haber sido defensor militar de dos capitanes de la UMD, pueda hacerlo con m¨¢s conocimiento de causa que otros. Precisamente, mi actuaci¨®n como defensor es la que me impulsa ahora, me obliga moralmente, a escribir las presentes l¨ªneas en favor de quienes en momentos grav¨ªsimos depositaron en m¨ª su confianza. No voy a aportar ning¨²n dato o hecho ?ex novo?; me limitar¨¦ a repetir los expuestos en audiencia p¨²blica y difundidos por la Prensa o cualquier otro medio privado u oficial.
Y para finalizar el pre¨¢mbulo, dir¨¦, por si cupiera alguna duda, que no me paga el ?oro de Mosc¨²?, sino el sudor de los trabajadores espa?oles, como al resto de los funcionarios. Y a quien intente cualquier insinuaci¨®n contraria le recoiniendo, sea quien sea, que se abstenga de formularla si no quiere recibir adecuada respuesta a su imbecilidad.
?Qu¨¦ fue la UMD? Para los distintos generales del Ej¨¦rcito que juzgaron a sus miembros, fue ?una organizaci¨®n clandestina y subversiva que pretend¨ªa obtener la intervenci¨®n de las Fuerzas Armadas en un proceso de ruptura para cambiar las instituciones fundamentales de la naci¨®n, no permitiendo al Gobierno una pac¨ªfica evoluci¨®n, prop¨®sito que, de haber prosperado, podr¨ªa haber originado un conflicto armado?. (El subrayado es m¨ªo.)
Esto es todo lo que las tres sentencias reca¨ªdas pudieron decir sobre las intenciones violentas de la UMD. Las expresiones subrayadas son las ¨²nicas que las sentencias emplearon para probar la intervenci¨®n armada inherente al delito de rebeli¨®n militar. Es decir, no hay una referencia concreta a hechos o conductas que permitan descubrir la intenci¨®n de tal intervenci¨®n. Es la sentencia de la ?Galaxia? si las hay.
Mi parecer fue y sigue siendo totalmente distinto. Repetir¨¦ lo que dije ante el consejo de guerra del cap¨ªt¨¢n Herreros: ?Como resumen final de la alegaci¨®n de hechos de esta defensa, cabe decir que la UMD no pretend¨ªa alzarse en arm¨¢s contra el Gobierno. legalmente constituido, sino ensanchar la ideolog¨ªa democr¨¢tica entre los miembros de las FAS, por medio de reuniones y captaciones, as¨ª como la difusi¨®n de tales ideas por medio de escritos clandestinos. Que tal ampliaci¨®n de la base democr¨¢tica dentro del Ej¨¦rcito ten¨ªa como finalidad posibilitar que las fuerzas soe lales del pa¨ªs recobrasen, por s¨ª mismas, sus libertades?.
Aclar¨¦ tambi¨¦n que la elaboraci¨®n, discusi¨®n, aprobaci¨®n y difusi¨®n de temas como el estatuto del militar, la reforma del C¨®digo de Justicia Militar, etc¨¦tera, no parecen los m¨¢s adecuados para quienes pretenden alzarse en armas en la desfavorable proporci¨®n de uno contra cuatrocientos. Y todo ello acompa?ado, durante m¨¢s de dos a?os, de reuniones, asambleas y captaciones frecuentes. ?Qu¨¦ contraste con la actuaci¨®n secreta y a cort¨ªsimo plazo de los de la ?Galaxia?!
Es de se?alar que el referido consejo de guerra fue el ¨²ltimo de los celebrados contra la UMD y cont¨® con m¨¢s pruebas que ninguno anterior, pues al capit¨¢n Herre ros se le aprehendieron todos los documentos de la organizaci¨®n, de cuyo archivo estaba encargado. Le hice ver al Tribunal que, le¨ªdos todos ellos, no hab¨ªa encontrado ninguno del que se pudiese deducir el deseo de una intervenci¨®n armada o violenta. Y que las tres o cuatro frases que hab¨ªa citado el fiscal militar para demostrar lo contrario se hab¨ªan aislado de sus contextos, en los cuales aparec¨ªan otras muchas que las desvirtuaban por entero. Como const¨¢ en el acta, as¨ª lo reconoci¨® el propio fiscal.
No hubo intento de golpe
Hay otro dato que corrobora cuanto digo. Efectivamente, en la causa 250/75 -primera de las incoadas- el juez, en contra de lo habitual, era del Cuerpo Jur¨ªdico Militar -licenciado en Derecho, por tanto- y con muchos a?os de experiencia en la aplicaci¨®n y ense?anza de la Justicia Militar. Pues bien, contando ya con la casi totalidad de la prueba documental del proceso, precis¨®, en el auto de procesamiento, que lo que pretend¨ªan los detenidos era ?que se produjese una situaci¨®n de rehusamiento a obedecer ¨®rdenes superiores? y que el fin de la UMD era ?difundir su ideario y enunciados program¨¢ticos?.
Conviene insistir, pues, que los ?¨²medos? no pretendieron dar ning¨²n golpe militar ni ejercer violencia alguna contra nadie, sino negarse a obedecer, si llegaba el caso, toda orden encaminada a silenciar por la fuerza cualquier manlfestaci¨®n de la voluntad popular.
Esta es la verdadera imagen de la UMD, aunque comprenda que es dif¨ªcil hacer camb¨ªar de criterio a aquellos de mis compa?eros que, de buena fe, creyeron todo lo que desde ciertas jerarqu¨ªas militares se les dec¨ªa.
Y es que la UMD desat¨® en ciertos sectores del Ej¨¦rcito, que hoy llamar¨ªamos ?ultras?, una reacci¨®n desaforada. Como hicieron y hacen siempre, cualquier intento de cambiar una dictadura por una democracia se rechaza calific¨¢ndolo peyorativamente de subvers¨ª¨®n marxista. Los ejemplos de Am¨¦rica del Sur son irrefutables.
Pues bien, el temor en dichos sectores militares a un r¨¦gimen de libertades que se barrunta cada vez m¨¢s pr¨®ximo da lugar a una obsesiva dedicaci¨®n al tema de la subversi¨®n. Conferencias, cursos, art¨ªculos, declaraciones y textos oficiales tratan reiteradamente del tema, que se presenta como una forma de acci¨®n, iniciada ya, contra la sociedad entera y contra el Ej¨¦rcito en particular, con la finalidad de acabar con la paz y el progreso de Espa?a.
La UMD no escapa a esta obsesi¨®n y merece la atenci¨®n de un libro oficial de difusi¨®n limitada. No puedo difundir su contenido, pero aconsejo a mis compa?eros que, si pueden, lo lean. Podr¨¢n descubrir f¨¢cilmente ese sofisma, tan empleado por los totalitarios, de identificar su ideolog¨ªa con la verdad, y su voluntad, con la de todos; el que discrepe de la primera, o se resista a la segunda, es inmediatamente calificado de antipatriota, traidor y aniquilador de la sociedad. Es por esto por lo que, desde, aqu¨ª, me atrevo a pedir al mando que haga nuevas ediciones del aludido libro y lo reparta por unidades y centros. Sugerencia exaudible si se quiere rendir un buen servicio a la democracia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.