El "ayatollah" Jomeini y la Ilustraci¨®n
Las gentes de todas clases todav¨ªa parecen muy desconcertadas ante el hecho de que un l¨ªder religioso, el ayatollah Jomeini, haya movilizado a todo un pueblo contra el sha recientemente fallecido y su r¨¦gimen y se haya convertido en el indiscutible l¨ªder pol¨ªtico, verdadero amo de Ir¨¢n, sin apenas oposici¨®n relevante. Una realidad como esta no cabe, desde luego, en los esquemas al uso, que son de un progresismo naif y enternecedor. Seg¨²n estos esquemas, las religiones estar¨ªan muertas y bien muertas en todas partes, y, desde luego, ser¨ªan meros apoyos de los viejos poderes corrompidos o puros instrumentos ideol¨®gicos de las clases bienestantes. Estos esquemas, adem¨¢s, son por definici¨®n cient¨ªficos y quienes los comparten -en realidad son ideas a la moda y por tanto patrimonio de la opini¨®n p¨²blica a todos los niveles- se encuentran un poco o un mucho en el caso de los partidarios de Ptolomeo, cuando Galileo les rog¨® que echaran una mirada al catalejo para que se convencieran de que las cosas no eran como pensaban: se negaron en redondo, alegando que las autoridades y la ciencia no pod¨ªan equivocarse. Y, sin embargo, las cosas se mueven y hay que percatarse de ello: es la Tierra la que da vueltas en derredor del Sol, y un l¨ªder religioso, un sant¨®n o morabito chiita el que ha levantado a todo un pueblo contra un tirano y hace aceptable por ese pueblo su propia tiran¨ªa, a estas alturas de 1980, por razones religiosas precisamente. ?C¨®mo se explica todo esto?Hay muchos factores que explican una cosa, pero el m¨¢s obvio es, sin duda, el de que, al fin y al cabo, las religiones no estaban tan muertas como se ven¨ªa diciendo y que su sustituci¨®n por creencias laicas no ha sido un logro tan perfecto como se ven¨ªa cacareando. Parece incluso que estas ¨²ltimas han venido funcionando a su vez como ?opio del pueblo? e instrumentos de gobierno y que las rebeliones se hacen ahora en nombre de las religiones transcendentalistas, precisamente por lo que tienen de elemento transcendental: su fe. Estamos en verdad en plena paradoja, y, en Ir¨¢n en concreto, han funcionado las cosas de la manera que ha visto muy bien Jacques Julliard en unas ya antiguas reflexiones: ?All¨ª donde hasta el presente la oposici¨®n laica y progresista era impotente a falta de un suficiente calado en los esp¨ªritus y a falta tambi¨¦n sin duda de un sistema de valores lo suficientemente diferente de la industrializaci¨®n modernista representada por el sha y su entorno, la intervenci¨®n de un principio espiritual se ha revelado decisiva. Y no hay por qu¨¦ extra?arse de esta evoluci¨®n desde que la palabra socialismo no puede ser ya el nombre dado a la resistencia, porque se ha convertido en el s¨ªmbolo mismo de la opresi¨®n. Desde que el socialismo ha dejado de ser un principio espiritual para convertirse en qu¨¦ se yo qu¨¦: en una filosof¨ªa, una doctrina, un sistema pol¨ªtico, un imperio -en cualquier cosa-, era necesario que la esperanza encontrara otra referencia y la rebeli¨®n otro fundamento?. Y ¨¦ste ha sido lo religioso. ?Qui¨¦n podr¨ªa pensarlo?
?Es un extraordinario giro de la situaci¨®n, escrib¨ªa tambi¨¦n J. Julliard. Y para el orgulloso pensamiento marxista, digno y leg¨ªtimc heredero de la filosof¨ªa de las Luces, hay aqu¨ª un esc¨¢ndalo may¨²sculo, un olor de podredumbre que todos los perfumes de Oriente y todas las argucias de Occidente no logran recubrir: hoy es en nombre de la filosof¨ªa en el que se oprime y es en nombre de la fe en el que se produce la rebeli¨®n. Si hoy Voltaire viviera en Rusia, en Polonia o en China tendr¨ªa mil nuevas, razones para escribir: ?Aplastad al infame?. Pero ya no se tratar¨ªa de la Iglesia?. ?No? Dir¨ªamos m¨¢s bien que se seguir¨ªa tratando de la Iglesia, de otra Iglesia, naturalmerite, estructurada como ¨ªdeolog¨ªa y poder, pero desde luego no se tratar¨ªa de la fe, ahora ?heterodoxa?, es decir, libre de cors¨¦s y estructuras, y estar¨ªamos asistiendo a una nueva Aufkl?rung en que la fe iluminada desaf¨ªa a la filosof¨ªa: a la f¨ªlosofia y a la praxis de los Estados totalitarios, del darwinismo social, de la era tecnol¨®gica y del homo consumens y desarrollista, y se ofrececomo ¨²nico espacio de libertad.
En realidad, toda fe transcendente ha sido siempre as¨ª de contestataria y s¨®lo las iglesias han sentido la tentaci¨®n frente a los poderes de este mundo de comportarse como sus ?entretenidas? o de suplantarlos. Y nada tiene de extra?o que el propio Jomeini, un cl¨¦rigo ante todo, haya acabado en seguida aqu¨ª y se haya alzado como saniestro dictador en nombre del profeta. Pero con eso no hace m¨¢s que confirmar la regla: ha traicionado su fe chiita, el fondo de la cual ha definido un tan alt¨ªsimo orientalista como Luis Massignon como ?deseo de justicia temporal y deseo de vida eterna?. Esto es, algo que una filosof¨ªa y una pol¨ªtica no podr¨¢n prometer nunca y que es precisamente lo que mueve monta?as, incluso pol¨ªticas. Y, sin duda, lo que liquidar¨¢ tambi¨¦n al propio Jomeini y otros irracionalismos religiosos: la fe como Ilustraci¨®n.
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