Un entrad¨®n para ver torear
?La gente no quiere ir a los toros, fuera de San Isidro, y menos a¨²n en agosto?, opinaban las sucesivas empresas de Las Ventas. Tal es el resultado de las encuestas art¨ªsticas que ellas mismas hac¨ªan, posiblemente entre media docena de amiguetes en el bar. Su propia experiencia avalaba la rotundidad de la afirmaci¨®n porque anunciaban seis toros de Garc¨ªa Romero con Pel¨¦ y Mel¨¦, y s¨®lo acud¨ªamos a la plaza la m¨²sica y ac¨¢. Pero el domingo se descubri¨® una falla en la encuesta: hab¨ªa un entrad¨®n. Sesudos investigadores han hallado el motivo: Mart¨ªn Berrocal anunci¨® un cartel de toreros.Un cartel, no tres al aligu¨ª. Andr¨¦s V¨¢zquez y Julio Robles, mano a mano, compon¨ªan y componen un buen cartel. Para llenar Las Ventas no hace falta remontarse a Joselito y Belmonte; ni siquiera llamar a filas a los terueles y los manzanares de todas las ferias. La leva puede, e incluso debe hacerse, entre estos espadas que poseen una indiscutida torer¨ªa, los cuales por diversos motivos no han llegado al m¨¢s alto estrellato, o tuvieron que abandonarlo, pero conservan esa cualidad propia del torero de clase que siempre mantiene viva la esperanza de que, en cualquier momento, puede hacer el toreo de escuela.
Plaza de Las Ventas
Un toro de cada una de las ganader¨ªas de Andr¨¦s Garz¨®n, Camaligera, Luis Fr¨ªas (tambi¨¦n el sexto, sobrero, en sustituci¨®n de uno de Javier P¨¦rez Tabernero, devuelto por cojo), Miguel Higueros y Beca Belmonte, todos bien presentados y mansos. Andr¨¦s V¨¢zquez: Estocada ca¨ªda, rueda de peones y descabello (vuelta al ruedo). Media estocada tendida perdiendo la muleta, rueda de peones y tres descabellos (pitos). Bajonazo descarado (bronca). Julio Robles: Media (vuelta). Cuatro pinchazos y media delantera (ovaci¨®n y saludos). Media trasera tendida (aplausos).
Con los Pel¨¦ y Mel¨¦ de todos los veranos en Las Ventas no hab¨ªa esperanza alguna de que se viera el toreo, as¨ª saliese lo m¨¢s bravo y noble de las mejores divisas ganaderas. Con Andr¨¦s y Julio, en cambio -lo mismo ocurre con otros muchos diestros-, esa esperanza est¨¢ presente en todas las circunstancias de la lidia. La faena del veterano espada de Villalpando al noble ejemplar que abri¨® plaza tuvo el regusto del toreo de calidad en sus m¨²ltiples detalles, en la variedad de las suertes, en la ligaz¨®n, en la hondura de unos redondos bien templados con los remates impecables de pecho, en el artificio brillante de molinetes y cambios de mano, y tambi¨¦n en el conjunto del trasteo todo, que estaba construido con sentido lidiador, con el prop¨®sito de dominio que debe tener siempre la confrontaci¨®n con el toro.
Las faenas de Julio Robles, en todo momento por encima de las condiciones de sus enemigos, a?adieron vibraci¨®n al estilo depurado y a la concepci¨®n cl¨¢sica de su toreo. Porfi¨® y oblig¨® con muche, valor al prob¨®n-reserv¨®n Camaligera, domin¨® con eficaces y hermosas dobladas rodilla en tierra al de Higueros, que se quedaba corto, y luego le tore¨® en redondo con hondura, m¨¢s un apunte de naturales, en los que aguant¨® gallardamente las ¨¢speras acometidas. Al manso sobrero de Fr¨ªas, que era incierto por ambos pitones, lo castig¨® por bajo y lo prepar¨® con inteligencia y sobriedad para la suerte suprema.
Tanto Andr¨¦s como Julio lucieron en el toreo a la ver¨®nica en determinados momentos, e hicieron quites por chicuelinas, que en la versi¨®n de Robles tuvieron suavidad y empaque. En real?dad, la tarde habr¨ªa sido mucho mejor de haber acompa?ado el juego de las reses, todas las cuales resultaron mansas, y de haber mostrado V¨¢zquez un poco m¨¢s de ¨¢nimo para medirse con sus toros de Fr¨ªas y Beca, a los que traste¨® con muchas precauciones. Con el de Fr¨ªas aun lleg¨® a instrumentar un muleteo de recurso muy torero, pero frente al de Beca se dedic¨® con af¨¢n a la higi¨¦nica tarea de quitarle las moscas.
Bueno, la tarde pudo ser mejor, como dec¨ªamos, pero las hemos visto peores -en esas ferias de Dios, por ejemplo- y, por supuesta, vimos torear, que era la ilusi¨®n de todos.
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