Carter informa al Senado sobre las conexiones de su hermano con el Gobierno libio
A menos de una semana de la apertura, el pr¨®ximo lunes en Nueva York, de la convencci¨®n nacional dem¨®crata, el presidente Jimmy Carter se esfuerza para limitar los efectos de una ?convenci¨®n abierta? que pueda poner en peligro su nominaci¨®n como candidato dem¨®crata a la reelecci¨®n presidencial del 4 de noviembre.
Carter present¨® ayer al subcomit¨¦ senatorial que investiga el esc¨¢ndalo de su hermano Billy como ?agente libio?, un importante informe donde esclarece la vinculaci¨®n de Billy con la Casa Blanca. Una conferencia de prensa televisada en directo para toda la opini¨®n p¨²blica norteamericana, deber¨ªa permitir a Carter remontar la pendiente de popularidad, cuyos ¨ªndices son actualmente los m¨¢s bajos en toda la reciente historia presidencial de EE UU.?El informe al Senado pone fin al asunto Billy Carter?, declararon medios de la Casa Blanca, confiados en zanjar la pol¨¦mica senatorial cuya investigaci¨®n en curso intenta determinar, ante todo, si existi¨® o no influencia de Billy Carter sobre las decisiones de su hermano, el presidente Jimmy Carter, en materia de relaciones entre EE UU y Libia.
Jimmy Carter prepar¨® el informe durante el pasado fin de semana en Camp David, acompa?ado de sus m¨¢s ¨ªntimos colaboradores. Intent¨® dejar claro que ?no hubo influencia? y que las actividades de Billy Carter al servicio de los intereses libios (por las que cobr¨® m¨¢s de quince millones de pesetas y ten¨ªa pr¨¢cticamente concedido un cr¨¦dito bancario por valor de unos 35 millones de pesetas) es un asunto que s¨®lo implica a su hermano.
Sin embargo, figura en los documentos, facilitados por la propia Casa Blanca, que Jimmy Carter estaba al corriente de las actividades, desde el primer viaje de Billy a Tr¨ªpoli, en septiembre de 1978. A iniciativa de su esposa Rosalyn y de su consejero en temas de seguridad, Zbigniew Brzezinski, el presidente Carter requiri¨® los ?servicios? de su hermano Billy, a finales de noviembre de 1979, para intentar una ?mediaci¨®n? libia en pro de la liberaci¨®n de los rehenes norteamericanos en Ir¨¢n, 52 de los cuales cumplieron ayer su noveno mes de cautiverio. Situaci¨®n que parece irresoluble, a pesar de la desaparici¨®n del sha. Puede, incluso, complicarse si Estados Unidos decide expulsar a los 192 detenidos de origen iran¨ª, a causa de la manifestaci¨®n violenta que protagonizaron en Washington el d¨ªa de la muerte del sha. Una docena de estudiantes iran¨ªes, protegidos por la polic¨ªa, protestan actualmente frente a la Casa Blanca por medio de una huelga de hambre, frente a los ciudadanos norteamericanos y los turistas, que no comprenden muy bien la actitud de los iran¨ªes, cuando 52 s¨²bditos norteamericanos contin¨²an detenidos en Ir¨¢n.
Pero, tanto la situaci¨®n en Ir¨¢n, como el esc¨¢ndalo Billy Carter, pasan a un segundo plano para la Administraci¨®n del presidente Carter, que debe hacer frente al movimiento de oposici¨®n dentro de su propio partido que pretende descalificarlo como candidato a su reelecci¨®n.
Edward Kennedy manifest¨® estar ?completamente convencido? que habr¨¢ una ?convenci¨®n abierta? en el Madisson Square, en Nueva York. El senador Robert Byrd, l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata, se pronunci¨® durante el pasado fin de semana tambi¨¦n a favor de la libertad de voto (convenci¨®n abierta) para los 3.331 delegados dem¨®cratas, entre los cuales Carter contaba, en principio, con una confortable mayor¨ªa de m¨¢s de 300 de los 1.666 necesarios para su nominaci¨®n. Mantener la corriente de delegados pro Carter, con o sin convenci¨®n abierta, es la principal preocupaci¨®n del presidente de EE UU. Posiblemente por ello, ha avanzado la definici¨®n de su postura en el ?esc¨¢ndalo Billy?, denominado aqu¨ª el Billygate.
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