Mixta, sopor¨ªfera, canicular e inclusera
Sucedi¨® la corrida mixta, entre bostezos, al sopor de la can¨ªcula, con alg¨²n agradecido suspiro por la refrescante torer¨ªa que se produjo de vez en vez. La corrida mixta: un invento de Mart¨ªn Berrocal, que est¨¢ bien, claro, cuan do te pone a lo mejorcito o a lo m¨¢s deseado de cada categor¨ªa o modalidad torera, tal como los mouras, curros y pepeluises. Pero que ya no est¨¢ bien cuando para cada representaci¨®n cualquiera vale. La corrida, entonces, pierde entidad, carece de apellidos, es inclusera.Qu¨¦ gracia, inclusera dice usted, cuando esa tarde sopor¨ªfera del domingo toreaba Gregorio Tebar, apodado El Inclusero, quiz¨¢ no muy apropiadamente. Y viene de perlas el calificativo, ya ves, porque fue El Inclusero quien salv¨® un poco la corrida, la dio tono cuando lleg¨® a tener tono (unos ratitos nada m¨¢s) y nos dej¨® con el regustillo del bien torear. A cuentagotas se produjo el bien torear, una l¨¢stima, aunque menos da una piedra. Los toros debieron tener la culpa. Uno era reserv¨®n y se quedaba corto. El otro, desesperantemente tardo. Con ambos estuvo aseado, analizada en conjunto la labor de El Inclusero, y en ambos, cuando pudo, ejecut¨® bellamente las suertes. Afe¨® su labor en el primero por su af¨¢n de ara?ar el triunfo, pues se pas¨® de faena instrumentando pases que rechazaba el toro, lo que ocasion¨® que luego le costara cuadrar.
Plaza de Las Ventas
Corrida mixta. Dos toros de Cortijoliva, bien presentados' mansos. El Inclusero: Pinchazo del que sale volteado, med¨ªa estocada ca¨ªda, aviso con retraso y dos descabellos (silencio). Estocada baja (vuelta). Dos novillos de Juan Andr¨¦s Garz¨®n, terciados y manejables. Antonio Ram¨®n Jim¨¦nez: Dos pinchazos a toro arrancado, estocada atravesada que asoma, rueda de peones y descabello (silencio). Pinchazo y estocada aguantando (aplausos). Dos toros para rejones de Cortijoliva, escurridos y manejables. Javier Buend¨ªa, silencio en los dos.
Las faenas -?se ha dicho alguna vez?- tienen su medida. Una faena debe concluir cuando el toro pide la muerte. El Inclusero oblig¨® a su segundo a ped¨ªrsela mediante tres ayudados por alto hondos, hermos¨ªsimos, y otro por bajo que dej¨® a la fiera hecha una estatua. S¨®lo por esos muletazos soberanos yo le habr¨ªa dado una oreja a El Inclusero; s¨ª, en Las Ventas, ya s¨¦, y me quedar¨ªa tan ancho.
Pero hubo m¨¢s. Unas ver¨®nicas variadas y suaves hubo, ganado terreno, y unos redondos de marca, mayor, principalmente en el quinto de la tarde. Adelantaba la muleta El Inclusero, mandaba en el viaje. Los viejos aficionados explicaban as¨ª este toreo -el toreo- que en la tauromaquia te¨®rica se llama parar, templar y mandar: ?Tome usted, venga usted, vaya usted con Dios?. Y El Inclusero lo instrumentaba natural y erguido, con depurado estilo, cual debe ser, al contrario que tanto fen¨®meno de esos que para torear se tumba, hasta se descoyunta, en la creencia de que el toreo es ejercicio propio de contorsionistas.
Tambi¨¦n instrumenta con gusto el toreo Antonio Ram¨®n Jim¨¦nez y lo que cuaja, lo cuaja, no hay reparos que oponer, si bien de la ligaz¨®n no quiere saberse nada, necesita todo el ruedo para trastear con la muleta y tiene, el pie demasiado ligero para quitarse de enmedio. Antonio Ram¨®n Jim¨¦nez, un buen novillero que no acaba de confiarse, tore¨® y bail¨®. Con el calor que hac¨ªa.
Completaba la mixtura el rejoneador Javier Buend¨ªa, que o no tuvo su tarde o no es de los buenos. Fall¨® rejones, quebr¨® bien en banderillas, aunque reun¨ªa m¨¢s all¨¢ de la grupa, y aburri¨®. Parte de los bostezos se debieron al asunto de la caballer¨ªa. Te dorm¨ªa el espect¨¢culo y a El Inclusero se le acumulaba, a continuaci¨®n, el trabajo, pues ten¨ªa que dominar al toro y despertar al personal, todo de una vez. De masiado para su cuerpo.
Toritos de una vara, mansones, eran los del domingo, excepto el quinto, un Cortijoliva de trap¨ªo, que derrib¨® dos veces, dos. Los de rejones, escurridos sobre despunta dos, no eran para esta plaza. Claro que tampoco lo es la berrocale?a corrida mixta, y en esas estamos.
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