Berlanga y su historia frustrada
Hubiera sido un bonito proyecto. Luis G. Berlanga, como presidente de la Filmoteca Nacional, estaba al frente de ¨¦l. Rode¨¢ndole ayud¨¢ndole, organiz¨¢ndole (porque Berl¨¢nga siempre necesita que alguien le organice), un nutrido equipo de profesionales, entre los que destacaba Basilio M. Patino, especie de director t¨¦cnico del invento. Se trataba, nada menos, que de ofrecer una exposici¨®n antol¨®gica de la historia del cine espa?ol desde sus or¨ªgenes hasta nuestros d¨ªas, altern¨¢ndola con una informaci¨®n sobre la historia del cine internacional. El Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid iba a recoger en primer lugar el material ya almacenado (o localizado, al menos) que este equipo hab¨ªa ido concretando a lo largo de algunos meses. Faltaba a¨²n mucho m¨¢s, por supuesto, ya que la historia del cine espa?ol es, en muchos casos, la de una gran dispersi¨®n. Pero no faltaba entusiasmo ni posibilidades para recuperarlo. S¨®lo, eso s¨ª, la ayuda econ¨®mica del Ministerio de Cultura, que en tiempos del ministro Ar¨¦valo. iba a ser tan real como contundente. Desapareci¨® de su despacho, pr¨¢cticamente de pronto, y la ayuda ministerial qued¨® en suspenso. Ahora, dice, no hay dinero para el proyecto.Es lamentable. Parece como s¨ª los organismos oficiales tuvieran miedo de cualquier revisi¨®n hist¨®rica. Creen, en lo que al cine espa?ol se refiere, que todo se limita al cine hist¨®rico (que no tendr¨ªa, a pesar de todo, que horrorizar tanto a los dem¨®cratas de hoy) o a la historia de la censura (contra la que tambi¨¦n ellos deben estar en contra). Poco creen en que una revisi¨®n del cine espa?ol podr¨ªa, por el contrario, revitalizar entusiasmos apagados, ilustrar sobre fen¨®menos poco conocidos, situar los puntos en sus ¨ªes respectivas, sin demagogias ni oportunismos. La Filmoteca Nacional, descle que Berlanga la preside, se ha tomado muy serio la recuperaci¨®n de pel¨ªculas y documentos que hasta ahora dorm¨ªan (si no hab¨ªan desaparecido) en despachos o casas particulares. Es un trabajo necesario e importante, pero que tampoco debe encerrarse ahora en los archivos de la Filmoteca. La exposici¨®n ten¨ªa, entre otros fines, publicitar el material logrado y, dentro de su labor, ayudarse a recuperar nuevos documentos.
La entrada recordar¨ªa los tiempos de las ferias, donde el cine comenz¨® sus pinitos. A lo largo de un amplio pasillo -especie de t¨²nel del tiempo-, una antolog¨ªa de los aparatos primitivos con que los primeros cineastas de la historia filmaron sus pel¨ªculas. M¨¢s tarde, la concreci¨®n espa?ola del fen¨®meno, con fotos, trajes, guiones, voces en off y pel¨ªculas. Una estructuraci¨®n l¨®gica y rigurosa de los momentos m¨¢s importantes de la historia en que la exposici¨®n estar¨ªa repartida. Paralelamente, en una sala de proyecci¨®n, se ir¨ªan presentando ¨ªntegramente las pel¨ªculas m¨¢s significativas de esos momentos; si el visitante no quer¨ªa contemplar pel¨ªculas completas, tendr¨ªa en decenas de videos los fragmentos que le ilustraran sus contenidos. Era, en conjunto, un proyecto ¨²nico que cualquier pa¨ªs con la trascendencia cinematogr¨¢fica del nuestro hubiera aupado sin reservas. Aqu¨ª, sin embargo, la cosa va lenta e insegura. Los entusiasmos van apag¨¢ndose porque ya el personal comienza a cansarse de luchar contra los elementos y llegar agotado al momento en que el trabajo real debe comenzar. Las energ¨ªa se pierden, generalmente, en despachos ministeriales, en charlas con ejecutivos, en demoras y demoras.
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