Italia: lucha entre televisiones privadas y la RAI / y 2
La lucha entre la red estatal RAI y las televisiones privadas de Italia por batir los ¨ªndices de audiencia y atraer las inversiones publicitarias se refleja tambi¨¦n en la contrataci¨®n de estrellas y personal directivo y en la competitividad de los programas de entretenimiento.El 7 de octubre del a?o pasado sal¨ªa al aire -cuarenta emisoras privadas funcionaban ya en Lazio (Roma)- la Rete Televisiva Italiana (RTI), dirigida por un grupo de periodistas del diario Il Messagero, propiedad del grupo Perrone. La emisora distribuy¨® programas comprados en el extranjero, con cu?as de publicidad, a otras veinte emisoras repartidas por toda Italia. En pugna con la RAI, le arrebat¨® la exclusiva para programar la serie Los ¨¢ngeles de Charlie. El prop¨®sito de RTI era avanzar hacia una programaci¨®n competitiva con la RAI en el modelo de programas y al margen de los audaces espacios er¨®ticos, tipo Hor¨®scopo sexual o el milan¨¦s Pijama salvaje, espacio en que la joven Marina, dieciocho a?os, se ofrece a la medianoche de los s¨¢bados a cenar y pasar la tarde con el telespectador que venza en el programa-concurso de seducci¨®n por tel¨¦fono.
Primero fue el coronel Edmondo Bernacca, el coronel m¨¢s famoso de toda Italia, que trabaj¨® toda su vida en la secci¨®n de meteorolog¨ªa del primer canal de la RAI. La empresa estatal decidi¨® jubilarle, y fue contratado por el editor Mondadori para su emisora Uomo TV (Hombre TV), televisi¨®n que se nutre de buen n¨²mero de periodistas del diario de Mondadori, La Repubblica.
Hoy, Luciano Salce, Nanni Loy, Catherine Spaak, Iva Zaniccini, Nino Benvenuti, Rita Pavorie y muchos otros, son presentadores de programas en las privadas. Junto a ellos, un nutrido grupo de viejas estrellas de la RAI, como Mike Bongiorno, una especie de I?igo y Kiko Ledgard juntos, el comentarista deportivo Paolo Frajese o el directivo Carlo Fuscagni, contratados todos ellos por otro editor que se abr¨ªa paso en el mundo de la televisi¨®n, Silvio Berlusconi, propietario de Telemilano.
La ¨²ltima y m¨¢s notoria p¨¦rdida para la RAI se produjo hace dos meses: el director del primer canal de la RAI, Minimo Scarano, se march¨® al grupo editorial Rizzoli. El ex director de la RAI se hab¨ªa cansado de la batalla pol¨ªtica entre partidos por ocupar y repartirse e organigrama de la televisi¨®n estatal. Cuando Scarano sali¨® del edificio de la avenida Manzini, ning¨²n conserje le ayud¨® a transportar su equipaje y, en sus primeras declaraciones, concedidas al semanario Panorama (28 de julio), afirma que ha llegado la hora, de la calidad para las televisiones privadas y abandonar ?el ininterrumpido anillo de filmes, telefilmes y pasatiempos?. Scarano propugna el incremento de producci¨®n propia y no es partidario de la creaci¨®n de la ?cuarta red? en manos de las principales editoriales, en un momento en que los comunistas italianos anunciaron la creaci¨®n de una red nacional de televisi¨®n para su partido.
Sin embargo, los precedentes del intento alem¨¢n de Springer, hasta ahora sin ¨¦xito, de complementar las actividades period¨ªsticas con una cadena de televisi¨®n, es una de las posibles salidas en el caso italiano. Cinco editores de libros diarios y revistas -Berlusconi, Mondadori, Perrone, Rizzoli y Rusconi- controlan ya buena parte de las televisiones privadas Mientras Berlusconi y Mondadori son partidarios de crear grandes cadenas al estilo norteamericano, la Compagnia Televisioni Associate (CTA), que agrupa a diecisiete emisoras (vinculadas al grupo Rizzoli, a los diarios La Stampa y Paese Sera, entre otros), es partidaria de crear una infraestructura t¨¦cnica y determinados servicio comunes, pero respetando la autonom¨ªa de cada emisora. Seg¨²n el semanario L'Europeo, la instalaci¨®n de una emisora supone la inversi¨®n de unos sesenta millones de pesetas y los costes para emitir programas durante doce horas diarias oscilan entre doscientos y trescientos millones de pesetas al a?o.
Las emisoras privadas tienen que enfrentarse ahora a una severa disposici¨®n gubernamental que pretende acabar con el fraude en la emisi¨®n de m¨²sica, cine y v¨ªdeo, sin obtener los derechos de retransmisi¨®n. M¨¢s de 3.500 delitos est¨¢n en los juzgados y un decreto sancionar¨¢ con uno/cinco a?os de c¨¢rcel a los infractores que, hasta hoy, prefer¨ªan las sanciones econ¨®micas.
Las peque?as emisoras, sin embargo, se ven amenazadas por la inminente ley del ministro Vittorino Colombo, proyecto que los comunistas rechazan porque favorece la concentraci¨®n en manos de las grandes, pero que los socialistas comparten, partidarios de la ?cuarta red? privada. El proyecto de ley supone reducir a setenta el n¨²mero de emisoras (casi cuatrocientas en la actualidad), obligar a que el 50% de las emisiones sean de producci¨®n propia, que la publicidad no supere el 10% del tiempo total de programaci¨®n y que la cobertura de cada emisora no sea superior a cinco millones de habitantes.
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