La bicicleta, ante una nueva dificultad: el transporte en tren
El cicloturismo, o pr¨¢ctica no competitiva del ciclismo en carretera, se encuentra reglamentado por la Federaci¨®n Internacional desde finales de enero de este a?o, en atenci¨®n a los miles o millones de practicantes en todo el mundo. En Espa?a, sin embargo, la falta de mentalizaci¨®n, que empieza en este caso por las autoridades competentes, ?obliga? l¨®gicamente a que el desarrollo sea muy lento. Salir a la carretera, sin pistas adecuadas para los veh¨ªculos de las dos ruedas, comporta un riesgo evidente, incluso si se hace en grupo. Sin embargo, el ?campo?, gen¨¦ricamente, es zona adecuada para montar en bicicleta como recreo. El problema, si se trata de Madrid, se centra en c¨®mo llegar c¨®modamente a lugares donde el abogio circulatorio no sea ?excluyente?. Para quien no tenga autom¨®vil, el tren es el medio ideal de hacerlo, pero la situaci¨®n actual est¨¢ en las dificultades que los ferrocarriles ponen a los usuarios para viajar con su bicicleta. El caso no es nuevo, pues en Europa se ha planteado hace ya tiempo y, sin ir m¨¢s lejos, el ejemplo m¨¢s cercano ha estado recientemente en Francia.Los trenes galos de la SNCF prohibieron el transporte de los veh¨ªculos de dos ruedas y la campa?a realizada por todas las organizaciones velocip¨¦dicas solucion¨® el tema. En Espa?a, siempre con retraso, a¨²n se puede escuchar a los revisores de trenes de cercan¨ªas madrile?os frases como ¨¦sta al ver una ?bici?: ?S¨®lo me faltaba ya meter coches aqu¨ª?. Los trenes que van a la sierra, concretamente, atestados de monta?eros y esquiadores en cada ¨¦poca, no son precisamente utilizados por personas ?sin equipajes complicados?, pero ya no se les ponen pegas, porque ?est¨¢n aceptados?. Lo rid¨ªculo es que Renfe a¨²n no tenga solucionado el ?nuevo caso?, bien con departamentos aparte, bien de otra forma, y s¨ª, en cambio, practique la ?manga ancha?, tras mucho discutir, o encuentre maneras tan ins¨®litas como hacer pagar billete completo a la bicicleta, igual que si se tratara de una persona.
En los trenes de largo recorrido, la situaci¨®n ya es menos complicada, aunque s¨®lo relativamente. Un usuario que iba a pasar sus vacaciones a B¨¦lgica y Holanda (donde si se es aficionado casi resulta obvio suponer que ?necesita? bicicleta) debi¨® facturar su bicicleta una semana antes de viajar para que llegara m¨¢s o menos a la vez que ¨¦l a su destino. No poder hacerlo al mismo tiempo, con el perjucicio de un posible extrav¨ªo, por muchas indemnizaciones posteriores que recibiera, y siempre con la incertidumbre de cu¨¢ndo podr¨¢ utilizar ?la mercancia?, tambi¨¦n parece un desatino.
Perspectivas circulatorias
De todas formas, los problemas que actualmente se plantean sobre la utilizaci¨®n de la bicicleta deben quedar bien separados en dos apartados: los recreativos, o de ejercicio f¨ªsico exclusivamente, y los circulatorios. Los primeros tienen este nuevo techo a superar, pero quiz¨¢ la ?mezcla? de ambos sea el mayor que se va a plantear cara al futuro. La asociaci¨®n ecologista AEPDEN-Amigos de la Tierra, dio un comunicado esta misma semana en el que se incid¨ªa en el tema. Al estar en contra de los circuitos del Retiro o de la Ciudad Universitaria, centraba una campa?a v¨¢lida pro bicicleta que puede distorsionarse al confundirse los objetivos. La bicicleta es una verdadera alternativa de transporte en la ciudad, y las miras fundamentales deben dirigirse hacia ello. Si los vel¨®dromos que funcionan, como el de Pr¨ªncipe de Vergara, o los circuitos en perspectiva no se encaminan fundamentalmente a ese fin y, en cambio, s¨®lo a la diversi¨®n, por mucho tiempo es un error. Se trata de ir hacia la descongesti¨®n de la ciudad, pero no de acotar zonas para simple recreo. Para ello, mejor est¨¢n las zonas ?vacacionales?, aunque tampoco queden excluidas algunas en los centros urbanos.
El ejemplo del citado vel¨®dromo Pr¨ªncipe de Vergara es ya claro. Precisamente cerrarlo al tr¨¢fico los d¨ªas festivos, cuando la circulaci¨®n es menor por Madrid, ya es un contrasentido s¨®lo ?aprovechado? en su mayor¨ªa por ni?os. Ahora que se plantea acotar con bordillo determinados carril-bus, podr¨ªa pensarse tambi¨¦n en las bicicletas. Sin embargo, resulta evidente que en muchas calles de Madrid, al margen ya de las limitaciones de cada persona en las cuestas, no se podr¨¢ nunca tener carriles-bici por su estrechez. En ellas, al igual que sucede en ciudades europeas como Amsterdam, por ejemplo, el civismo del automovilista y el n¨²mero cada vez mayor de ciclistas -y, por consiguiente, menor de autom¨®viles-, incluido su imprescindible dominio del vehiculo -lo que tambi¨¦n se coge con la experiencia-, ser¨¢n las soluciones viables y factibles.
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