Un presidente con su reglamento particular
El cuarto de la tarde era uno de esos toros que recelan de los capotes; retroceden en lugar de embestir cuando se les cita. Un toro de tantos en los desconcertantes momentos de la salida del chiquero, quiz¨¢ deslumbrados por el sol y, desde luego, ignorantes de la que les espera en la lidia y que pronto se arreglan, si no es con los capotes, cuando aparecen los caballos. Pero el presidente de la plaza de Sevilla, que tiene su reglamento particular, lo devolvi¨® al corral.Ni siquiera permiti¨® que intervinieran los picadores. Su decisi¨®n fue expeditiva y antirreglamentaria, si se tiene en cuenta el texto legal vigente desde 1962,que en lo que concierne a este cap¨ªtulo de los toros aparentemente mansos, o mansos declarados, o que no dan juego, prev¨¦ exactamente lo mismo, en esencia, desde la invenci¨®n de la tauromaquia, es decir, que tienen su lidia y no pueden ser devueltos al corral.
Plaza de Sevilla
Corrida de la Virgen de los Reyes. Cinco toros de Jos¨¦ Murube, con trap¨ªo, manejables. Cuarto sobrero de Ruchena, bien presentado y manejable. Manolo Cort¨¦s: pinchazo hondo, rueda de peones y dos descabellos (bronca). Estocada desprendida, estocada trasera, dos descabellos, aviso adelantado y otro descabello (silencio). Antonio Chac¨®n: pinchazo y estocada ca¨ªda (vuelta con algunas protestas). Estocada ligeramente atravesada, primer aviso con un minuto de retraso; intenta el descabello, segundo aviso, y rueda el toro (vuelta). Pepe Luis Vargas: pinchazo, estocada atravesada y estocada corta (ovaci¨®n y saludos). Dos pinchazos, estocada delantera, perdiendo la muleta y descabello (silencio).
Avisos a destiempo y agravios comparativos
Pero la presidencia sevillana tambi¨¦n tiene su reglamento particular en materia de avisos, que le permite darlos a su antojo y, desde luego, nunca en el tiempo debido. Estas son las pruebas: a Manolo Cort¨¦s se le envi¨® con medio minuto de adelanto, cuando rodaba el toro a golpe de descabello, mientras el primero de Antonio Chac¨®n fue con un minuto de retraso. Y se qued¨® tan orondo el se?or presidente, a pesar de que hab¨ªa ignorado durante toda la tarde el reglamento verdadero y de que hab¨ªa incurrido en agravio comparativo con los diestros.
El p¨²blico, sin embargo, corrigi¨® estas veleidades -como siempre en La Maestranza- y dio a cada cual lo suyo: a Manolo Cort¨¦s, una bronca de abrigo, y a Antonio Chac¨®n, ovaciones. Cort¨¦s hab¨ªa toreado mal, y bien Chac¨®n. Cort¨¦s est¨¢ en. que no est¨¢. Cort¨¦s lleva demasiado tiempo pensando en las musara?as taurinas. No se puede estar en activo y salir todas las tardes a poner reparos a los toros. En lugar de buscarles el lado bueno, les busca el lado malo. Prueba y prueba las embestidas hasta que las encuentra un defecto, y entonces se decide a ali?ar. Manolo Cort¨¦s parece empe?ado en tener excusas para no torear. Con el Murube que le correspondi¨® y el sobrero de Ruchena pudo hacer faenas, pero no quiso. Ambos toros las ten¨ªan cuando llegaron a sus manos. Despu¨¦s de desenga?arlos con el t¨ªpico trasteo por la cara en la eterna probatura de nobles y garantizadas fijezas, ya no, claro, pues les dej¨® avisados.
Tambi¨¦n est¨¢ avisado el p¨²blico, y pudimos observar en La Maestranza que empieza a cansarse de un torero veterano, como es ¨¦ste, que se ha pasado su vida profesional en plan de promesa permanente. En cambio, con Chac¨®n se volcaron los aficionados porque ejecut¨® perfectamente la ver¨®nica, hizo un fino quite por chicuelinas, y en sus dos faenas de muleta instrument¨® el toreo bueno. La primera le sali¨® atropellada, pero en la segunda se gust¨® en buenas series de pases en redondo, bien dibujados, correctos de temple y remate, bonitos y toreros. El trasteo seguramente fue excesivamente largo y decayeron, por tanto, los aires de triunfo con que hab¨ªa comenzado, pero en la suerte suprema se perfil¨® en corto, baj¨® la mano y hundi¨® el acero por las agujas. Para su desgracia, lo hundi¨® un poquito atravesado, lo cual ocasion¨® que se amorcillara el toro y transcurriera tiempo suficiente para los tres avisos o casi, y por ello perdi¨® la oreja que hab¨ªa ganado.
Descolocaci¨®n y continuo sobresalto
El tercer espada era Pepe Luis Vargas, que nos hizo pasar la tarde en un continuo sobresalto. Muy nervioso, sin sitio y sin t¨¦cnica, estuvo a merced de los toros en todas sus intervenciones. Como se descolocaba, sus faenas de muleta supusieron una suma de achuchones, y si no sali¨® por los aires se debi¨® a que los Murube ten¨ªan nobleza. El ¨²ltimo, sobre todo, era de faen¨®n y triunfo grande.
Murubes bien presentados, con trap¨ªo y fuerza, con casta, aunque no tuvieran bravura, son los que salieron en esta tradicional corrida sevillana de la Virgen de los Reyes, que llev¨® p¨²blico a la plaza y result¨® muy entretenido. Adem¨¢s le vali¨® al aficionado de estos pagos de gustoso aperitivo a la peque?a feria del centenario de la plaza de El Puerto de Santa Mar¨ªa, que empieza en serio esta tarde. All¨ª estaremos.
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