El pobre balance del primer a?o del PEG
Al cumplirse un a?o de la divulgaci¨®n por parte del Ministerio de Econom¨ªa, del ?Programa a medio plazo para la econom¨ªa espa?ola?, el panorama que la situaci¨®n actual ofrece no puede ser m¨¢s pesimista. Desde la Uni¨®n General de Trabajadores nadie se hizo nunca grandes ilusiones, no sobre la bondad de dicho programa ni sobre la capacidad de cumplimiento riguroso del mismo por parte del Gobierno. Pero una cosa era esto y otra ha sido la realidad, que ha superado, en lo que a aspectos negativos se refiere, a las previsiones m¨¢s pe simistas que sobre el ?programa? se hicieron en su d¨ªa.El documento en cuesti¨®n apareci¨® dominado por el m¨¢s puro liberalismo econ¨®mico, por su intento claro de hacer entrar al sistema productivo espa?ol en los m¨¢s netos principios de la econom¨ªa de mercado. Todo este conservadurismo econ¨®mico apareci¨® envuelto en una prosa seg¨²n la cual la reducci¨®n del papel del sector p¨²blico y la vuelta de ojos al mercado aparec¨ªan como algo innovador, como algo que permitir¨ªa superar los moldes keynesianos, cuando no hay que olvidar que los economistas cl¨¢sicos y neocl¨¢sicos son muy anteriores a Keynes y bien poco contribuyeron en su d¨ªa a superar la crisis econ¨®mica de los a?os treinta.
Las previsiones de crecimiento para la econom¨ªa espa?ola del ?programa a medio plazo? para 1979 fueron excesivamente optimistas. En agosto de 1979, fecha de aparici¨®n del mismo, el Gobierno preve¨ªa un aumento real del PIB del 2,5% para, 1979, y dicho au mento fue s¨®lo del 0,8%. En todo el pasado a?o, el total de puestos de trabajo se redujo en Z71.000 y el paro creci¨® en 251.000, disminuyendo tambi¨¦n a lo largo del mismo la cobertura del seguro de desempleo. Esta situaci¨®n ha continuado agrav¨¢ndose durante los seis primeros meses de 1980, como lo demuestran los resultados de la encuesta de poblaci¨®n activa para los trimestres primero y segundo, a pesar del artificio estad¨ªstico que ha supuesto el quitar del total de parados a los j¨®venes con catorce y quince a?os. Un aumento de 142.600 parados en seis meses y una reducci¨®n del empleo en 390.000 puestos de trabajo en el mismo per¨ªodo de tiempo es un resultado bastante pobre para la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, siendo de desear que este comportamiento no se prolongue en la segunda parte de 1980.
Desde el ¨¢ngulo de UGT, el aspecto del ?programa? relativo a pol¨ªtica de empleo resulta el m¨¢s representativo de las profundas limitaciones del mismo. EI documento citado contemplaba una serie de acciones para aumentar el empleo y un segundo apartado sobre protecci¨®n a los parados. Pues bien, no se ha avanzado nada encuanto a aumento de la escolaridad hasta los diecis¨¦is a?os ni en cuanto a adelanto de la jubilaci¨®n obligatoria. El programa de fomento del empleo de los beneficiarios del seguro de desempleo ha perjudicado sensiblemente a los parados que han cumplido el tiempo m¨¢ximo de percepci¨®n de dicho seguro, pues al no ser beneficiarios no es atractivo su empleo por parte de las empresas, con lo que resultan discriminados cuando m¨¢s necesitan un empleo. Las medidas legales destinadas a favorecer el empleo por parte de los ayuntamientos a los beneficiarios del seguro de desempleo se elaboraron como si todos los parados registrados fueran beneficiarios, con lo que el ?programa? citado ha sido poco aplicado, al no poder aplicar las corporaciones locales una medida que har¨¢ tabla rasa de los parados, no subsidiados. No ha mejorado tampoco el sistema de ayuda al desempleo agr¨ªcola y el empleo comunitario ha seguido adoleciendo de los problemas de discrecionalidad habituales. Por ¨²ltimo, la ley b¨¢sica de Empleo es claramente insatisfactoria para los trabajadores, pues reduce el tiempo de percepci¨®n del seguro de paro, en un momento en que las oportunidades de empleo son m¨¢s bajas que nunca en Espa?a.
La inversi¨®n volvi¨® a retroceder en 1979, en parte por culpa del descenso de la inversi¨®n p¨²blica. La compra de una vivienda ha quedado por completo lejos del alcance de los trabajadores, y no se. contempla, por parte del Gobierno, ninguna mejora en el sistema de acceso a la vivienda para las familias humildes. La ?ayuda econ¨®mica personal? contemplada por la actual legislaci¨®n para eomplementar los pr¨¦stamos a la vivienda ni se tuvo en cuenta en los presupuestos de 1980. Junto a todo lo anterior, los recientes decretos aparecidos modificando las cotizaciones de los trabajadores al seguro de desempleo y el aumento en los precios de los medicamentos van a contribuir a deteriorar a¨²n m¨¢s el clima social. No es posible que el Gobierno pida seriamente la moderaci¨®n salarial para salir de la crisis y que la pol¨ªtica econ¨®mica seguida tenga tan poco de social y resulte tan escasamente favorable para los trabajadores espa?oles. No puede solicitarse continuamente a ¨¦stos que act¨²en con sensatez cuando la pol¨ªtica seguida los tiene tan poco en cuenta.
El ?programa a medio plazo para la econom¨ªa espa?ola? se caracteriz¨® por su profundo conservadurismo y por la ausencia de compensaciones que supuso para la clase trabajadora del pa¨ªs. En el a?o transcurrido desde su aparici¨®n, la firma del acuerdo-marco interconfederal ha sido el aspecto m¨¢s positivo e importante de la pol¨ªtica espa?ola, y poco ha tenido que ver con dicho acuerdo el ?programa? del Gobierno. Todo hace prever y desear que para el pr¨®ximo a?o dicho ?programa? habr¨¢ entrado a formar parte de los documentos olvidados.
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