La pintura veneciana y la m¨²sica
Conferencia del profesor Juli¨¢n G¨¢llego
Con unas palabras previas sobre dos aspectos colaterales que conflu¨ªan en el tema, la m¨²sica en la pintura y la pintura veneciana, Juli¨¢n G¨¢llego, profesor de Historia del Arte de la Universidad Complutense, desarroll¨® su conferencia sobre La m¨²sica en la pintura veneciana del siglo XVIII, dentro del Il Curso de M¨²sica Barroca y Rococ¨® de San Lorenzo de El Escorial.
Comenz¨® el profesor G¨¢llego haciendo alusi¨®n al aspecto sensual, voluptuoso, de la m¨²sica, con la cita de Menandro ?la m¨²sica es la incitaci¨®n al amor?, y la famosa de Shakespeare, al iniciarse ?Noche de epifan¨ªa, o lo que quer¨¢is?. Dice all¨ª Orsino, el duque de Lliria: ? Si la m¨²sica es el alimento del amor, tocad siempre, saciadme con ella, para que mi apetito, sufriendo un empacho, pueda enfermar y as¨ª morir. ?Repetid ese trozo! Tiene una l¨¢nguida cadencia. iOh! Vibra en mis o¨ªdos como el suave susurro que sopla sobre un bancal de violetas, arrebatando y, a la vez, dando perfume. ?Basta! No m¨¢s. Eso no es tan melodioso corno lo de antes ... ?.Pero frente a la m¨²sica como fascinaci¨®n torpe, pecaminosa, prohibida por la Iglesia en los templos, est¨¢ la m¨²sica presentada como paradigma de la armon¨ªa, la prudencia, la sabidur¨ªa. En los emblemas de Andr¨¦s Alciato o en la econolog¨ªa de Cesare Ripa encontramos esas visiones opuestas de la m¨²sica, que tambi¨¦n hallamos en la historia de la pintura. Para ejemplarizar esa interpretaci¨®n polivalente del hecho musical, usada igualmente para premiar a los bienaventurados, como expansi¨®n m¨ªstica, que para incitar al amor humano, el profesor G¨¢llego proyect¨® una serie de diapositivas, desde el fragmento de fresco de Melozzo da Forli, en el Prado (un ¨¢ngel ta?endo el al¨²d con expresi¨®n de m¨ªstico arrobo, o la intelectualizada asepsia de la Santa Cecilia de Poussin, pasando por el misterioso realismo de Caravaggio, que tiene mucho de sensual y poco de m¨ªstico) hasta las claras connotaciones sensuales de ciertos interiores de Vermeer.
Continu¨® des pu¨¦s el profesor G¨¢llego examinando la pintura veneciana, para lo cual traz¨®, con lujo de detalles, la historia de la bella ciudad del Adri¨¢tico, desde sus or¨ªgenes, poniendo de relieve la situaci¨®n estrat¨¦gica de la ciudad como puente indispensable entre Oriente y Occidente. Record¨® la vocaci¨®n marinera de Venecia, exaltada con la fiesta de los desposorios de la ciudad con el Adri¨¢tico, cuando el Dux sal¨ªa hasta mar abierto en el Bucentauro y echaba una sortija al mar como signo de perpetuo dominio.
El profesor aragon¨¦s pas¨® a mostrar cuadros venecianos en los que se recoge la riqueza de la vida ciudadana desde el siglo XV, con los Bellini, Cravelli, Mantegna, Carpaccio y la insinuante musicalidad, el hedonismo de Giorgione, que, adem¨¢s de gran pintor y amante, fue excelente m¨²sico, hasta la ¨¦poca de esplendor de la pintura veneciana, Tiziano, Tintoretto, Veron¨¦s.
Se detuvo finalmente en la etapa de apogeo del barroco veneciano, los pintores de la transici¨®n, Crespi ?lo spagnuolo?, Magnasco, Piazzetta, para llegar a la apoteosis del color en Tiepolo, el gran pintor de ?vedutte? venecianas Canaletto, y el melanc¨®lico Francesco Guardi.
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