Para el Kremlin, el socialismo polaco no est¨¢ amenazado hoy
Serenidad en los dirigentes. Ayer volvi¨® a Mosc¨² Le¨®nidas Breznev, de su residencia veraniega en Crimea. Extra?eza en el hombre de la calle e inquietud entre los puros y duros del r¨¦gimen: los acontecimientos polacos suscitan en Mosc¨² reacciones contradictorias, pero nadie, por el momento, piensa que el socialismo est¨¢ en peligro en Polonia.?Nada. Realmente no comprendemos nada. Los polacos tienen un buen nivel de vida; sin duda, mejor que el nuestro. ?Por qu¨¦ esta situaci¨®n??, pregunta el hombre de la calle moscovita. Por medio de la radio se enter¨®, el pasado domingo, con prontitud, de la dimisi¨®n del jefe del Gobierno polaco, Edvard Babiuch. Las huelgas de Gdansk intrigan en la URSS, porque la prensa sovi¨¦tica se hace eco tan s¨®lo de las reivindicaciones materiales. ?En consecuencia, no se comprende nada?, repiten los sovi¨¦ticos, para quien Varsovia representa la abundancia.
Los medios oficiales conocen mejor el asunto polaco, y por esa raz¨®n guardan silencio, m¨¢s preocupados incluso que con Afganist¨¢n. El Kremlin sabe que la menor toma de postura por su parte avivar¨ªa la tensi¨®n, tanto en Varsovia como en el resto del mundo, estiman los observadores. Se piensa, adem¨¢s, que Edvard Gierek cuenta todav¨ªa con la plena confianza de los dirigentes sovi¨¦ticos.
El n¨²mero uno polaco se encontr¨® con Breznev hace tres semanas en la URSS, y ?los puntos de vista estaban totalmente de acuerdo?. Para Mosc¨², Varsovia debe arreglar por s¨ª misma los problemas internos, a golpe de concesiones, si es necesario. ?Se han cometido errores?, se escribe en la Prensa sovi¨¦tica en referencia a las autocr¨ªticas de Gierek, pero las concesiones deben ser materiales, en ning¨²n caso pol¨ªticas.
El 19 de agosto pasado, Pravda se?al¨® que ?el sistema socialista est¨¢ indisolublemente ligado a los intereses del Estado polaco?. Al citar a Gierek, Pravda indic¨® que la URSS espera una actitud firme de los responsables polacos.
Los observadores han notado, a trav¨¦s de algunos editoriales, ciertas manifestaciones de la m¨¢s pura ortodoxia de Mosc¨². As¨ª, en la revista Cuestiones de Historia del Partido Comunista Sovi¨¦tico, el ide¨®logo Borisov exalta, en el n¨²mero de agosto, ?la solidaridad del internacionalismo proletario?, la misma solidaridad que justifica a sus ojos la intervenci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo en Kabul.
Desdramatizar
Para los observadores, una intervenci¨®n sovi¨¦tica en Varsovia, al estilo de las de Budapest en 1956 y Praga en 1968, no queda excluida en el caso de que la situaci¨®n escapara totalmente al control de las autoridades polacas o en el caso de que el r¨¦gimen socialista estuviera en peligro.Para Mosc¨², ese momento no ha llegado, bien al contrario, es necesario desdramatizar la situaci¨®n.
Por esa raz¨®n, los dirigentes no se han precipitado en su retorno a los despachos de Mosc¨², y el ¨®rgano del POUP, Tribuna Ludu, se sigue vendiendo en la capital, a pesar de las columnas enteras que dedica a ?la situaci¨®n en Gdansk?, que se trata como ?un incidente corriente?, pero que no puede calificarse de peligroso.
Por su parte, los expertos militares occidentales destacados en Mosc¨² no han observado ning¨²n movimiento de tropas sovi¨¦ticas en el interior de Polonia, pues, comentan, una intervenci¨®n armada necesitar¨ªa importantes desplazamientos de material y hombres, lo que ser¨ªa r¨¢pidamente detectado.
Por el momento, no hay ebullici¨®n en la URSS, lo que significa que el Kremlin mantiene la paciencia. El golpe de Kabul, que entorpece las relaciones internacionales desde hace ocho meses, incita a los sovi¨¦ticos a la extrema prudencia, como dijo un embajador occidental: ?Parad¨®jicamente, la intransigencia de los sovi¨¦ticos en Afganist¨¢n les ha forzado a mantener la prudencia con Polonia?.
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