Despidos en el ayuntamiento
EL DESPIDO de siete funcionarios del Ayuntamiento de Madrid y las sanciones aplicadas a otros 63 merecen hoy una meditaci¨®n. Hay quien afirma que han existido irregularidades en la tramitaci¨®n de los expedientes y en las propias sanciones aplicadas. El recurso de reposici¨®n y la v¨ªa contencioso-administrativa garantizan que los sancionados no permanecen en la indefensi¨®n y est¨¢n en condiciones de demostrar los eventuales abusos o arbitrariedades cometidos en sus expedientes.Salvado ese derecho primordial de todo ciudadano a ser escuchado ante una instancia distinta de la autoridad que le ha condenado cuando ¨¦sta se constituye en juez y parte, parece indudable que el Ayuntamiento de Madrid, de ser ciertos los hechos en que ha basado sus dr¨¢sticas medidas (v¨¦ase EL PA?S de ayer), no s¨®lo merece el elogio de todos lo.s contribuyentes cuyos dineros son administrados por las entidades p¨²blicas, sino que marca el ejemplo a seguir por los responsables de la Administraci¨®n central y los organismos paraestatales de su periferia. Los ciudadanos que habitan y trabajan en la sociedad civil, sometidos a una legislaci¨®n laboral mil veces m¨¢s estricta que las laxas reglamentaciones disciplinarias de los funcionarios p¨²blicos, tienen considerables agravios comparativos respecto a ese id¨ªlico mundo donde los puestos en el escalaf¨®n lo son para toda la vida, las normas de rendimiento laboral no existen y las inasistencias al trabajo admiten m¨¢rgenes de tolerancia simplemente inveros¨ªmiles en una empresa privada.
Es cierto que hay un considerable n¨²mero de funcionarios p¨²blicos, en los despachos o en las ventanillas, que cumplen con sus obligaciones sin m¨¢s vigilancia que su sentido de la responsabilidad ni m¨¢s sanciones que las que les puede dictar su conciencia civil. Sin embargo, los espa?oles est¨¢n demasiado acostumbrados a tropezar en su vida cotidiana con gestores del Estado o de los municipios inencontrables durante semanas, con funcionarios subalternos desabridos, incompetentes o simplemente corruptos, con catedr¨¢ticos que no van aclase o no se preocupan de estar al d¨ªa y con departamentos p¨²blicos convertidos en tertulias, salas de tricotar o hemerotecas.
Las exhortaciones a la elevaci¨®n de la productividad, al trabajo redoblado, a la desestacionalizaci¨®n de las vacaciones y al apretamiento de los cinturones que dirige el Gobierno a los ciudadanos como salida para remontar la crisis econ¨®mica s¨®lo ser¨¢n cre¨ªdas por la sociedad cuando el Estado predique primero con el ejemplo. Por esa raz¨®n, la decisi¨®n adoptada por el Ayuntamiento de Madrid, dirigido ahora por la izquierda, debe ser tomada por el partido en el Gobierno como un saludable est¨ªmulo para empezar a aplicar en su propio territorio esas inexcusables medidas contra el absentismo, el incumplimiento y la corrupci¨®n.
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