Helsinki-Madrid: el itinerario de una esperanza
Los 35 pa¨ªses signatarios del acta de Helsinki -todos los europeos (menos Albania). Estados Unidos y Canad¨¢- inician el pr¨®ximo martes en Madrid los trabajos preparatorios de la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n Europea (CSCE) que, en principio, se abrir¨¢ en la capital espa?ola el 11 de noviembre. La Conferencia de Madrid, tras las de Helsinki y Belgrado, ser¨¢ la tercera gran cumbre sobre la distensi¨®n que se celebra en Europa. Del optimismo con que se firm¨® el acta final de Helsinki, el 1 de agosto de 1975, a la no disimulada desilusi¨®n con que Europa va a asistir a la Conferencia de Madrid, la CSCE ha recorrido el desigual camino que Carmen Bueno y Ricardo M. de Rituerto presentan en el siguiente informe. En Helsinki fue la euforia. ?Todos hemos resultado vencedores; no hay perdedores?, afirm¨® Breznev en Mosc¨² a su vuelta de la capital finlandesa.
La Conferencia de Helsinki, laboriosamente preparada durante a?os, elabor¨® un acta final que con sus tres ?cestos? de temas principales y diez principios, recogidos en 60.000 palabras, pod¨ªa y puede reducirse a dos grandes cuestiones en cuyo reconocimiento estaban interesados, respectivamente, los dos bloques: la consagraci¨®n del statu quo que ratificaba las fronteras europeas surgidas de la segunda guerra mundial y el respeto y la inviolabilidad de los derechos humanos. El bloque oriental, la URSS esencialmente, buscaba con ah¨ªnco el primero de ellos que Occidente reconoci¨® a cambio del respeto en los pa¨ªses socialistas a los derechos humanos y libertades fundamentales, tales como la libre circulaci¨®n de personas, ideas e informaci¨®n.La Conferencia de Helsinki estuvo precedida de la reuni¨®n de expertos de Ginebra, que durante casi dos a?os trataron de acercar los contrapuestos puntos de vista de los diferentes pa¨ªses a determinadas zonas de acuerdo. Durante este tiempo, los temas abordados por las diferentes comisiones fueron objeto de tensos debates entre las posiciones socialistas y occidentales. Las suspicacias de unos y otros marcaron las discusiones y los temas delicados se pospon¨ªan a la consecuci¨®n de acuerdos en otras ¨¢reas.
La conferencia parec¨ªa entrar en un callej¨®n sin salida cuando Breznev propuso a los presidentes y jefes de Gobierno de los pa¨ªses occidentales la celebraci¨®n de la cumbre intereuropea el 30 de julio.
A ra¨ªz de esta comunicaci¨®n, los trabajos de las diferentes comisiones se aceleraron, lleg¨¢ndose a acuerdos en materia de inviolabilidad de fronteras, medidas de contianza, derechos humanos, cuestiones de informaci¨®n y cultura, etc¨¦tera.
En la sesi¨®n de clausura de la cumbre, el 1 de agosto de 1975, intervinieron los diferentes jefes de Estado y de Gobierno presentes en la capital b¨¢ltica. Cada uno de ellos hizo una referencia subjetiva, en funci¨®n de sus propios intereses nacionales, a lo que fue la conferencia, expresando su confianza en la materializaci¨®n de los acuerdos conseguidos.
Modificaci¨®n pac¨ªfica de fronteras
As¨ª, por ejemplo, el presidente americano Ford se refiere al tema de la libre circulaci¨®n de personas, ideas e informaci¨®n; Schmidt habla del statu quo obtenido y asevera que ?las fronteras son inviolables, pero han de poder modificarse de manera pac¨ªfica y concertada?, al tiempo que anuncia su deseo de que el pueblo alem¨¢n pueda obtener su unidad en base a la autodeterminaci¨®n; Giscard d'Estaing mantiene su pol¨ªtica distante de los dos grandes y centra su discurso en lo espec¨ªficamente europeo, destacando la incompatibilidad existente entre la anunciada voluntad de distensi¨®n y la cotidiana confrontaci¨®n ideol¨®gica; Breznev, en fin, adelanta veladamente lo que va a ser la actitud sovi¨¦tica ante la nueva ?carta europea?: la Uni¨®n Sovi¨¦tica pondr¨¢ en pr¨¢ctica los acuerdos adoptados, pero subraya el derecho de cada pueblo a solucionar sus asuntos internos y a dotarse de las leyes que considere necesarias.
Ford dijo en su discurso: ?La historia juzgar¨¢ esta conferencia no por las promesas que formulemos, sino por las promesas que cumplamos?.
Belgrado o el fracaso
Los signatarios del Acta de Helsinki declararon que estaban ?resueltos a continuar el proceso multilateral iniciado por la conferencia, procediendo a un intercambio a fondo de opiniones sobre la aplicaci¨®n de las disposiciones del Acta Final ( ... ), organizando con este fin reuniones entre sus representantes:
A la Conferencia de Belgrado, de 1977, no se acudi¨® a verificar el cumplimiento de las promesas efectuadas con el mismo esp¨ªritu con que se hab¨ªa asistido en Helsinki para realizarlas.
El acta del 1 de agosto promet¨ªa mucho, y en seguida surgieron por Europa ?grupos de seguimiento? del esp¨ªritu de Helsinki, cuyos integrantes eran perseguidos y encarcelados en los pa¨ªses del Este por exigir la aplicaci¨®n de lo acordado en la capital de Finlandia.
Di¨¢logo de sordos entre el Este y el Oeste
Como consecuencia de esta represi¨®n, la CSCE de Belgrado se convirti¨® en un di¨¢logo de sordos entre el Este y el Oeste con los derechos humanos como fondo y a la sombra del proceso contra alguno de los firmantes de la Carta 77.
Ya antes de la celebraci¨®n de la conferencia, la agencia Tass hab¨ªa pedido a los pa¨ªses occidentales que evitasen ?un duelo con los pa¨ªses socialistas sobre la cuesti¨®n de los derechos del hombre?. Occidente rechaz¨® la invitaci¨®n sovi¨¦tica y atac¨® a la URSS y sus aliados por la permanente transgresi¨®n del principio del respeto a los derechos del hombre y libertades fundamentales. La Uni¨®n Sovi¨¦tica rechaz¨® categ¨®ricamente las acusaciones.
La conferencia dur¨® menos de ocho meses, contando la fase previa y la principal, y concluy¨® con un m¨ªnimo comunicado de ochocientas palabras, en el que no se hac¨ªa ninguna referencia a los derechos humanos. Los principios de la libertad de expresi¨®n y de no injerencia recogidos en el Acta de Helsinki hac¨ªan fracasar la segunda cumbre de la CSCE.
La Conferencia de Madrid puede ser decisiva
La Conferencia de Madrid puede ser decisiva para la pervivencia de la CSCE. Si el Palacio de Exposiciones y Congresos se convierte en un tribunal como lo fue Belgrado, la conferencia puede llegar a desaparecer.
Tras la invasi¨®n de Afganist¨¢n del 27 de diciembre pasado, la tensi¨®n internacional hizo que se pensase en anular la convocatoria de Madrid. El Acta de Helsinki se hab¨ªa convertido nuevamente en papel mojado, al no respetarse el acuerdo de que ?los Estados participantes se abstendr¨¢n en sus relaciones internacionales de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia pol¨ªtica de cualquier Estado?.
Sin embargo, conforme ha ido transcurriendo el tiempo, la inicial aversi¨®n occidental a sentarse a dialogar con la URSS se ha diluido, e incluso el secretario general de la OTAN ha llegado a afirmar que ?la Conferencia de Madrid no se convertir¨¢ en un juicio a la URSS?.
La invasi¨®n de Afganist¨¢n pondr¨¢ sobre el tapete de la conferencia la doble concepci¨®n de la d¨¦tente, global e indivisible, como afirman Estados Unidos y algunos pa¨ªses occidentales, lo que implica que afecta tanto a Europa como al resto del mundo, o parcial y divisible, como proponen la URSS y sus aliados. La Uni¨®n Sovi¨¦tica, adem¨¢s, se defender¨¢ de las acusaciones occidentales de provocar la actual crisis mundial arguyendo que fueron los pa¨ªses de la OTAN los que la iniciaron al decidir, el 14 de diciembre, en Bruselas, desplegar en Europa occidental 572 euromisiles.
La URSS acudir¨¢ a Madrid, a pesar de las duras cr¨ªticas que va a recibir, porque de la conferencia que se abre el d¨ªa 11 de noviembre se espera algo m¨¢s que una revisi¨®n del cumplimiento de lo firmado en Heisinki. Como se constat¨® en la IV Conferencia Interparlamentaria de Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa, celebrada en Bruselas a mediados del mes de mayo pasado, los dos bloques coinciden en la conveniencia de la celebraci¨®n de una conferencia europea de desarme, una idea nacida en el El¨ªseo, que Giscard d'Estaing querr¨ªa ver hecha realidad en oto?o de 1981, previo acuerdo en la Conferencia de Madrid.
Madrid puede ser decisiva en la distensi¨®n europea, tanto porque puede ser el punto en el que desaparezca ese sue?o, como porque en ella se d¨¦ un definitivo paso adelante en la historia del desarme.
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