Las grandes maniobras
LAS TROPAS del Pacto de Varsovia y las de la OTAN comenzaron el lunes sus maniobras t¨¢cticas y estrat¨¦gicas de oto?o. Es una coincidencia de fecha sin significaci¨®n visible, aunque no descartable, pero que al reunirse con una situaci¨®n de crisis internacional y con una situaci¨®n excepcional en uno de los pa¨ªses participantes, Polonia, nos da un pregusto -amargo- de lo que podr¨ªa plantearse en un momento de crispaci¨®n. Puro remedo. Es muy previsible que si llegase ese momento de crispaci¨®n no pudiera contenerse en el tipo de guerra convencional de soldados, tanques y ca?ones en que se plantean ahora las maniobras.La diferencia de las maniobras de este oto?o con las de a?os pasados es la de que entonces se realizaban en un clima de mayor confianza pol¨ªtica, en el que se hablaba de unos pasos optimistas: el primero, un acuerdo, o un paquete de acuerdos, entre las dos organizaciones militares; el segundo, un principio de disoluci¨®n de los dos. La base misma de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa que se reuni¨® en Helsinki -y que hoy contin¨²a en Madrid- era la creaci¨®n de unos principios de confianza mutua que fueran permitiendo esa retracci¨®n.
La idea de disoluci¨®n de los bloques militares tuvo siempre m¨¢s entusiasmo en las naciones subordinadas o menores que en las hegem¨®nicas. Los pa¨ªses del Pacto de Varsovia saben muy bien -y el nombre de Praga se lo recordar¨¢ siempre- c¨®mo el Pacto sirve para mantenerles fuera de la evoluci¨®n pol¨ªtica y social, y de la independencia absoluta, que es la principal esperanza y fuente de movilizaci¨®n de sus mayor¨ªas, incluso de las que pretenden la evoluci¨®n dentro del socialismo. En Europa occidental, la situaci¨®n es esencialmente distinta, pero hay una creciente inquietud por la posibilidad de que los mecanismos y las armas de la OTAN puedan ser utilizados directamente por Estados Unidos para una guerra que no sea la suya, y los sobresaltos del Oriente ¨¢rabe y de Ir¨¢n han mostrado muy vivamente que esa posibilidad no la presinti¨® el general De Gaulle -cuando sac¨® a Francia de la OTAN- como una paranoia, sino como algo muy posible: las respuestas actuales de Francia y de la Rep¨²blica Federal de Alemania -son consecuencia de esa inquietud. Incluso la OTAN ha llegado a transformarse en un organismo con filosof¨ªa propia, tal vez por el clima cerrado en que viven sus cuarteles generales, y, dentro de ellos, no s¨®lo los militares, sino los civiles que representan a sus Gobiernos, pero que en materia de guerra fr¨ªa llegan a superarles. El secretario general, Joseph Luns, reciente visitante de Espa?a, es un ejemplo.
Las grandes maniobras de oto?o tienen este a?o un significado especial de lenguaje. M¨¢s enf¨¢tico. Estados Unidos manda un contingente especial, la Uni¨®n Sovi¨¦tica pone al frente de las maniobras al mariscal Kulikov. Y el escenario elegido es Alemania: cada uno, la suya, la de su influencia. Las dos Alemanias que tienen pendiente una entrevista entre sus jefes de Estado, cancelada -a petici¨®n de Schmidt- a ra¨ªz de los acontecimientos de Polonia, y que recordar¨¢n as¨ª que sus posibles intenciones mutuas est¨¢n subordinadas a las de cada uno de los pactos a los que pertenecen.
La idea de la disoluci¨®n de los dos pactos militares, tras el paso de los acuerdos mutuos, parece hoy archivada: signo del cambio de sentido que se ha producido en estos ¨²ltimos a?os. Pero no conviene olvidarla. Es un ideal. Para el cual son precisas, evidentemente, ciertas condiciones pol¨ªticas nacionales e internacionales de apaciguamiento y confianza. Como las que nos gustar¨ªa ver cuajarse en la Conferencia de Madrid.
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