Justicia democr¨¢tica
EL DISCURSO del ministro de Justicia en la apertura del a?o judicial, s¨®lo una semana despu¨¦s de haber tomado posesi¨®n de su cargo, ha puesto de relieve la necesidad de proceder a una reforma de los tribunales de manera que no se defraude a los ciudadanos que ?esperan la rapidez, la eficacia, la objetividad, la independencia y la responsabilidad? como caracter¨ªsticas de la vida diaria de la justicia espa?ola. Para nadie es un secreto que la desatenci¨®n en medios humanos y materiales que la Administraci¨®n de justicia ha recibido en los ¨²ltimos lustros, la proliferaci¨®n de jurisdicciones especiales durante la dictadura, la falta de dotaci¨®n econ¨®mica a magistrados y fiscales con arreglo a su rango y responsabilidad social han sido algunas de las causas que han generado la situaci¨®n actual de lentitud, corruptelas entre los funcionarios y mala imagen ante los espa?oles de la Administraci¨®n de justicia. Que esta situaci¨®n tiene que resolverse cuanto antes si queremos dar funcionalidad y firmeza a la democracia espa?ola es algo que est¨¢ en el ¨¢nimo de todos. Y de seguro que los altos responsables de la Administraci¨®n de justicia est¨¢n dispuestos a colaborar con el Gobierno en ello.Un apunte del ministro en la solemne sesi¨®n de ayer merece la pena ser tenido especialmente en cuenta. Aquel en el que se?ala los perfiles del ministerio fiscal. ?Su misi¨®n esencial va a ser la defensa de las libertades, de los derechos fundamentales y del inter¨¦s social?, dice el ministro, calificando luego al ministerio fiscal como una ?figura esencial del defensor social en la nueva ordenaci¨®n de la justicia espa?ola?. Y es a¨²n m¨¢s importante esta concepci¨®n cuando se contempla la realidad actual a la luz de semejantes criterios. Repetidas veces desde estas mismas p¨¢ginas hemos puesto de relieve la escasa, por no decir nula, sensibilidad social del actual fiscal general del Estado. ,
No desentona, por lo dem¨¢s, la mente jur¨ªdica del se?or, Fanjul de la de otros muchos magistrados y jueces que se dedicaron a legalizar las arbitrariedades franquistas.
Dif¨ªcilmente pueden ser, en su coraz¨®n y en su mente, defensores de la libertad quienes no tuvieron empacho en enviar con alt¨ªsimas penas a la c¨¢rcel a los l¨ªderes populares, pol¨ªticos o sindicales, que trabajaron activamente por la democracia.
Un ministerio fiscal como el que el se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez sugiere y propone no puede ser desempe?ado -a las pruebas nos remitimos- por un personaje como don Juan Manuel Fanjul Sede?o, que todav¨ªa ayer, en el acto que comentamos, hac¨ªa alarde de criterios sobre la seguridad y la libertad irreconocibles para un dem¨®crata. El ministro de Justicia sabe, sin duda, lo que nosotros sabemos: que es, en efecto, necesario cambiar y adecuar leyes y potenciar la dotaci¨®n econ¨®mica de la Administraci¨®n de justicia. Pero sin el relevo de los antiguos servidores del dictador que a¨²n infiltran las responsabilidades judiciales en la democracia, sin el relevo de mentalidades caducas, los ciudadanos tendremos derecho a seguir mirando con escepticismo la balanza de la justicia. Dicho sea en defensa del honor de los tribunales y sin el m¨¢s m¨ªnimo ¨¢nimo de desacato.
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