Maestro de la cr¨ªtica
?Me arrepiento profundamente de haber hecho cr¨ªtica taurina?, me dec¨ªa el maestro Ca?abate en la ¨²ltima entrevista que le hice. ?Haberme dedicado a esa tarea fue una est¨²pida p¨¦rdida de tiempo?, a?ad¨ªa, ?pues mi labor no sirvi¨® para nada, y adem¨¢s no me produjo m¨¢s que sinsabores. Por mis opiniones sobre la fiesta y los toreros, los insultos me llov¨ªan. Y al final, despu¨¦s de haber procurado ser siempre un cr¨ªtico honesto e independiente, veo que los fraudes siguen casi como estaban cuando empec¨¦?.En esta ocasi¨®n, Ca?abate se equivocaba. S¨®lo daba valor a aquella famosa entradilla de sus cr¨®nicas, que constitu¨ªa una deliciosa estampa costumbrista, pues cre¨ªa que era lo ¨²nico estimable y le¨ªdo de su trabajo, y, sin embargo, esa misma entradilla era cr¨ªtica en s¨ª, que ambientaba la cr¨®nica, siempre bien escrita, amena y tan certera en los juicios que model¨® el espect¨¢culo para ponerlo en situaci¨®n de derivar al arte. Y adem¨¢s cre¨® escuela.
Ten¨ªa Ca?abate una asombrosa capacidad de s¨ªntesis y una de sus grandes aportaciones a la cr¨ªtica taurina fue desbrozar lo accesorio de la corrida, que eliminaba implacablemente, al tiempo que incorpor¨® elementos nuevos entresacados del propio espect¨¢culo, en el que forma parte esencial el p¨²blico. Sus agudas definiciones sobre el Planeta de los Toros -nombre que ¨¦l mismo cre¨®- sentaron c¨¢tedra, y son hoy algo as¨ª como axiomas en el arte de torear, al tiempo que el l¨¦xico que emple¨® ha sido incorporado a la jerga taurina.
La labor de Ca?abate, cr¨ªtico objetivo durante unos a?os en que abundaban los revisteros mediatizados, abri¨® cauces para que sus j¨®venes sucesores en el oficio emprendieran la batalla frontal y sin sutilezas que habr¨ªa de conducir a un notable saneamiento de la fiesta.
En otro orden de cosas, tampoco puede obviarse este dato: diversos medios de comunicaci¨®n sustituyeron la publicidad encubierta por la cr¨ªtica imparcial, al comprobar el enorme respaldo popular que ten¨ªan las cr¨®nicas objetivas de Ca?abate.
A sus 82 a?os, situado por encima de lo divino y de lo humano, Ca?abate se aferr¨® a un escepticismo que le imped¨ªa admitir su condici¨®n de maestro de la cr¨ªtica taurina. Pero lo fue, a su pesar. Con talante alegre y apariencia de superficialidad, dec¨ªa las cosas m¨¢s profundas. Algo que s¨®lo pod¨ªa hacer un gran escritor y un eminente conocedor del mundo de los toros. (Digamos: Planeta de los Toros.).
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