La revoluci¨®n electr¨®nica cambiar¨¢ la vida cotidiana del hombre del a?o 2000
Los microprocesadores har¨¢n posible, entre otras cosas, la conducci¨®n de veh¨ªculos verdaderamente autom¨¢tica, seg¨²n la cual la m¨¢quina ser¨¢ la que decida la velocidad a la que se puede ir, la elecci¨®n m¨¢s adecuada de la ruta o el r¨¦gimen de acelerones o frenazos que sugiere una optimizaci¨®n del momento y que permitir¨¢, de ese modo, el m¨¢ximo aprovechamiento del combustible. Makoto Kikuchi, director de Sony Research Center (Centro de Investigaci¨®n de Sony), estuvo unas horas en Madrid para asistir al frustrado programa de RTVE La clave, que dirime Jos¨¦ Luis Balb¨ªn.
?Es imposible saber a d¨®nde nos va a llevar la revoluci¨®n electr¨®nica en veinte a?os?, afirma el doctor Kikuchi, respondiendo a la pregunta sobre ?qu¨¦ es hoy previsible en el desarrollo de la autom¨¢tica y en los cambios sociales que eso va a llevar consigo??Podemos hacer muchas cosas con los microprocesadores. Yo juego al parch¨ªs con microprocesadores. El ser humano ha inventado muchas cosas con sus m¨²sculos, para sus m¨²sculos. Los microprocesadores son cerebro, actividad cerebral...?. Si el hombre, la especie humana, desarrolla microprocesadores, tambi¨¦n podr¨¢ mejorar, pues, su capacidad intelectual; porque, si bien una parte del trabajo va a ser llevada a cabo por las m¨¢quinas, esto, a la vez que ofrecer m¨¢s posibilidades a la mente del hombre, plantea un reto de nuevas respuestas. Seg¨²n Makoto Kikuchi, ?utilizando los microprocesadores en la educaci¨®n, podremos incrementar la capacidad de aprendizaje?.
La imaginaci¨®n ofrece una infinidad de posibilidades a un futuro automatizado. ?Con microprocesadores, podremos utilizar el coche consumiendo mucho menos gasolina y contaminando, por tanto, tambi¨¦n bastante menos...?. Esta ?optimizaci¨®n del momento? en la conducci¨®n rodada se basar¨ªa en el an¨¢lisis exacto, con el manejo de numerosos datos, de la situaci¨®n viaria.
Todas esas reacciones del conductor, bruscas en ocasiones, in¨²tiles otras, producto de la ignorancia de muchos datos, son solventadas con el ordenador, que, debidamente conectado al ordenador central de tr¨¢fico de la ciudad, sabe, en cada momento, c¨®mo est¨¢ el tr¨¢fico en cada punto de la ciudad, sabe cu¨¢l es el aceler¨®n que conviene o el que es in¨²til y cu¨¢l es el cambio de marcha innecesario para una circunstancia determinada.
Un an¨¢lisis de la situaci¨®n del momento por parte de esa memoria monstruo del ordenador central y el del veh¨ªculo permitir¨¢ la utilizaci¨®n ¨®ptima del combustible sin las actuales p¨¦rdidas que son consecuencia de la irracionalidad, es decir, de la falta de datos.
?Sin microprocesadores, nuestra vida futura ser¨ªa complicada, pero con ellos podremos controlar las situaciones. Sin ellos no podr¨ªamos controlar las nuevas situaciones...?. El cient¨ªfico japon¨¦s describe algo as¨ª como un mundo en el que, mientras unos productos del hombre y de la complejidad creciente de su organizaci¨®n amenazan con ¨ªrsele de las manos, ese suplemento de cerebro que es el ordenador se presenta como elemento de salvaci¨®n y control de las nuevas y desconcertantes situaciones. Frente a un tr¨¢fico absurdo e incontrolado, la racionalidad de la autom¨¢tica puede superar a la del individuo-conductor aislado.
El doctor Kikuchi cree que la gran revoluci¨®n autom¨¢tica -inform¨¢tica- va a estar, como su nombre indica, en la informaci¨®n. ?Cada vez vamos, a necesitar m¨¢s informaci¨®n?, dice, ?necesitaremos enviar y recibir informaci¨®n...?. Los microprocesadores van a ser necesarios, a este respecto, tanto en la ya habitual comunicaci¨®n electromagn¨¦tica, basada en las ondas hertzianas, como en las formas de comunicaci¨®n mediante transmisi¨®n ¨®ptica, que ahora se inician.
M¨¢s posibilidades para el televisor
?Yo pienso que la televisi¨®n no va a experimentar muchos cambios en los pr¨®ximos diez o veinte a?os. Creo que lo que va a cambiar ostensiblemente son las posibilidades de empleo del televisor. Ahora s¨®lo utilizamos el televisor para ver programas p¨²blicos o canales privados, pero en los pr¨®ximos diez a?os vamos a poder obtener mucha m¨¢s informaci¨®n con el televisor?.Los pron¨®sticos sobre el televisor de los pr¨®ximos a?os e incluso de las pr¨®ximas d¨¦cadas no nos remiten a gigantescas pantallas o a una mayor definici¨®n y calidad de imagen. ?Ese es un problema que s¨®lo est¨¢ en funci¨®n de los convenios internacionales de adopci¨®n de los vigentes sistemas: pal, secam, etc¨¦tera?. Si queremos mejor imagen podremos lograrlo con tal de ponernos de acuerdo internacionalmente. Esto, que seg¨²n Kikuchi, ?es ya posible t¨¦cnicamente?, no lo es tanto, sin embargo, pol¨ªtica y comercialmente.
Tampoco parece que la televisi¨®n de las pr¨®ximas d¨¦cadas vaya a protagonizar espectaculares cambios t¨¦cnicos: relieve o similar. ?La televisi¨®n en relieve es muy dif¨ªcil de desarrollar?, y en los pr¨®ximos a?os su empleo no trascender¨¢ de ciertos ¨¢mbitos experimentales: centros de investigaci¨®n, hospitales, etc¨¦tera. ?Los aparatos van a evolucionar hacia formas m¨¢s planas?, asegura el cient¨ªfico nip¨®n.
La revoluci¨®n, pues, va a estar en el empleo del televisor, en las nuevas posibilidades de estos mismos televisores que ahora existen. Los sat¨¦lites artificiales van a propiciar un desarrollo creciente de la programaci¨®n internacional, aunque -siempre bajo control. ?Ahora ya se puede disponer de programas de otros pa¨ªses gracias al video?. La televisi¨®n mundial en directo es otro asunto que tambi¨¦n escapa de las meras posibilidades t¨¦cnicas, ya casi a punto.
Las nuevas posibilidades del televisor nos remiten de nuevo a la autom¨¢tica, que puede convertir la pantalla dom¨¦stica en la terminal de un gran ?sistema mundial de informaci¨®n?. Tal y como ya se apunta, con la creaci¨®n de sistemas de videodata en numerosos pa¨ªses -la Compa?¨ªa Telef¨®nica Nacional de Espa?a ya est¨¢ en ello- pronto ser¨¢ posible preguntarle a la pantalla qu¨¦ tiempo va a hacer, c¨®mo est¨¢ la bolsa o cu¨¢l es el saldo de las propias cuentas corrientes en el banco. ?Esta es la gran necesidad social, la informaci¨®n creciente?, explica Makoto Kikuchi. ?En los pr¨®ximos a?os necesitaremos el desarrollo creciente de los sistemas de informaci¨®n. Podremos utilizar el aparato de televisi¨®n para casi todo?.
El investigador japon¨¦s vuelve a su pa¨ªs tras su frustrada aparici¨®n en La clave, de BaIb¨ªn. Sin duda, es la hora de Jap¨®n. Parece imposible que un pueblo que hace apenas unas d¨¦cadas desconoc¨ªa la sofisticada tecnolog¨ªa occidental la domine hoy hasta el punto de hacer temblar a los mercados norteamericanos y alemanes. Deben existir, sin duda, elementos en la forma de ser japonesa que le son altamente favorables al desarrollo de la ciencia y la tecnolog¨ªa.
Ante esta pregunta, Makoto Kikuchi parece emocionarse y cuenta una peque?a historia: ?Hace varias d¨¦cadas Yo estaba trabajando en un laboratorio japon¨¦s con apenas medios t¨¦cnicos. Casi no hab¨ªa ni cables. Le¨ª un art¨ªculo norteamericano sobre semiconductores...?. El director del centro de investigaci¨®n de Sony concluye: ?Los japoneses tienen una alta capacidad de excitaci¨®n, de est¨ªmulo?.
Parece evidente que hay mucho m¨¢s en la respuesta japonesa al reto tecnol¨®gico. Cuando Makoto Kikuchi le¨ªa el art¨ªculo sobre semiconductores que determinar¨ªa su vida, Jap¨®n acababa de perder la segunda guerra mundial en condiciones de alto dramatismo, patentes en Hiroshima y Nagasaki. La capacidad de respuesta a la agresi¨®n occidental no ha podido ser m¨¢s fulminante, y hoy los agredidos son los mercados occidentales. Pero hay m¨¢s que est¨ªmulo y excitaci¨®n en la metodolog¨ªa de trabajo japonesa, entre la que se cuentan factores como la extrema paciencia en el trabajo; el perfeccionismo en el acabado de las cosas; la capacidad de trabajo en grupo, en detrimento muchas veces de un individualismo brillante o personalista; la intensa y casi exhaustiva capacidad de trabajo durante horas y horas. Todo ello tendr¨ªa mucho que ver con las cualidades que requiere la creaci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica, y muy especialmente, con el desarrollo de la electr¨®nica, donde el error no tiene lugar.
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