Una ni?a de dos a?os falleci¨® a causa de los presuntos malos tratos infligidos por sus padres
Una ni?a de dos a?os, Juana Diez Ant¨®n, muri¨® el viernes ¨²ltimo en el hospital del Ni?o Jes¨²s como consecuencia de presuntos malos tratos infligidos, seg¨²n todos los indicios, por sus padres, Juli¨¢n Diez, de 45 a?os, y Mar¨ªa Isabel Ant¨®n, de veintinueve. El hecho fue denunciado por los doctores que atendieron a la ni?a en el juzgado de guardia, que instruye diligencias y que mantiene el caso abierto, aunque, al parecer, no ha ordenado ninguna detenci¨®n. La ni?a presentaba quemaduras de tercer grado, producidas con sosa c¨¢ustica, y s¨ªntomas suficientes de que habia sido cruelmente maltratada; entre ellos, ingesti¨®n c¨¢ustica.
Se da la circunstancia de que un hermano de la ni?a muerta, Jull¨¢n, de tres a?os, tambi¨¦n se encuentra internado en el hospital, igualmente por malos tratos. Una tercera hija del matrimonio muri¨® hace algunas semanas, a los siete meses de edad, a consecuencia de una hemorragia craneal, sin que en este caso se haya podido comprobar que la muerte pudiera tener relaci¨®n con posibles malos tratos, si bien vecinos de la familia, que habita en una chabola de la calle de Armengot, 26, en Carabanchel, se?alasen ayer a EL PAIS que el matrimonio (Mar¨ªa se dedica presuntamente a la prostituci¨®n, seg¨²n esos vecinos, y Juli¨¢n es alba?il en paro, con problemas de alcoholismo) ten¨ªan a los ni?os en un estado de abandono y de indigencia.El doctor Jes¨²s Garc¨ªa P¨¦rez, m¨¦dico adjunto del servicio de cuidados intensivos pedi¨¢tricos (CIP) -UVI infantil-, fue quien firm¨® el parte de defunci¨®n de la ni?a Juana D¨ªez. En el mismo se indica que el fallecimiento se produjo como consecuencia de un choque hemorr¨¢gico, seguido de una parada cardiorrespirator¨ªa.
Juana tiab¨ªa ingresado diez d¨ªas antes de su muerte en el servicio de urgencia del hospital. Fue atendida por el doctor Casado, del equipo m¨¦dico del hospital. El diagn¨®stico en ese momento fue: ?Ingesti¨®n c¨¢ustica y quemaduras de tercer grado en ambas manos, piernas, pies, labios, interior de la boca y es¨®fago?. Una nota del m¨¦dico indicaba al margen: ?Posible ni?a maltratada?.Los doctores que la atendieron, adem¨¢s de Casado -doctores Ollero y Garc¨ªa P¨¦rez-, pudieron comprobar que las quemaduras se produjeron con sosa c¨¢ustica. Por esta raz¨®n, la ni?a presentaba s¨ªntomas necr¨®ticos en las piernas yfue preciso realizar una desfibricaci¨®n(tratarla pielfibra a fibra).Seg¨²n todos los indicios, los doctores detectaron que las quemaduras no eran recientes. Ten¨ªan, al menos, siete u ochDd¨ªas. Como una de las propiedades de la sosa c¨¢ustica es que penetra continuamente en la piel, la desfibricaci¨®n no result¨® satisfactoria, y hubo de llegarse al hueso de las piernas, por lo que, en caso de que pudiera haberse salvado la vida de la ni?a, Juana, hubiera perdido, al menos, una de sus piernas. Presentaba tarribi¨¦n abundantes secreciones orales, provenientes de ulceraciones del aparato digestivo y que Finalmente produjeron la hemorragi.a definitiva.El cad¨¢ver de la ni?a fue trasladado al Instituto Anat¨®mico Forense, donde se le practic¨® [a autopsia, y qued¨® a disposici¨®n del juez de guardia.Una triste historiaLa ni?a Juana D¨ªez no era [a primera vez que llegaba al hospital del Ni?o Jes¨²s urgentemente y en estado preocupante. En febrero del a?o pasado hab¨ªa sido 111gresada en el CIP a causa de una deshidrataci¨®n hipot¨®nica de tercer grado con choque. En su exploraci¨®n se observ¨®, adem¨¢s del mal estado general, maliriutrici¨®n severa, dermatitis peianal y pengenital, secundarias a la mala higiene de la boca. Una nota del m¨¦dico que la atendi¨® en aquella ocasi¨®n indica: ?Importante componente social de desatenci¨®n hacia la ni?a (preciso hablar con la madre)?.
En cuanto a su hermano Juli¨¢n, de tres a?os (es un ni?o que no habla; s¨®lo gru?e, su mirada es profunda y temerosa y en seguida se cubre con rapidez cuando alguien se le acerca para hablarle), tambi¨¦n tuvo que ser in gresado a los dos d¨ªas de serlo Juana (el 11 de septiembre), con iguales quemaduras en ambos pies a los de su hermana. Aunque tuvo m¨¢s suerte: despu¨¦s de varios injertos, el doctor Garc¨¦s, especialista en quemados, opina que quedar¨¢ bien f¨ªsicamente.
Juana viv¨ªa con sus padres y sus hermanos en una chabola de la calle de Armengot, n¨²mero 26. Una chabola peque?a, ahora deshabitada, porque sus padres est¨¢n llocalizados -y no detenidos, hasta el momento-, al menos seg¨²n ha podido saber este peri¨®dico.
A pocos metros de la vivienda, otra chabola. Isabel, madre de Mar¨ªa Isabel Ant¨®n, una mujer joven a¨²n, aunque con aspecto terriblemente avejentado, mantiene y educa como puede a otros tres hijos de anteriores uniones de su hija, de nueve, seis y cuatro a?os. Tiene un gran resentimiento hacia el hombre que cohabita con su hija, Jull¨¢n, de 45 a?os, alba?il en paro: ?Ahora no s¨¦ d¨®nde est¨¢?, dice. ?Es un borracho y no tiene miramientos. Estuvo ya en la c¨¢rcel por matar a un hombre. A m¨ª me peg¨® un d¨ªa en la calle y me rompi¨® la ropa hasta dejarme desnuda. Esos hijos estaban todo el d¨ªa solos. Es natural lo que ha pasado. Mi hija no est¨¢ en sus cabales. La peque?a?, se refiere a la ni?a de siete meses, muerta en septiembre, ?tuvo un derrame cerebral. De eso muri¨®?.
Unos vecinos del matrimonio informaron que Mar¨ªa Isabel se dedica presuntamente a la prostituci¨®n. Recuerdan a Juana y sus hermanos: ?Siempre estaban solos?.
Amenaza contra los m¨¦dicos del Ni?o Jes¨²s
La violencla del padre de la ni?a muerta se ha dejado sentir en el centro hospitalario. Al enterarse de que se hab¨ªa notificado al juzgado de guardia el caso de su hija Juana, y que el cad¨¢ver de la ni?a habr¨ªa de pasar al Instituto Anat¨®mico Forense para que le fuera practicada la autopsia, amenaz¨® a los m¨¦dicos que hab¨ªan intervenido en el tema: ?Les voy a rallar. Ya he estado en la c¨¢rcel diecin Lieve a?os, y no me importa volver por matarle a usted?, le grit¨® al doctor Garc¨ªa P¨¦rez.
En el primer ingreso de Juana en el hospital no se tom¨® ninguna medida preventiva, a pesar de que se detectaron causas para hacerlo. En esta ocasi¨®n ya era tarde cuando los doctores Casado, Ollero y Garc¨ªa P¨¦rez acopiaron valor suficiente para denunciar el caso ante el juzgado de guardia.
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