El salto atr¨¢s
La naturaleza aborrece el divorcio, pensaron Mu?oz Seca y P¨¦rez Fern¨¢ndez apenas la Rep¨²blica lo promulg¨®; y, para demostrarlo, estrenaron en 1932 Anacleto se divorcia, donde se ve c¨®rno la naturaleza aborrece algunas cosas m¨¢s: los sindicatos, las huelgas, los comit¨¦s paritarios. Favorece, en cambio, otras cosas: la unidad eterna del matrimonio, el sentido de posesi¨®n del hombre por la mujer, el paternalismo del empresario, el progreso del obrero joven que se ve estimulado por la figura del patrono que ha triunfado en la vida, el sentido religioso del pueblo frente al laicismo oficial, hasta la posibilidad de que el obrero pobre se case con la hija del empresario, a condici¨®n de que dicho obrero rompa el pliego de reivindicaciones -menos trabajo, m¨¢s salario- de sus compa?eros y se marche de la f¨¢brica, dispuesto a volver en un puesto directivo. Siendo as¨ªla naturaleza, se ve f¨¢cilmente que es in¨²til que la II Rep¨²blica legislase contra ella; esa legislaci¨®n podr¨ªa, eso s¨ª, sembrar el desconcierto en el pueblo, desviarle de su senda trazada, darle unas ambiciones irreales: sobre todo, contando con su incultura, con su incapacidad para percibir el bien y el mal. Pero, ya lo dec¨ªan los franceses (Destouches, aunque la frase se suele atribuir a Boileau): ?Chassez le naturel, il revient au galop? (de todas maneras, en la obra se aprende a desconfiar de los franceses, sobre todo de su cocina). Y lo natural es que el matrimonio divorciado vuelva a unirse, y cada uno ocupe el lugar que le corresponde seg¨²n un orden preestablecido.
Anacleto se divorcia,
de Mu?oz Seca y P¨¦rez Fern¨¢ndez (1932). Int¨¦rpretes: Angel de Andr¨¦s, Mar¨ªa Rus, Pepe Lara, Rafael Castej¨®n, Rafael Navarro, Jorge Peralia, CharoPalacio, Loreta Tovar, Sergio de Frutos. Decorados y figurines de Emilio Burgos. Direcci¨®n de Angel F. Montesinos. Estreno: teatro Alc¨¢zar.
En el teatro se puede demostrar todo, a condici¨®n de huir de cualquier forma de la realidad; pero, sobre todo, a condici¨®n tambi¨¦n de gozar de la complicidad del p¨²blico. Mu?oz Seca y P¨¦rez Fern¨¢ndez ten¨ªan la del suyo. Mon¨¢rquicos convencidos, conservadores a ultranza, reun¨ªan a todos aquellos que sent¨ªan lo mismo; y que, adem¨¢s, se divert¨ªan notablemente con las iron¨ªas, el humor, la comicidad -de todo hay- de unos autores expertos, con cientos de obras, muy seguros de su capacidad de coniedi¨®grafos.
Ha pasado casi medio siglo, y Anacleto se divorcia vuelve otra vez a salir al escenario. No es por casualidad. Dentro del salto atr¨¢s que est¨¢ dando en todo el teatro, tratando de recuperar el equilibrio perdido en alg¨²n punto de su historia reciente, Anacleto tiene una significaci¨®n. El divorcio est¨¢ casi en la puerta -lleva a?os en esa puerta-, y sindicatos, huelgas, magistraturas, leyes de empleo, paternalismo frente a laborismo, etc¨¦tera vuelve a ser tema: naturalmente que con menos fuerza que en la Rep¨²blica, puesto que la legislaci¨®n es otra y m¨¢s corta, pero s¨ª con fuerza de enrarecimiento del ambiente.
Anacleto puede ser una Pieza importante en este ambiente; incluso con alguna suave, delicada modificaci¨®n para su actualidad (por ejemplo, el cambio de la burla sobre el viejo saludo de ?salud y rep¨²blica?, que se convierte ahora en ?salud y democracia?). Y con esta intenci¨®n y con este inter¨¦s est¨¢ de nuevo en Madrid.
Posiblemente por largo tiempo, porque cuenta tambi¨¦n -como entonces- con la complicidad de un p¨²blico que se siente comprendido y expresado. Un p¨²blico -hablo de la representaci¨®n normal del mi¨¦rcoles por la tardemuy caracter¨ªstico, vestido para ir al teatro como en otros tiempos, embelesado por los personajes y la situaci¨®n. Gente mayor, muchas damas. Y muchos aplausos.
Cumplir una funci¨®n
Anacleto se divorcia cumple, medio siglo despu¨¦s, la funci¨®n para la que fue estrenada. Cualquier reflexi¨®n en este sentido tie ne que ser favorable a la perspica cia de sus autores y a la de sus actuales resurrectores, pero trist¨ªsima en cuanto a la dificultad de Espa?a de que el tiempo pase verdadera mente. Este paso del tiempo s¨®lo presenta una inflexi¨®n interesante: la obra fue escrita para luchar contra algo que hab¨ªa sucedido, y su valor ahora es el de lucha contra algo que puede suceder.
La puesta en escena, la interpre taci¨®n, los decorados responden muy bien a esa condici¨®n del teatro de hace cincuenta a?os. Buenos int¨¦rpretes dentro de esa escuela, Angel de Andr¨¦s y Mar¨ªa Rus dan todo el valor deseado a sus papeles, con los dem¨¢s actores y actrices de la compa?¨ªa. Y tambi¨¦n el p¨²blico se lo premia.
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