Los militares y la pol¨ªtica
NUNCA SE sabe hasta qu¨¦ punto las declaraciones o las conferencias de Prensa de un ministro obedecen a un plan meditado y comprometen al Gobierno o simplemente registran las opiniones personales del titular de una cartera, mudables en funci¨®n del humor o del momento.As¨ª, las opiniones expresadas por el ministro de Defensa en Vitoria (v¨¦ase EL PAIS del jueves) no se sabe si pueden ser tomadas como una p¨ªldora concentrada del pensamiento gubernamental o como una efusi¨®n de emociones puramente personales. Pero la omisi¨®n en la declaraci¨®n pol¨ªtica presentada al Congreso de los diputados la pasada semana de las cuestiones relacionadas con la lucha antiterrorista y la ausencia de interpelaciones por parte de la oposici¨®n en torno a la discutida proposici¨®n de ley para igualar a los ex oficiales de la extinguida UMD con los beneficiarios de la ley de amnist¨ªa promulgada en octubre de 1977 han creado un vac¨ªo informativo que hace que las palabras de Rodr¨ªguez Sahag¨²n resuenen ahora con mayor fuerza.
El ministro de Defensa manifest¨® en Vitoria su creencia -que compartimos- en la inefectividad de la intervenci¨®n de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el terrorismo. Esa tesis, cuya generalidad debe ser reconducida a la situaci¨®n espec¨ªfica del Pa¨ªs Vasco, no hace, en verdad, m¨¢s que abundar en declaraciones anteriores del presidente del Gobierno, y, m¨¢s recientemente, del delegado del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco. Igualmente, las atinadas observaciones de Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n sobre el envilecimiento de quienes, en la derecha o la izquierda, pretenden sacar partido de las fechor¨ªas terroristas o muestran su.cobard¨ªa moral al no condenarlo de forma decidida o no colaborar a su erradicaci¨®n pertenecen al patrimonio de la opini¨®n p¨²blica democr¨¢tica. Sin embargo, la alusi¨®n a la aplicaci¨®n de los mecanismos previstos en la Constituci¨®n para una eventual intervenci¨®n militar, que no son otros que los art¨ªculos referidos a los estados de alarma, de excepci¨®n y de sitio, por lo dem¨¢s todav¨ªa no regulados por la correspondiente ley org¨¢nica, produce el natural sobresalto a que da lugar el escuchar por primera vez en boca ministerial que ese acontecimiento, aunque improbable, no es imposible. No creemos que ni el momento ni el lugar elegido para evocar esa eventualidad hayan sido acertados. La situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco atraves¨® en el pasado por circunstancias m¨¢s dificiles que las actuales -se mire por donde se mire-, fundamentalmente por la ausencia de perspectivas de soluci¨®n pol¨ªtica, y resulta algo incongruente que sea precisamente ahora cuando un ministro del Gobierno saque del arsenal de los remedios utilizables nada menos que la posible intervenci¨®n de las Fuerzas Armadas, aunque se matice que ser¨ªa en el marco de la legalidad constitucional.
Finalmente, el resuelto pronunciamiento de Rodr¨ªguez Sahag¨²n contra la proposici¨®n de ley, firmada por el grupo parlamentario del partido del Gobierno, para el reingreso en el Ej¨¦rcito de los ex oficiales de la disuelta Uni¨®n Militar Democr¨¢tica pone de relieve las divergencias dentro de la propia UCI) a prop¨®sito de este delicado conflicto. A la opini¨®n p¨²blica le ser¨¢ dif¨ªcil entender c¨®mo una medida propuesta por una amplia mayor¨ªa del Congreso de los Diputados -y que, por ende, razonablemente tiene que ser aprobada, antes o despu¨¦s- puede ser contemplada de manera cr¨ªtica por el poder ejecutivo, que emana del propio Congreso. Las dificultades, sin duda considerables y dignas de atenci¨®n que la propia, ley suscita, pues parece que genera resistencias en el seno de las propias Fuerzas Armadas, no deben valer en ning¨²n caso para modificar la regla b¨¢sica de que el poder militar debe estar en una democracia sometido al poder pol¨ªtico, expresi¨®n de la soberan¨ªa popular.
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