Thomas Hardy, el fatalista
?La letra mata?, puso como ep¨ªgrafe Thomas Hardy a su pen¨²ltima novela, Jude, el oscuro, que fue precisamente la que m¨¢s cr¨ªticas adversas le acarre¨®. Corr¨ªa el a?o 1895 de la Inglaterra victoriana, y al viejo novelista, que llevaba ya m¨¢s de un cuarto de siglo de ascensi¨®n lenta e implacable, ya s¨®lo le quedaba cuerda para otra novela m¨¢s, La bien amada, que public¨® (los a?os despu¨¦s. Hardy falleci¨® en 1928, pero s¨®lo public¨®, durante los ¨²ltimos treinta a?os de su vida, poemas, dramas y un monumental poema dram¨¢tico que volvi¨® a reconciliarle con el p¨²blico y la cr¨ªtica -Los Dinastas- hasta el punto de que fue repetidamente candidato al Premio Nobel de Literatura. Pero su potente manantial narrativo se hab¨ªa secado para siempre.Y, sin embargo, su vocaci¨®n apareci¨® desde los primeros tiempos como algo incontenible y poderoso, como una fuerza de la naturaleza que se abr¨ªa paso contra viento y marea. Hijo de una familia modesta -su padre fue maestro alba?il-, aprendiz de arquitecto, originario de Dorchester, capital de la comarca real que le sirvi¨® de escenario imaginario a todas sus novelas, para el que resucit¨® su viejo nombre de Wessex, lo abandon¨® todo por la literatura, Public¨® su primer libro en 1871, justo al a?o siguiente de la muerte de Dickens. Por aquel entonces, la tradici¨®n narrativa victoriana -que no fue grande m¨¢s que en lo que tuvo de antivictoriana- la representaba George Meredith, que ayud¨® al joven escritor en sus comienzos. El ¨¦xito empez¨® a llegar a partir de su segunda novela, publicada al a?o siguiente, y a partir de entonces Thomas Hardy, desde su Dorchester natal, va a edificar una prolongada carrera de escritor: poemas al principio, catorce novelas largas y otros libros de relatos en,la ¨¦poca central, con vuelta final a la poes¨ªa y el teatro.
Hardy ha legado sobre todo seis grandes obras a la posteridad, que, tras largos lustros de relativo olvido, ha vuelto sus ojos hacia ¨¦l: junto a la citada Los Dinastas -magno drama hist¨®rico en verso, en 3 partes, 19 actos y 130 escenas, donde recogi¨®, ya al final de su carrera, su pensamiento y obsesiones- vienen cinco novelas muy le¨ªdas, varias de ellas adaptadas al cine y la televisi¨®n: Lejos del mundanal ruido, El regreso del nativo, El alcalde de Castebridge, Tess de los d'Urbervilles y Jude, el oscuro.
Sus novelas no son obras maestras, pero imponen por su solidez, por la potencia de su estructura, por su grandiosa construcci¨®n. Al fin y al cabo, sus or¨ªgenes fueron de estudiante de arquitectura y dibujante de iglesias para su reconstrucci¨®n, y lo primero que public¨® en su vida fue un art¨ªculo titulado precisamente ?C¨®mo se hace una casa?. Virginia Woolf ten¨ªa por Hardy sentimientos encontrados: reconoc¨ªa su genio, pero le molestaban el esquematismo de sus personajes y el determinismo de sus argumentos. En gran medida, Hardy carec¨ªa de humor, y esto es demasiado grave para ser un t¨ªpico escritor brit¨¢nico. La naturaleza que tanto am¨® y tan excelentemente describi¨® es la misma que atenaza misteriosamente a sus personajes, la que alumbra al mal universal. Sus obras son dramas y tragedias felizmente desprovistas de sentimentalismo.
Pues Hardy fue un fatalista, un griego victoriano que describe la lucha de la carne contra el esp¨ªritu en una naturaleza hostil. Su sentimiento de lo tel¨²rico llega a extremos misteriosos y fant¨¢sticos. Sus personajes, por lo general, termina? mal: o en la muerte o en el fracaso. Sus denuncias, de las injusticias sociales, del matrimonio, de la desigualdad femenina, de la dificultad en acceder a la instrucci¨®n, en los a?os donde se extend¨ªa la democracia en Gran Breta?a, le acarrearon graves problemas. Tess y Jude levantaron esc¨¢ndalos que hoy nos hacen sonre¨ªr, como algunas de sus m¨¢s tr¨¢gicas escenas. Fue un moralista, no un sat¨ªrico. Y cuando Tess, la ?mujer pura?, es sacrificada, Hardy exclama: ?La justicia estaba satisfecha y Dios hab¨ªa terminado con Tess su siniestro deporte?.
Babelia
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