Entre Vitoria y Estrasburgo
EL ASESINATO de Jos¨¦ Ignacio Ustar¨¢n, miembro del comit¨¦ ejecutivo de UCD de Alava, equipara -por si alguna duda hubiera a¨²n- en brutalidad y cobard¨ªa a los verdugos de ETA Pol¨ªtico-militar, que se han jactado de su autor¨ªa, con sus competidores de ETA Militar.Con diferencias de matiz o de acento, torpemente exageradas en ocasiones por celos partidistas o por prejuicios ideol¨®gicos, todas las formaciones pol¨ªticas vascas democr¨¢ticas han expresado su rechazo y su repugnancia por el nuevo crimen, no siendo la condena del PNV menos rotunda o menos sincera que la de otros grupos. En este sentido, es justo destacar el en¨¦rgico comunicado del comit¨¦ ejecutivo de Euskadiko Ezquerra. Este pronunciamiento, que confirma el descabalgamiento de Euskadiko Ezquerra de la violencia y despeja las dudas en torno a su proyecto pol¨ªtico, deja a los dirigentes de ETA Pol¨ªtico-militar desprovistos de cualquier cob¨¦rtura ideol¨®gica y ayuda a poner en evidencia las contradicciones de una organizaci¨®n que dice desear abrir v¨ªas pol¨ªticas en el Pa¨ªs Vasco a la vez que las niega con los cad¨¢veres de sus v¨ªctimas.
Por lo dem¨¢s, el crimen de Vitoria -cuyos autores, al igual que los del cu¨¢druple asesinato de Marquina y de tantos otros atentados, podr¨¢n ponerse a salvo de pesquisas en San Juan de Luz, Biarritz o Bayona- ha saltado a la primera plana de los peri¨®dicos al mismo tiempo que unas declaraciones del primer ministro franc¨¦s en Estrasburgo. Seg¨²n Raymond Barre, los nacionalistas vascos radicales instalados en el departamento franc¨¦s de los Pirineos Atl¨¢nticos tienen todo el derecho a acogerse al estatuto de asilados pol¨ªticos, reservado en principio a quienes huyen de reg¨ªmenes dictatoriales y liberticidas, y recae sobre el Gobierno espa?ol la carga de probar, caso por caso, que estos exiliados de un pa¨ªs democr¨¢ticos son militantes o c¨®mplices de las dos ramas de ETA.
Los profesionales del poder tienen que estudiar, para prosperar en su carrera, la disciplina del cinismo. Y la raz¨®n de Estado permite predicar para los dem¨¢s las virtudes que en casa no se practican, aplicar dos medidas para los comportamientos que favorecen o perjudican a la causa propia y apoyar a sangrientos genocidas como Bolcassa, tan pr¨®digo en diamantes con sus amigos. Aun as¨ª, las declaraciones de Raymond Barre causan asombro. El Estado franc¨¦s no s¨®lo descarta la posibilidad de uri r¨¦gimen auton¨®mico para los vascos del sur de su territorio (Euskadi norte), sino que los humilla subsumi¨¦ndolos en un departamento -o provincia- donde son minoritarios. Pero, como algunos vinos, los principios se alteran al cruzar los Pirineos.
La protecci¨®n de hecho concedida por el Gobierno franc¨¦s a los terroristas de ETA parece una contraprestaci¨®n destinada a que la muerte, la sangre y el dolor no salpiquen el territorio galo.
Ya es grave que el Gobierno franc¨¦s no aplique a los activistas etarras el mismo tratamiento que a supuestos miembros de las tramas negras y las Brigadas Rojas italianas cuya extradici¨®n concede, incluso si se trata de profesores e intelectuales de no probada o dudosa culpabilidad. Perorebasa cualquier posibilidad de comprensi¨®n que los terroristas de las dos ramas de ETA campen por sus respetos, cobren los llamados impuestos revolucionarios, conspiren, se entrenen y descansen al lado mismo de la frontera con Espa?a.
Ning¨²n pa¨ªs, ninguna sociedad, ning¨²n Estado podr¨¢ ganar pol¨ªtica y policiacamente la batalla contra el terrorismo mientras una naci¨®n vecina, que se reclama adem¨¢s amiga, ofrezca a sus activistas un generoso e indefinido santuario.
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