Moda oto?o / invierno
En el mostrador octogonal de Pach¨¢ me dan un medio whisky largo de contaminaci¨®n: ?S¨ª, s¨ª, poluci¨®n hasta arriba y del tiempo?, le digo al barman. Comento con Carmen Tamames el aplauso que le peg¨® el rojer¨ªo a Ram¨®n cuando subi¨® a la tribuna del Politbur¨® madriles, en la Casa de Campo: ?No veo a Ram¨®n como secretario de partido?, dice ella con humildad de santa esposa.Pitita Ridruejo ha venido con Julito Ayesa, ella de t¨²nica y orientalismo, desafiando un poco la moda Serrano/Serrano del escenario. Mar¨ªa Asquerino llega tarde (le ten¨ªa yo guardado un almohad¨®n en el suelo), porque viene de hacer su Filomena Maturano, qu¨¦ lo hace mejor que la ex se?ora de Laurence Olivier, en Londres. Est¨¢ aqu¨ª el todo Madrid que no se ha quedado en casa jugando a La pir¨¢mide, gran movida financiera de estos d¨ªas (hay ya diecis¨¦is pir¨¢mides funcionando en Madrid). Mar¨ªa Jos¨¦ Cantudo me pide otra vez el tel¨¦fono, y ahora en firme, porque est¨¢ dispuesta a que hablemos (espero que no de la moda). Ella viene de cazadoras y trapillos blancos que le quedan marchos¨ªsimos, como una respuesta callejera y sexy a la ecum¨¦nica nioda de las loewizadas chicas de la pasarela sin pasarela. Jes¨²s Hermida insiste en sacar a mi gato por la telecosa. El gato es listo, el Rojito, pero no creo que con eso vayan a suplir la ausencia de Balb¨ªn. Marichari Gonz¨¢lez-Vegas, antes especializada en pingajos finos y ahora en poner a Tierno como un pingajo, me presenta a su bella hija Marta, no s¨¦ si modelo o qu¨¦, pero a¨²n recuperable para causas menos anta?onas que las de mam¨¢, me parece. ?Y l¨¢nguidas mujeres saliendo de autom¨®viles?, como m¨¢s o menos rezaba el verso de Pedro Salinas.
La moda oto?o/ invierno. Pero un oto?o muy triste, al parecer, y un invierno muy crudo. Las chicas llevan demasiados impermeables, imperdibles, trapos, cuadros, faldas, tweds, cosas, sombreros, sombreretes, inventos. el pase queda lo que le dice bien. Es esa moda eterna, permanente, inmanente, insistente, que la alta, alta, alta sociedad conserva y preserva desde hace muchos a?os, aqu¨ª como en Par¨ªs, pese a Coco Chanel y otras revoluciones, como la minifalda, que ahora vuelve, mas no en esta colecci¨®n, vive Dios, catacrock, plass, splas, hubiera sido como un demasi¨¦. Esto es lo de toda la vida puesto al d¨ªa con el nombre de Picasso o cualquier otro nombre, como explico a los entrevistadores de urgencia, y si yo no hubiera pedido tanta contaminaci¨®n en el whisky o tanto whisky en la contaminaci¨®n, que ya ni s¨¦, ensayar¨ªa ahora una sociolog¨ªa de la moda, tratando de explicar, hip, c¨®mo la moda requiere una lectura en profundidad, hip. Se la hizo Larra, se la hizo Roland Barthes, para descodificar su lenguaje, su mensaje y comprender que una moda inmanente, inspirada siempre en s¨ª misma y en su temporada anterior, se corresponde con una ideolog¨ªa inmanente, que es la manera fina de decir inmovilista. Vistamos como siempre, puesto que somos los de siempre. Puesto que somos el mismisimo siempre. Hip.
Tal cual los maquillajes. Siendo las chicas tan distintas entre s¨ª (uno tambi¨¦n ha sido cazador sin halc¨®n de las ciervas vulneradas de la moda, querido Alfonso S¨¢nchez), el maquillaje las hace a todas iguales. Incluso la poderosa personalidad de Mari Carmen Abr¨¦u, a la que amo con permiso de C¨¦sar Lucas, quedaba anoche solubilizada en el mimetismo comunicante y est¨¢ndar. Entre Llongueras y Elio pueden fabricarnos una burguesa madrile?a/tipo, una se?ora bien/piloto, que es la que luego encontramos en todas las fiestas.
Parafraseando a Sartre, digamos que la moda dominante es la moda de la clase dominante. Por la tarde, en una revista de Mart¨ªn Ferrand, tuve que poner a Carmen D¨ªez de Rivera como modelo de espa?ola at¨ªpica. Cuando toda una clase, alta o baja, insiste tan fijamente en sus figurines indumentarios e ideol¨®gicos, es que se ha sacralizado a s¨ª misma y proclama que ?renovarse es morir?. Hip.
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