La saga de las galaxias

Ya est¨¢ de nuevo ante nosotros, puntual y fragmentada, como novela por entregas del tiempo actual, este segundo episodio de una guerra iniciada hace ya un a?o en las pantallas espa?olas. Como toda narraci¨®n que se estime dentro del g¨¦nero, arranca donde concluye la anterior.

Y nos deja donde debe: pendientes de la suerte de sus h¨¦roes. Personajes, medios de destrucci¨®n, escaramuzas y batallas se mantienen, as¨ª como su peculiar seudofilosof¨ªa, mezcla de sincretismo y samur¨¢is con que justificar las aventuras. No todo se repite, sin embargo, empezando por el director, cuyo estilo se adapta perfectamente a su nuevo trabajo. Nuevas ciudades, medios b¨¦licos y planetas diferentes pugnan por mantener el inter¨¦s del p¨²blico, bien dispuesto por otra parte de antemano. Incluso los principales h¨¦roes aparecen m¨¢s humanizados: la princesa, m¨¢s lejos de su cuna y rango, quiz¨¢ por aquello de que la guerra acerca lo que no borra para siempre, y el piloto gal¨¢n, lejos de antiguas prevenciones.

Tibios atisbos de amor, dolor, celos y dem¨¢s contratiempos terrenales se entrecruzan a muchos a?os luz, entre avalanchas de meteoritos, g¨¦lidos paisajes y urbes ar¨¢bigo-estelares. Las peripecias, all¨¢ entre las estrellas, difieren poco de las de nuestro viejo sistema planetario. En realidad este nuevo cap¨ªtulo, igual que el precedente y como los que, a no dudar, han de seguirlo seg¨²n proyecto de los productores, supone sobre todo un triunfo de los medios t¨¦cnicos al servicio de lo espectacular, a base de maquetas, sonido y decorados jugados sabiamente.

Es como una vuelta a los or¨ªgenes del cine, a las cintas de Meli¨¨s, con un sentido pretendidamente intelectual que a cierta clase de p¨²blico debe sonar a biblia para andar por casa. De este modo, con alusiones a epopeyas al alcance de todos, los pilotos se entienden en su jerga tradicional que podr¨ªa situarlos sobre Jap¨®n o Normand¨ªa, la infanter¨ªa sucumbe ante ingenios armados colosales y mezquinos cazadores de recompensas venidos de un Oeste lejano, irritan a las castas militares. S¨®lo alg¨²n que otro animal de nuevo cu?o y talla deja un modesto hueco para la fantas¨ªa, junto a un enano de gomaespuma y ojos saltones que por cierto se parece a Peter Lorre.

Calculada para muchos m¨¢s episodios, es dif¨ªcil de adivinar cu¨¢nto perdurar¨¢ esta saga; si ser¨¢ capaz de sobrevivir a la fascinaci¨®n de sus propias im¨¢genes. No vaya a sucederle lo que a los dinosaurios, que murieron, seg¨²n se dice, hace ya muchos a?os tambi¨¦n, entre aerolitos y glaciares por un error de c¨¢lculo, por tener la cabeza demasiado peque?a para regir un cuerpo demasiado grande.

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Director: George Lucas

Estudio: Lucasfilm / Twentieth Century Fox.

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