El robot
Uno, en veinte a?os de articulista, ha tenido que luchar contra los directores, contra los redactores jefes, contra las estructuras, contra el estilo, contra Fern¨¢ndez Sordo, contra los lectores que escriben ?Cartas de los lectores? y contra otros articulistas. Ahora, adem¨¢s, tengo que luchar contra el robot.El robot es una cosa que ha comprado aqu¨ª el se?orito en Estados Unidos o por ah¨ª fuera, en todo caso por la parte del extranjero, y que, seg¨²n informaci¨®n que ha dado el propio peri¨®dico, ¨¦ste (transparencia informativa, que se llama), m¨¢s informaci¨®n que me ha dado Cebri¨¢n en alguna cena y Haro Tecglen en alg¨²n almuerzo, es una computadora de la tercera generaci¨®n cibern¨¦tica que nos va a dar el peri¨®dico hecho, a ustedes, lectores, y a nosotros, con velocidad en la. noticia y econom¨ªa en los costes. Primero fue el Libro de estilo de la redacci¨®n, que ya glos¨¦ aqu¨ª y que no hacia esperar nada bueno para los que s¨®lo lleven el instinto period¨ªstico en el carn¨¦ y no en el instinto propiamente dicho. Ahora, ya (lo definitivo) es el robot. Me lo explica este viejo y querido maestro que es Eduardo Haro:
-Lo que pasa es que el robot se maneja exclusivamente con el Diccionario de la Real Academia,
-Bueno, pues que le hagan acad¨¦mico. Siempre le quedar¨ªa el fraque mejor que a Gironella, que tambi¨¦n quiere entrar.
Est¨¢ bien inventado el robot acad¨¦mico, porque corrige errores, avisa de moment¨¢neos pires o globos de nuestros avispados redactores y deja espacios en blanco, concediendo el beneficio de la duda al escritor (cosa que jam¨¢s le han concedido los cr¨ªticos literarios). Pero, sea como fuere, ustedes comprender¨¢n que el robot es ya mi enemigo personal e incluso sospecho que el ?sector cr¨ªtico? del sector cr¨ªtico del peri¨®dico ha inventado tan formidable y espantosa m¨¢quina contra m¨ª. Parece que Haro Tecglen levant¨® la voz en favor de mi prosa, en una tarde de Orwell, confusi¨®n y cibern¨¦tica:
-?Y qu¨¦ hacemos con Umbral?
Y le ense?aron otro robot m¨¢s peque?o, un robot bajetillo y golfo que pasa por todo, que puede digerir german¨ªas, chelis, neologismos, neosintactismos y otras maneras de escribir y vivir ?a la droga?, como dec¨ªa ya Quevedo, tan contempor¨¢neo, anticip¨¢ndose al cuelgue general de tres siglos m¨¢s tarde. Uniformado, expurgado, corregido, mejorado, higienizado el estilo de la informaci¨®n general, el peri¨®dico robotizado guarda cortes¨ªa para los colaboradores, columnistas, estilistas, neologistas, anglicistas, galicistas y otras subespecies con voluntad de estilo. Me parece que eso es el liberalismo radical o el radicalismo liberal que a veces propugna este peri¨®dico, y que pudiera ser, m¨¢s que proyecto period¨ªstico, proyecto orteguiano y sugestivo de vida en com¨²n, para los espa?oles.
Ya Ortega proyect¨® su Revista de Occidente prevali¨¦ndose del mejor y ¨²ltimo armamento cultural de Europa, pero, a la hora de elegir la tipograf¨ªa, llama a Ram¨®n G¨®mez de la Serna, un esteta puro, para que te decida la est¨¦tica de la publicaci¨®n. Todo lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que el robot y yo hayamos hecho las paces. Nos miramos de reojo, ¨¦l con una de sus mil pupilas rojas, electr¨®nicas, y yo con mis dioptr¨ªas, como dos redactores que se llevasen mal. Manuel Leguineche, que ahora vive tan extraordinarias aventuras b¨¦lico/ period¨ªsticas, y las cuenta tan bien, me lo dijo una vez en su agencia de Prensa:
-Desconcierta un poco sentarse al t¨¦lex a picar tu cr¨®nica y empezar: ?Septiembre era un p¨¢mpano de luz sobre las mitolog¨ªas hospicianas de Madrid?.
Pero unos cuantos de este peri¨®dico hemos seguido en ese rollo l¨ªrico/subjetivo y ahora lo llaman ?nuevo periodismo espa?ol? hasta en USA. Ojo, t¨ªos, de todos modos, con el cabr¨®n del robot.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.