Occidente y el petr¨®leo
?Occidente respira con uno de sus pulmones, el petr¨®leo, fuera del cuerpo; es una situaci¨®n delicada?. La afirmaci¨®n corresponde a Abba Eban, y es un magn¨ªfico ejemplo del uso, tan t¨ªpicamente brit¨¢nico, de la l¨ªtote. Occidente perdi¨® el control pol¨ªtico de Oriente Pr¨®ximo en 1956, en los mismos comienzos de la era del petr¨®leo, que va a durar, por lo menos, hasta finales de siglo; fue tambi¨¦n una coincidencia hist¨®rica bastante delicada.Los especialistas m¨¢s optimistas vaticinan que la dependencia occidental del petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo no dejar¨¢ de atenazar nuestras econom¨ªas ?antes de mediados de la d¨¦cada de los noventa?, como muy pronto. Seg¨²n me dijo un especialista en el tema, a partir de ese momento el cierre del estrecho de Ormuz tendr¨ªa un impacto negativo sobre el transporte mar¨ªtimo, pero no sobre nuestras econom¨ªas industriales.
Hasta entonces, la econom¨ªa occidental depender¨¢ no s¨®lo de una serie de potencias extranjeras, sino de un grupo de Estados que constituyen un caso at¨ªpico de subdesarrollo, caracterizado por la disponibilidad de una cantidad de dinero casi ilimitada para emplear en su modernizaci¨®n. Todo esto contribuye a producir un caso un tanto especial de inestabilidad pol¨ªtica; de aqu¨ª los actuales temores de Occidente sobre la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo.
La ausencia de controles y limitaciones monetarias permite que funcione libremente, durante un per¨ªodo bastante largo, un cierto tipo de mal desarrollo, hasta que algo falla, como fue el caso de Ir¨¢n. Los gobernantes de Arabia Saud¨ª y de las ricas ciudades-Estado del golfo P¨¦rsico est¨¢n comenzando a darse cuenta del peligro. Sin embargo, la inevitable modernizaci¨®n corre en todo momento el riesgo de fracasar, ya que una v¨ªa intermedia no contentar¨ªa ni a la derecha religiosa tradicionalista ni a la izquierda revolucionaria radical.
Nuevas pol¨ªticas
Los gobernantes tienen que avanzar por una v¨ªa inexplorada entre un excesivo o demasiado reducido progreso econ¨®mico, entre una innovaci¨®n cultural y pol¨ªtica demasiado grande o demasiado limitada. Son muchos los especialistas que no les dan a estos anci¨¦n reg¨ªmes muchas posibilidades de llevar a buen t¨¦rmino el proceso de modernizaci¨®n sin caer en alg¨²n tipo de trampa revolucionaria. Occidente no ver¨ªa con buenos ojos ni a un r¨¦gimen isl¨¢mico fundamentalista ni a un poder revolucionario radical; nuestro pulm¨®n extracorp¨®reo puede caer en manos poco amigas.
Adem¨¢s, la Uni¨®n Sovi¨¦tica est¨¢ muy pr¨®xima y nosotros muy lejanos, y existen demasiadas tensiones y conflictos nacionales e ideol¨®gicos entre estas peque?as y medianas naciones. No es, pues, sorprendente que el panorama sea tan oscuro e inquietante. Puede tratarse del problema m¨¢s grave para Occidente desde los d¨ªas de la guerra fr¨ªa.
Desgraciadamente, no es un problema que tenga una soluci¨®n sencilla, como fue el caso de la situaci¨®n europea hace una generaci¨®n. La soluci¨®n OTAN-Comunidad Econ¨®mica Europea no es v¨¢lida para Oriente Pr¨®ximo. La coincidencia de intereses entre los gobernantes moderados de los pa¨ªses del golfo y Occidente es todav¨ªa grande; el capitalismo moderno constituye una amenaza mucho menor a su identidad e independencia que el comunismo. Pero los lazos tradicionales de cooperaci¨®n econ¨®mica, pol¨ªtica y militar con Occidente se ven debilitados por una serie de diversos factores. Uno de ellos es el aparente caso de la voluntad pol¨ªtica y del poder¨ªo militar de Europa Occidental y Estados Unidos en los ¨²ltimos a?os. Otro es la creciente identificaci¨®n de Estados Unidos con Israel. Los gobernantes ¨¢rabes tradicionales tienen que arrostrar demasiados problemas dom¨¦sticos y se sienten muy d¨¦biles para arriesgarse a provocar a la opini¨®n p¨²blica de sus respectivos pa¨ªses, dando una imagen de ser demasiado abiertamente pronorteamericanos, lo que equivale a decir proisrael¨ªes.
El conflicto ¨¢rabe-israel¨ª
El tratado egipcio-israel¨ª ha creado un ¨¢rea de paz en torno a Palestina; pero ha privado a Egipto, principal potencia ¨¢rabe, de su papel de aliado y protector de Arabia Saudi, y ha debilitado los lazos de este pa¨ªs con Estados Unidos. Los saud¨ªes advierten que quiz¨¢ se vean obligados a utilizar el arma del petr¨®leo contra Estados Unidos, si la Liga Arabe o la Conferencia Isl¨¢mica decidieran tal medida, en protesta contra la protecci¨®n norteamericana a la progresiva anexi¨®n de Beguin de la Cisjordania.
Las posibilidades que pueda haber de salvaguardar nuestro pulm¨®n extracorp¨®reo y de contribuir al ¨¦xito de la modernizaci¨®n de los estados petroleros, se volver¨ªan casi inexistentes si la actual neutralizaci¨®n del poder y la presencia de Estados Unidos (y de Egipto) continuase durante mucho m¨¢s tiempo.
?El conflicto ¨¢rabe-israel¨ª ha dejado de ser el centro de las tensiones de la zona, pero no ha perdido nada de su importancia. Las tensiones locales exigen un gran esfuerzo para resolverlo lo antes posible, a fin de liberar las energ¨ªas regionales, nacionales e internacionales, para que puedan hacer frente a los nuevos peligros que amenazan a un mundo profundamente preocupado?. As¨ª se expres¨® recientemente Sim¨®n Peres, y as¨ª es la realidad. En los palestinos reside la soluci¨®n, no s¨®lo de la paz futura de Israel, sino del fortalecimiento de los lazos vitales entre Occidente y los pa¨ªses del golfo P¨¦rsico.
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