Carter y Reagan, en la etapa decisiva de su campa?a
A diecisiete d¨ªas de la elecci¨®n presidencial norteamericana, el pr¨®ximo 4 de noviembre, los dos grandes candidatos en pista, el actual presidente, el dem¨®crata Jimmy Carter, y el republicano Ronald Reagan, redoblan suss esfuerzos en una campa?a electoral cuyo desenlace final depender¨¢, sobre todo, de la capacidad de cada candidato para captar el 20% de electores todav¨ªa ?indecisos?.
Carter cuenta con las ventajas del cargo, el apoyo del senador Edward Kennedy, el hundimiento del candidato ?independiente? John Anderson y, sobre todo, la posibilidad de una espectacular liberaci¨®n de los 52 rehenes norteamericanos detenidos en Teher¨¢n desde hace 350 d¨ªas. As¨ª lo dej¨® entender el primer ministro iran¨ª, Mohammed Al¨ª Radjai, en conferencia de Prensa pronunciada ayer en Nueva York.Reagan suma a su favor las preferencias de todos los sondeos de opini¨®n. El ¨²ltimo, publicado por Los Angeles Times, daba a Reagan el 40% de los votos, contra el 36% para Carter y el 16% para Anderson. El ex gobernador de California cuenta tambi¨¦n con notable ventaja en todos los sondeos de ?votos electorales?, superando ampliamente los 270 necesarios para ser nombrado presidente.
Sin embargo, los ¨²ltimos d¨ªas dan una ligera subida para Carter en una serie de Estados industriales del noreste y medioeste de Estados Unidos, considerados, por su n¨²mero de ?votos electorales?, como decisivos para la victoria.
Los blue collar, los obreros de la industria norteamericana, est¨¢n desenga?ados de una Administraci¨®n Carter cuya gesti¨®n de cuatro a?os se salda con la mayor crisis econ¨®mica de la historia de Estados Unidos.
Pero si la realidad econ¨®mica con Carter es dura para la clase obrera y la clase media norteamericana, las promesas de Reagan para un ?cambici?, It is the timefir a change (?Es el momento para cambiar?), como dice la propaganda electoral del equipo republicano Reagan-Bush, no parece convencer del todo al electorado.
El veredicto de las urnas del martes 4 de noviembre ser¨¢ cerrado. Incidir¨¢ probablemente de manera fundamental el debate televisado que finalmente tendr¨¢n Carter y Reagan el 28 de este mes en la ciudad de Cleveland, precisamente en el Estado industrial de Ohio, uno de los calificados como ?clave?, con sus veinticinco votos electorales, para llegar o permanecer en la Casa Blanca.
El "renacimiento econ¨®mico" de Carter
Al norteamericano medio, la p¨¦rdida de influencia estadounidense en el exterior, las guerras en las que no se ve directamente implicado -lo que podr¨ªa recordarle el trauma de Vietnam- o incluso los 52 compatriotas detenidos desde hace casi un a?o en Ir¨¢r; son problemas que le caen ?lejos?. Las estad¨ªsticas definen que s¨®lo el 10% de la poblaci¨®n es realmente sensible a la pol¨ªtica exterior.
S¨ª, en cambio, le preocupa que en cuatro a?os haya doblado el precio de la gasolina, de las hamburguesas y que el cr¨¦dito para comprar una casa con largos plazos, sue?o de todo norteamericano, est¨¦ realmente por las nubes.
En diez a?os, los salarios se han doblado, pero, en t¨¦rminos reales de poder adquisitivo, el norteamericano ha perdido. La inflaci¨®n, fen¨®meno pr¨¢cticamente desconocido durante d¨¦cadas en EE UU, corroe las econom¨ªas familiares. El paro no es ning¨²n fantasma te¨®rico, como demuestran los casi ocho millones de parados.
?Estados Unidos vivir¨¢ un renacimiento econ¨®mico?, explica Jimmy Carter en sus discursos y anuncios publicitarios. ?Crearemos millones de nuevos puestos de trabajos?, insiste el presidente. ?Las soluciones que propone Ronald Reagan son simplistas y demag¨®gicas?, remata el actual inquilino de la Casa Blanca. ?Ser¨¢ escuchado por un electorado decepcionado?
Los estrategas econ¨®micos del presidente centran sus esfuerzos en reducir la inflaci¨®n, que ser¨¢ de alrededor del 10% en 1980; en su programa de ?modernizaci¨®n de la industria?; en ayudas, directas o indirectas, por v¨ªa de subvenciones o de proteccionismo, a los sectores del autom¨®vil y la siderurgia, los m¨¢s afectados por la crisis.
Jimmy Carter cuenta con el apoyo de los ¨²ltimos indicadores econ¨®micos que permiten vislumbrar el fin de la recesi¨®n en EE UU. ?Manipulados por necesidades electorales?, como acusa el bando republicano.
A nivel electoral, Carter tiene el apoyo, a rega?adientes, del senador Edward Kennedy, de capital importancia para ganar el voto de la minor¨ªa negra, hispana y jud¨ªa. Tiene la ventaja de recuperar los desertores de ¨²ltima hora del candidato ?independiente? John Anderson, muchos de ellos convencidos de la necesidad de ?votar pr¨¢ctico? y liberal, ante la posibilidad de un acceso a la Casa Blanca del equipo republicano-conservador de Ronald Reagan y Georges Bush.
Carter defiende la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, la mejora del escaso sistema de Seguridad Social y recuerda que ?nunca en la historia de Estados Unidos? hubo tantos negros e hispanos en altos cargos de la Administraci¨®n como durante estos cuatro a?os de presidencia Carter.
En relaciones exteriores -que no ser¨¢n decisivas en la campa?a-, Carter apoya la ratificaci¨®n del Tratado de No Proliferaci¨®n de Armas Estrat¨¦gicas firmado en junio de 1979 con la URSS y la modernizaci¨®n de la defensa norteamericana. Acusa abiertamente a Reagan de ser un candidato ?belicista? y coloca, no sin cierta demagogia, al elector frente a la alternativa de ?guerra o paz?.
El presidente est¨¢ "hist¨¦rico"
El presidente est¨¢ ?hist¨¦rico?, contraataca el ex gobernador de California, Ronald Reagan, que realiza su tercer intento para llegar a la Presidencia de Estados Unidos; nunca hab¨ªa estado tan cerca de conseguirlo como en el momento actual.
Frente al negativo balance de la gesti¨®n socioecon¨®mica del equipo Carter-Mondale, Reagan promete una reducci¨®n del 30% de impuestos en el plazo de tres a?os. ?Suficiente para relanzar la econom¨ªa y crear nuevos puestos de trabajo?, dicen en su cuartel general en Washington. Es un ?caramelo? apetecible, en un momento donde escasea el dinero. ?Con Reagan no puede irnos peor que con Carter?, opina un elector potencial de Reagan, que conf¨ªa en la reputaci¨®n de buenos administradores que siempre han dejado los republicanos a su paso por la Casa Blanca.
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