La izquierda ¨²til
Aqu¨ª lo que pasaba, cuando empezamos con la movida democr¨¢tica, es que la izquierda iba a ser una m¨¢s, nada, hombre, como en casa, p¨®nganse ustedes c¨®modos, que ya han estado bastante inc¨®modos en la celda durante cuarenta a?os, ?hace un marlboro?Luego result¨® que la izquierda le com¨ªa el pan a la derecha/centro en las elecciones, o por un pelo, y que los sindicatos engordaban much¨ªsimo, tal hidras marxistas de mil cabezas con boina de currante, y que en las municipales barrieron, como pasa siempre en Espa?a, o sea, con las municipales. Entonces es cuando empieza a soplar una brisa airwell que congela a la izquierda, en todas sus escalas corales, y la deja en testimonial, tipo denuncia, haci¨¦ndoselo de conciencia de Pinocho de la democracia. De todos modos, claro, la izquierda es un incordio, una paliza, un demasi¨¦, una cosa, as¨ª que otra vuelta de airwell, hibernaci¨®n a tope y a ver si se comportan ustedes, que en una democracia hay que comportarse. De fundamental, la izquierda (toda la izquierda que va de legal) se ha quedado en testimonial, y ahora ni siquiera eso: ahora la izquierda va teniendo un papel meramente legitimador. La derecha/centro se justifica y autentifica por la izquierda como Dios se autentifica por el demonio. Puesto que el demonio es el supremo mal, alguien tiene que ser el supremo bien. Todo lo que hoy se hace en la pol¨ªtica, en las Cortes, en las leyes, en la cosa, en el rollo, para establecer lo estable (y me alegra que Coronel de Palma vaya a salvar el palacio de Linares, zenqui¨²), queda legitimado por la presencia de la izquierda, siquiera sea una presencia monologante, en el caso pec¨¦, o una presencia ceceante, en el caso Felipe. La izquierda, con su mera presencia (PCE y PSOE van siendo est¨¢ticos e hist¨®ricos como los leones del Congreso), legitima todo lo que hace la derecha por la democracia y todo lo que hace la democracia por la derecha. La izquierda, hoy, tiene un sentido expreso de Oposici¨®n y un sentido latente de legitimaci¨®n.
Gran legitimadora, la izquierda, puesto que est¨¢ ah¨ª y todo-se-ha-hecho-contando-con-ella. Queramos o no, hoy en el mundo (en todos los mundos posibles, de Picasso a Pasolini), la derecha s¨®lo se legitima por su voluntad de izquierda, y hasta un pase de modelos en Price, con Pepe Mart¨ªn y otras estrellas, tiene una voluntad social/ demag¨®gica que las estrellas legitiman como tales y como gauchistes. La izquierda, pues, se ha quedado en ¨²til, no a la manera de los tontos ¨²tiles que denunciaban Franco/Stalin, sino a la manera del testaferro in¨²til. Como la tolerancia se paga siempre con el insulto, la ¨²ltima pupa de la izquierda espa?ola (tan pupas) es, que ya han empezado a insultarla: pierde afiliados porque no funciona ni es democr¨¢tica. Se disgrega en cabezas de partido judicial porque es boba. Y as¨ª. ?C¨®mo olvidar que la izquierda no ha dado m¨¢s juego que el que te dejaban dar, primero por su car¨¢cter de pariente pobre de la democracia (que nos legitima como el pobre que sentamos a nuestra mesa por navidades) y despu¨¦s por el amedrentamiento a que se la somete desde todas las esquinas, y no necesariamente desde la esquina de la Moncloa? Cierro la interrogaci¨®n por no resultar castelarino, pero podr¨ªa seguir interrogando: ?c¨®mo olvidar que la izquierda, en las Cortes, est¨¢ presa de la matem¨¢tica parlamentaria, y fuera de las Cortes est¨¢ presa de la matem¨¢tica de Ferrer Salat?.
Satisfechos con esta izquierda ¨²til, legitimadora (siempre podr¨¢ decir la Historia que la izquierda estaba all¨ª, aqu¨ª), pasamos de la satisfacci¨®n a la insatisfacci¨®n seg¨²n el proceso sadico-anal, y hemos empezado, ya digo, a insultar a la izquierda.
Desde la izquierda misma, en la calle (a la derecha sociol¨®gica la escucho menos, porque me amuerma), se le invoca a la izquierda/77 lo que pudo haber sido y no fue, un hero¨ªsmo pol¨ªtico emp¨ªricamente imposible. Y la izquierda l¨²cida, que se da cuenta de todo, aguantando. A ver qu¨¦ vida.
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