La Conferencia de Madrid
LA CONFERENCIA de Madrid debe comenzar en su fase definitiva el 11 de noviembre: faltan quince d¨ªas y la ya larga reuni¨®n preparatoria est¨¢ atascada. El representante de Espa?a, Javier Rup¨¦rez, est¨¢ manteniendo frente a la delegaci¨®n sovi¨¦tica la l¨ªnea m¨¢s ortodoxa de Occidente, emanada de Estados Unidos principalmente; es decir, que debe dedicarse un tiempo amplio y un an¨¢lisis minucioso a la ponderaci¨®n del cumplimiento del Acta firmada en Helsinki hace cinco a?os, y se opone adem¨¢s a una conferencia global de desarme que propone la URSS. El tiempo dedicado al examen del estado actual de los principios de Helsinki estar¨ªa dedicado fundamentalmente a una cr¨ªtica de la URSS por su penetraci¨®n armada en Afganist¨¢n y por las cuestiones de los disidentes, de las minor¨ªas religiosas, de las prometidas libertades que no ha cumplido. La insistencia de Mosc¨² en el desarme global tiende a distanciar a Estados Unidos de sus aliados europeos, principalmente en la cuesti¨®n de los ?euromisiles?, en la que se trabaja tambi¨¦n lentamente en Ginebra, en una reuni¨®n bilateral. Su esperanza consiste en que, si se alargan los plazos, las elecciones americanas rebajen la tensi¨®n de la Casa Blanca y ello permita una actitud m¨¢s d¨²ctil a la delegaci¨®n americana y a la ortodoxia de Occidente. En todo caso, su inter¨¦s primordial es que se celebre la Conferencia, aunque sea con un calendario y un temario adverso. Lo que la URSS pone en ella es una gran carga pol¨ªtica: que los temas de la d¨¦tente sean tratados colectivamente por las 35 naciones europeas (con Canad¨¢ y Estados Unidos en el papel de europeos) -en lugar de ser un regateo directo entre ella y Washington; encuentra, y es cierto, que la mayor¨ªa de Europa -sobre todo las naciones con m¨¢s peso militar y econ¨®mico propio- desea esta ocasi¨®n de autonom¨ªa que le da la Conferencia de Seguridad y de Cooperaci¨®n, y que en los ¨²ltimos tiempos desconfia seriamente de la direcci¨®n de Estados Unidos en temas que no son s¨®lo de vida o muerte por la guerra, sino por el desarrollo econ¨®mico y el problema social inherente. La baza de Estados Unidos es justamente la contraria: no quiere perder la hegemon¨ªaoccidental y no quiere dejar de administrar la guerra y la paz, y la geografia pol¨ªtica y eco il¨®mica. El tema de Afganist¨¢n fue un agua de mayo para esa pol¨ªtica: Carter no ha dejado de utilizarlo. Trataba. de conseguir un aislamiento mayor de la URSS, al mismo tiempo que un rejuvenecimiento en torno suyo del orgullo americano. Lo ha conseguido s¨®lo en parte, pero va de nuevo a blandirlo en la Conferencia de Madrid. Con todo ello, las posibilidades de que la fase que comienza en noviembre quede bloqueada, como lo est¨¢rt las reuniones preparatorias, son muy considerables.
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