Los veinticinco a?os de la Fundaci¨®n Juan March
LA CONTROVERTIDA figura del financiero mallorqu¨ªn Juan March Ordinas ha sido muy diversamente tratada a lo largo de la historia espa?ola de este siglo. En torno a su vida y a su obra ha corrido mucha tinta, que ha tejido leyendas junto a hechos contrastables, y ha logrado una abstrusa mezcla de mitificaci¨®n y panfleto en torno al capitalista que m¨¢s rotundamente hizo suyo ese calificativo en la Espa?a de este siglo.Esta figura singular tuvo, siete a?os antes de su muerte, una idea que al correr de los a?os resulta verdaderamente excepcional en este pa¨ªs: la de la creaci¨®n, el 4 de noviembre de 1955, de la fundaci¨®n que lleva su nombre, y que dentro de unos d¨ªas cumplir¨¢ su primer cuarto de siglo de existencia. Esta fundaci¨®n, que ahora vuelve la vista atr¨¢s, hace balance y puede enaltecerse de la densidad y calidad del trabajo realizado, y que con toda seguridad har¨¢ pervivir el nombre de su fundador m¨¢s all¨¢ de cualquier leyenda, de cualquier mito o pol¨¦mica.
Parec¨ªa que en Espa?a, con la llegada del Estado moderno, desaparecieron las capacidades de mecenazgo de la sociedad, y la cultura, abandonada en las simples manos de la cada vez m¨¢s escasa iniciativa privada y encomendada a las de Gobiernos absorbidos por los temas pol¨ªticos y econ¨®micos, sobrevivir¨ªa a duras penas. El Museo del Prado es una realidad gracias a una donaci¨®n de la Corona y a infinidad de donativos individuales; el L¨¢zaro Galdeano, el Sorolla, el Mar¨¦s, el Cerralbo o el de Arte Abstracto de Cuenca han surgido tambi¨¦n de iniciativas particulares de sus fundadores. Pero tambi¨¦n es verdad que unas mezquindades municipales est¨¢n poniendo en peligro la subsistencia del Museo Sempere, de Alicante.
A pesar de estas dificultades y de las incomprensiones p¨²blicas y sociales -no es posible olvidar tampoco que.la Fundaci¨®n Gulbenkian, de Lisboa, pudo instalarse en Madrid, y que cada cual busque las responsabilidades-, Juan March Ordinas vivi¨® lo suficiente para poder encarrilar l¨¢ vida de la fundaci¨®n que lleva su nombre, y que sus herederos han potenciado hasta la espl¨¦ndida realidad actual. Desde aquellas becas y premios que se convocaban en los primeros a?os, donde resultaban galardonadas figuras de la primera fila de nuestra cultura, de Azor¨ªn a Ram¨®n G¨®mez de la Serna, de Josep Pla a P¨¦rez de Ayala, de Gerardo Diego a Antonio Buero Vallejo, hasta las 300.000 asistencias contabilizadas el a?o pasado a sus actividades culturales, sus 165 conciertos, 64 conferencias, diecinueve exposiciones art¨ªsticas de primera magnitud, sus trescientos becarios en ejercicio -y todo ello en un solo a?o-, el camino recorrido ha sido largo,
La Fundaci¨®n Juan March es hoy una de las primeras del mundo en su g¨¦nero. Produce y fomenta cultura, ayuda a los hombres de la cultura y la pone al servicio de la colectividad. Cu¨¢lquier historia cr¨ªtica de la cultura en Espai¨ªa tendr¨¢ inevitablemente que atender a esta labor fecunda y encomiable.
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