Rescatar del olvido a Joan Gonz¨¢lez
Joan Gonz¨¢lez, el hermano mayor de Julio, el que fuera su principal sost¨¦n espiritual desde la liquidaci¨®n (1900) de los c¨¦lebres talleres de forja del padre, Concordio Gonz¨¢lez, hasta su prematuro fallecimiento, en Barcelona.Carmen Mart¨ªnez nos dio, presentando en el marco de la FIAC 80 una espl¨¦ndida serie de trabajos de Joan Gonz¨¢lez, una nueva oportunidad para rescatar del olvido a este artista de talento, a esta singular personalidad digna de figurar, pese a la brevedad de su quehacer, entre las m¨¢s destacadas, lo que enriquecer¨ªa notablemente el panorama de nuestras artes pl¨¢sticas entre finales del siglo XIX y los comienzos del actual.
De nada han servido hasta ahora las espor¨¢dicas manifestaciones destinadas a devolverlo al recuerdo de p¨²blico y especialistas, que tan r¨¢pidamente lo perdieron tras su desaparici¨®n, pese a los loables textos que en su memoria escribieran A. de Riquer y Torres Garc¨ªa. Nada ha quedado de la exposici¨®n personal de 1906 en la sala Par¨¦s (Barcelona). Nada de la retrospectiva que le dedic¨®, en 1926, el Sal¨®n de los Independientes. Como tampoco han conseguido sacarlo del inexplicable silencio las exposiciones de 1965 en la Galerie de France y la Galer¨ªa Landau, de Los Angeles, o las de 1968 en la Galer¨ªa de Santa Catalina (Madrid) y el Palau de la Virreina (Barcelona).
Quiz¨¢ la modestia de esas manifestaciones, unos pocos dibujos, justifiquen la poca atenci¨®n que se les prest¨®. Pero, ?qui¨¦nes sab¨ªamos que en 1969 entraban en el ?gabinete de dibujos? del Louvre veinticuatro importantes piezas de Joan Gonz¨¢lez (pasteles, l¨¢pices, gouaches)? Es m¨¢s, La Pol¨ªgrafa publica en 1973 un grueso y lujoso volumen titulado Lidio Gonz¨¢lez, con texto de Vicente Aguilera Cerni, donde ¨¦ste dedica un amplio cap¨ªtulo a la vida y obra de Joan Gonz¨¢lez acompa?ado de numerosas y sugestivas reproducciones. Pues bien, figuran en dicho cap¨ªtulo unas l¨ªneas que, desgraciadamente, Aguilera Cerni podr¨ªa hoy repetir textualmente: ?Se sigue ignorando cu¨¢l fue su dimensi¨®n, su papel hist¨®rico, su tragedia. A¨²n se le deben el recuerdo, el reconocimiento, el lugar. Y desde ahora, esas deudas corresponden casi por entero a Barcelona?. No, esas deudas nos corresponden a todos. Y ser¨ªa imperdonable que perdi¨¦ramos esta nueva oportunidad.
Acento inconfundible
La obra de Joan Gonz¨¢lez es corta, situ¨¢ndose toda ella entre 1902 y 1908. Es de asombrar el camino recorrido por el artista en tan corto per¨ªodo de tiempo, su capacidad para entrar en la problem¨¢tica y horizontes de la pl¨¢stica de su ¨¦poca, para decantar y afirmar una personalidad propia, un estilo, para pergue?ar un universo con acentos inconfundibles. Los ¨®leos fueron escasos, pero los dibujos (tintas, carboncillos, l¨¢pices), pasteles, gouaches y acuarelas pasan a¨²n hoy de los ochocientos. Los temas tratados son el paisaje, las escenas urbanas (el Paralelo de Barcelona o los bulevares parisienses), escenas de bailes y caf¨¦- conciertos, damas vestidas a la moda, desnudos y una serie, notable por su audacia y abstracci¨®n, de nubes como tema ¨²nico. En ella hizo especial hincapi¨¦ Carlos Are¨¢n- en su texto para Joan Gonz¨¢lez, ediciones de Le Mus¨¦e de Poche, 1971, Par¨ªs.Nada m¨¢s normal que la pluralidad de v¨ªas, el contraste entre los sutiles cromatismos de una sensibilidad a flor de piel y las tenebrosidades, en el claroscuro, de un esp¨ªritu inquieto, ¨¢vido y atormentado, entre las gamas ligeras y luminosas y la profundidad amenazadora de los negros aterciopelados, en lo que, para Joan Gonz¨¢lez, era tanto b¨²squeda febril, impaciente, y ya, pr¨¢cticamente desde el principio, hallazgo.
Ni nada m¨¢s natural que aqu¨ª o all¨ª adivinemos el eco de otros nombres: la escuela de Barbizon, de Puvis de Chavannes, de Ram¨®n Casas, de Lautrec, de Seurat, de Munch, siendo los ¨²ltimos, poco m¨¢s o menos, de su misma generaci¨®n. ?Pero qu¨¦ r¨¢pida y personalmente digeridos y re interpretados, traducidos a su propio estilo! Hijo, sobre todo, del modernismo (cuando llega a Par¨ªs, a los 32 a?os, est¨¢ en pleno apogeo el art nouveau), con huellas dejadas, sin duda, por Els Quatre Gats, Joan conseguir¨¢ sintetizar con acierto elementos procedentes, asimismo, del simbolismo y del expresionismo, todo ello plasmado con dejes claramente neorrom¨¢nticos. Aunque, a m¨ª, en quien m¨¢s me hacen pensar el inquietante dramatismo de algunos paisajes, especialmente de Montserrat, y el misterio y desaz¨®n que se desprende de algunas piezas con personajes, es en Munch. En todo caso queda una obra lograda en s¨ª misma, seria y apasionada, que no podr¨ªa tener mejor destino que su recuperaci¨®n para nuestro patrimonio cultural.
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