Televisi¨®n Espa?ola tiene su propia pol¨ªtica familiar
Mientras el Parlamento define la pol¨ªtica familiar que debe regir en este pa¨ªs, Televisi¨®n Espa?ola, tiene ya perfilada la suya. Gran parte de los telefilmes que cada d¨ªa se emiten por la peque?a pantalla son reflejos ideol¨®gicos de lo que los dirigentes del medio de comunicaci¨®n m¨¢s poderoso del pa¨ªs entienden por vida familiar. La obsesi¨®n de Prado del Rey por la familia le ha llevado incluso a dotar de parientes numerosos a Rodrigo D¨ªaz de Vivar.
Sumemos la prole de RTVE en el d¨ªa de hoy: ocho hijos de la familia Bradford, m¨¢s cuatro del matrimonio Apple, m¨¢s los mellizos Brian y Pete Boot de la serie Guardi¨¢n de mi hermano, m¨¢s Ethel, Robert y Guillermo Brown, m¨¢s esa sarta de leg¨ªtimos y bastardos que circulan por la confusa Penmarric disputando la dichosa herencia. Si las cuentas no fallan: casi veinte hijos en apenas cinco familias televisuales; lo cual provoca la cifra sintom¨¢tica -sociol¨®gicamente at¨ªpica- de cuatro descendientes per teleffim. Seguramente para compensar sus c¨¦lebres tratos lamentables con la calidad, RTIJE se ha convertido en una firme candidata al oscar de la natalidad. El dato hubiera encantado a aquel general gallego tan aficionado a las marinas y a las familias numerosas.Est¨¢ el cuarto de la peque?a pantalla atiborrado de ni?os ajenos. Poco importa que los espa?oles pongamos exquisito cuidado en no aumentar antipatri¨®ticamente la tasa de natalidad para evitar un caos socioecon¨®mico todav¨ªa mayor: ah¨ª viene Prado del Rey con la prole bajo el brazo ofreci¨¦ndonos sin la menor ambig¨¹edad un modelo de sociabilidad basado en la familia numerosa; incluso en familia numerosa de primera con derecho a premio.
Lo preocupante, con todo, no es el boom demogr¨¢fico de la actual programaci¨®n, que de tener impacto en la audiencia -como lo tienen los spot y con bastante menos motivo- puede desmoroiaar los cuidadosos planes de lucha contra el paro del se?or Calvo-Sotelo; no, lo que verdaderamente pasma es la desfachatez de los hombres de RTVE para hacer propaganda descubierta de un tipo determinado de moral familiar, y precisamente en estos momentos de tensa disputa, nacional sobre el pendiente asunto del divorcio. Al menos en la cuesti¨®n familiar, Prado del Rey es beligerante.
Andan los pol¨ªticos civilizados y los periodistas samaritanos alarmados con la injerencia de las huestes del obispo Marcelo en los asuntos terrenales, cameros, por m¨¢s precisi¨®n topogr¨¢fica, pero nada dicen de la muy elaborada idea de familia, matrimonio, paternidad, conyugalidad, indisolubilidad que diariamente parpadea en sus televisores. Lo que el obispo Marcelo sermonea no es nada en comparaci¨®n con lo que RTVE programa. Es curioso: nuestros intelectuales se escandalizan por las homil¨ªas antidivorcistas y comulgan diariamente con las ruedas de molino familiarista de la tele. Siguen creyendo que el p¨²lpito es instrumento de persuasi¨®n m¨¢s eficaz que el palcolor. Son todo o¨ªdos para la oratoria sagrada y decimon¨®nicamente ciegos para la ret¨®rica electr¨®nica. Incluso, ya digo, presumen de no ver la televisi¨®n, sin darse cuenta que es la televisi¨®n la que no les quita ojo, a los intelectuales y al pa¨ªs.
Con ocho basta, La familia Apple, Un mundo para ellos, la mayor parte de los Grandes relatos, aquella Casa de la pradera, esta tremenda estupidez titulada Vacaciones en el mar -en cada traves¨ªa se evitan, por el m¨¦todo Francis, media docena de divorcios y se provocan otros tantos proyectos amorosos indisolubles-; ficci¨®n y no ficci¨®n atractivamente ensambladas para ilustrar a todo color lo que el obispo Marcelo pronuncia en blanco y negro.
Es tal la obsesi¨®n tribal de Prado del Rey que hasta le han puesto familia al Cid Campeador. En nuestras fantas¨ªas juveniles aquel Rodrigo D¨ªaz de Vivar era un tipo sin infancia, que surg¨ªa en el campo de batalla como los h¨¦roes del western, desprovisto de casa y de parentela, solitario y pele¨®n, que cabalgaba por la vida entre el amor y el honor. Meri¨¦ndez Pidal dot¨® al Cid de mocedades realistas en un alarde de erudici¨®n ciertamente desmesurado e in¨²til, porque los mitos, como su propio nombre indica, carecen de pasado; ahora RTVE va m¨¢s lejos que el sabio y le inventa un origen prosaico y paradigm¨¢tico, con padres, hermanos, primos y dem¨¢s familia, en un esfuerzo historiogr¨¢fico sin precedentes, para evitar que los h¨¦roes de la infancia anden sueltos por la aventura. El resultado es que este peque?o Cid unifamiliar de la tarde de los domingos est¨¢ a punto de liquidar la hermosa leyenda de las mocedades ¨¦picas del Campeador, y sus haza?as infantiles no le llegan a la suela de los embarrados zapatos de charol de Guillermo el Proscrito.
Conjura antidivorcista
Pero si hasta Nicol¨¢s, el enano sentimental de Con ocho basta, resulta un chaval menos rernilgado y cursi que este Ruy que se han sacado de la manga los de la tele para consolidar las estructuras elementales del parentesco al modo de don Marcelo.
Toda esta conjura antidivorcista podr¨ªa interpretarse a beneficio del azar si no fuera porque la propia RTVE se encarga de proclamar sus intenciones: ?George Apple?, reza el folleto propagand¨ªstico de Prado del Rey, ?honra a su familia, a su Dios y a su pa¨ªs. Tiene cualidades lin,colnianas, aunque sea un ciudadano del siglo XX. Simplemente Apple es un hombre bueno, por educaci¨®n, por instinto y por deseo. (...) Dej¨® un d¨ªa su pueblo natal para encontrar una esposa, hacer una carrera y fundar una familia, consiguiendo ¨¦xito en las tres cosas?. Y la misma literatura, sin pudor, acompa?a a todos estos imp¨²dicos productos propagand¨ªsticos que nos dejan el tresillo skay lleno de ni?os felices, matrimonlos felices, sexualidades felices, sagas felices que se despiden del respetable comiendo perdices a la moda trapp, como mandan las leyes de ese viejo g¨¦nero literario llamado Derecho can¨®nico, cuya regla de oro es ?con ocho basta, pero no sobra?.
Babelia
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