La era Carter, marcada por una diplomacia vacilante
En una entrevista televisada poco despu¨¦s de llegar a la Casa Blanca, en 1977, Carter explicaba as¨ª la diferencia entre el puesto de presidente y el de gobernador de Georgia: ?La gran novedad es el tema de la pol¨ªtica exterior. Ahora tengo un globo terr¨¢queo junto a mi despacho y estoy aprendiendo acerca de los diferentes pa¨ªses?.
Carter lleg¨® a la Presidencia sin experiencia en asuntos internacionales, pero decidido a acabar con la diplomacia secreta y la realpolitik de los a?os Nixon-Kissinger. Al mismo tiempo, se declar¨® decidido a actuar con un sentido moral en las relaciones con el mundo, convirtiendo a los derechos humanos en el eje de su pol¨ªtica. Cuatro a?os despu¨¦s, el balance es un claroscuro en el que la paz ¨¢rabe-israel¨ª de Camp David y la normalizaci¨®n de relaciones con China dif¨ªcilmente compensan la incoherencia de su gesti¨®n, llena de dudas y vacilaciones, producto de la falta de visi¨®n global que caracteriza, seg¨²n todos los observadores, al ex gobernador de Georgia.La ingenuidad y la inexperiencia de Carter qued¨® de manifiesto cuando, al comienzo de su mandato, en marzo de 1977, el presidente propuso a los sovi¨¦ticos una reducci¨®n dr¨¢stica en los respectivos arsenales estrat¨¦gicos para mejorar el tratado SALT II sobre limitaci¨®n de armamento nuclear, que la Administraci¨®n hab¨ªa heredado de la presidencia Ford. Breznev rechaz¨® irritado la propuesta de Carter, y ¨¦ste se declar¨® sorprendido de esta reacci¨®n. Tendr¨ªan que pasar dos a?os m¨¢s hasta que el presidente de Estados Unidos y el secretario general del Partido Comunista sovi¨¦tico firmaran, en Viena, el SALT II, cuya ratificaci¨®n est¨¢ a¨²n pendiente en el Senado.
Esta incomprensi¨®n de la actuaci¨®n del Kremlin es una constante de la presidencia Carter. El presidente tampoco comprendi¨® la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n y manifest¨® que Breznev le hab¨ªa enga?ado. Posteriormente, despu¨¦s de afirmar que se trataba de ?la m¨¢s grave amenaza a la paz mundial, desde la segunda guerra mundial?, no reaccion¨® en consecuencia, limit¨¢ndose a intentar aislar a la URSS en una pol¨ªtica que fracas¨® con la celebraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos. En el verano de 1979 declar¨® que era inaceptable la presencia de una brigada sovi¨¦tica de combate en Cuba, para, m¨¢s tarde, aceptar el hecho consumado.
Carter tampoco comprendi¨® la evoluci¨®n de Ir¨¢n, y su apoyo inicial al desaparecido sha, como gendarme de EE UU en el golfo P¨¦rsico, dio paso a su abandono precipitado, que no se compens¨® con un di¨¢logo positivo con la revoluci¨®n de Jomeini.
Este cuadro de dudas e indecisiones en la conducci¨®n de la pol¨ªtica internacional le ha costado a Carter la incomprensi¨®n y las cr¨ªticas de sus m¨¢s importantes aliados europeos. El presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing, de Francia, y el canciller Schmidt, de la Rep¨²blica Federal de Alemania, han acusado a Carter de haber comprometido la distensi¨®n.
Sin embargo, Breznev parece que preferir¨ªa seguir tratando con Carter que con Reagan, y el balance de su gesti¨®n arroja tambi¨¦n importantes logros. El primero, sin duda, la firma de un acuerdo de paz entre Egipto e Israel y el establecimiento de un marco para un futuro arreglo en Oriente Pr¨®ximo.
El reconocimiento oficial y la normalizaci¨®n de relaciones con China, rompiendo los lazos con Taiwan, y el apoyo al Gobierno de la mayor¨ªa negra en el Cono Sur africano, son tambi¨¦n importantes puntos a favor de la gesti¨®n internacional de la presidencia Carter.
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