Del anticlericalismo, el divorcio y otros temas
La lectura en la secci¨®n ?Opini¨®n? de EL PA?S, el domingo 2 de noviembre, del art¨ªculo del que fue promesa literaria de los a?os cincuenta Rafael S¨¢nchez Ferlosio, titulado ?Tibi dabo?, me ha llevado a realizar algunas reflexiones sobre problemas de actualidad que creo debo intentar trasladar a los lectores del peri¨®dico. Estos son: el anticlericalismo, el divorcio y la trayectoria del propio peri¨®dico.El primer tema es el del anticlericalismo. En general, todo clericalismo, sea pro o anti, me repele. Creo que, con contadas excepciones, la Iglesia cat¨®lica en su conjunto, y sobre todo muchos cat¨®licos, en cuanto individuos, han cooperado no s¨®lo a la instalaci¨®n de la democracia en Espa?a, sino, primordialmente, a la creaci¨®n de un clima de di¨¢logo y comprensi¨®n entre las diversas tendencias presentes en nuestra geograf¨ªa. Las propias p¨¢ginas de EL PA?S pueden dar buen ejemplo de ello. A este esfuerzo de crear un ¨¢mbito de convivencia no le hacen ning¨²n bien art¨ªculos como el de S¨¢nchez Ferlosio, que, aunque no dudo que, como otros anteriores, suscitar¨¢ un alud de cartas de adhesi¨®n, lo cierto es que est¨¢ plagado de falsedades y es m¨¢s cuidadoso de la forma literaria que del rigor hist¨®rico de sus afirmaciones, no pudiendo extra?ar que moleste a los que nos confesamos seguidores de este, seg¨²n ¨¦l, ?Impresentable organista polaco?. Creo sinceramente que todos los esfuerzos que se hagan por romper ese clima de di¨¢logo, vengan de donde vengan y sean en el campo que sean, son un retroceso en la tarea m¨¢s urgente que tenemos en nuestro pa¨ªs y de la que, sin duda, depende el propio futuro de Espa?a, que es la de crear un ¨¢mbito de convivencia, aceptaci¨®n mutua y di¨¢logo entre los que, pensando de forma distinta y aun contrapuesta, estamos, sin embargo, obligados a entendernos. Y esto vale, repito, tanto para los anti como para los proclericales.
En segundo lugar hemos de constatar que detr¨¢s de muchos de los recientes brotes anticlericales hay, con monocorde tono, un solo tema: el del divorcio. El apasionamiento de la exposici¨®n hace sospechar emociones personales e interesadas, apenas ocultas tras ciertas posturas. Y, sin embargo, en pocos temas es m¨¢s preciso un clima sereno y, unas frases tranquilas que lleven la paz a las gentes y que eviten una gerra sobre un tema candente y que, indudablemente, precisa urgente soluci¨®n.
Porque, por regla general, la mayor parte de los comentarios que hemos le¨ªdo estos d¨ªas, ¨ªncluidos, por supuesto, los publicados en este peri¨®dico, son apasionados alegatos, apenas racionales, en pro de materia preconcebida. S¨®lo as¨ª puede explicarse, por poner un ¨²nico ejemplo, el que autores como Miret lleguen a afirmaciones como las que hizo recientemente de la ??inmadurez sexual de los obispos? como causa de sus posiciones en el tema del divorcio!
Ser¨ªa importante que alguien con autoridad pudiera explicar con un poco de detalle a nuestros conciudadanos tres verdades que para m¨ª son evidentes, y que creo podr¨ªan ser suscritas por una gran parte de nuestra poblaci¨®n.
La primera verdad es que la familia es una instituci¨®n socialmente irreemplazable en estos momentos, cualesquiera que sean las modificaciones que los tiempos actuales exijan realizar en ella, y que es por ello por lo que la Constituci¨®n prometi¨® protegerla, promesa, por cierto, cuyo cumplimiento seguimos esperando, ya que deber¨ªa haber ido paralela a la ley de divorcio.
La segunda, que, en n¨²mero creciente, hay familias que han fracasado en su proyecto de lograr una convivencia estable y que el derecho debe primero intentar apoyar el que esa convivencia se logre y, cuando la ruptura sea irreparable, dar una soluci¨®n a dichos problemas. Esta ¨²ltima es el divorcio, que no es, por supuesto, el ideal de un matrimonio, sino la soluci¨®n de un fracaso, pues nadie se casa para divorciarse, sino que se divorcia porque fracas¨® en su primitivo y, con frecuen cia, ilusionado proyecto matrimonial. Esto es lo que creo quiso decir la Conferencia Episcopal cuando, hace ya tiempo, admit¨ªa la posibilidad de que la autoridad civil, bajo su responsabilidad y como mal menor, publicara una ley de divorcio.
Y la tercera, que una medida tan grave como la del divorcio, cuandose introduce por primera vez en un ordenamiento, debe hacerse con prudencia, procurando resolver los problemas y no crearlos, ya que en estos temas, que indudablemente repercuten sobre la instituci¨®n familiar, es preferible quedarse corto y aun tener que volver a legislar pasado un plazo prudencial que lanzarse irreflexivamente a medidas cuyas consecuencias no siempre se conocen bien.
Por ¨²ltimo, perm¨ªtasenos alguna reflexi¨®n sobre la l¨ªnea del p eri¨®dico en estos temas. Vaya por delante mi convencimiento de que EL PA?S es hoy el mejor peri¨®dico de Espa?a y de que esto ha sido posible, entre otras razones, por el magn¨ªfico plantel de profesionales que lo hacen. Por esto es por lo que creo se les puede pedir que en temas tan importantes como el de la convivencia religiosa o el del divorcio, acent¨²en su esfuerzo en pro de la clara vocaci¨®n liberal del proyecto inicial que dio vida al peri¨®dico. Somos muchos los que desde el primer momento apoyamos decididamente la tarea de crear un peri¨®dico liberal, lo que, en palabras de nuestro presidente, significa ?estar dispuesto a comprender y escuchar al pr¨®jimo, aunque piense de otro modo?, y entre estos muchos hay no pocos cat¨®licos que creemos compatible el liberalismo y nuestra profesi¨®n de fe religiosa, y creo que podemos pedir al peri¨®dico que, por encima del apasionamiento al uso, presente las cuestiones religiosas con respeto a las creencias y personas, con objetividad informativa, presentando las diversas opciones y evitando tanto en la presentaci¨®n editorial como en las secciones dependientes del peri¨®dico frases que puedan ofender, sea quien fuere al que lo haga. Si cree oportuna la publicaci¨®n de art¨ªculos como el de S¨¢nchez Ferlosio, h¨¢galo, pues derecho tiene a exponer sus ideas, pero dejando claro que las ideas son suyas, y no opini¨®n del peri¨®dico. Para ello se ha introducido la secci¨®n llamada ?Tribuna libre?.
Y, para terminar, he de decir algo que he echado de menos en la presentaci¨®n por el peri¨®dicodel tema del divorcio, y es que, adem¨¢s de la l¨ªnea apasionadamente divorcista, se diera oportunidad a voces discrepantes para exponer sus razones, porque son las razones, y no las emociones, las que har¨¢n posible la publicaci¨®n de una ley de divorcio clara y prudente. Creo que a¨²n estamos a tiempo de poner un poco de sordina a las segundas y dejar o¨ªr su voz a las primeras. La familia espa?ola, n¨²cleo de nuestra sociedad, saldr¨¢ beneficiada.
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