Un hombre de acci¨®n
Entre 1930 y 1950, Am¨¦rica dio al cine los mejores rostros y los mejores actores con que esta industria jam¨¢s cont¨®: los Grant, Cooper, Fonda, Ryan, Wayne, Gable, Flynn, Cagney, Bogart, Brennan, Mitchum, Holden, etc¨¦tera. Una raza en extinci¨®n de la que apenas quedan cinco supervivientes en activo, unos rostros y un cine, desgraciadamente, irrepetibles.A partir de 1950, una nueva generaci¨®n de actores -la mayor¨ªa hab¨ªa estudiado para ello; de los citados anteriormente, s¨®lo una minor¨ªa lo hab¨ªa hecho- inunda el cine americano. Fue la ¨¦poca de los Brando, Newman, Dean, Scott, Cazavettes, Gazzara, Nicholson, Redford, Beatty... Ninguno, entre todos ellos, pose¨ªa la fuerza de sus predecesores. La mayor¨ªa hab¨ªa adquirido en una escuela prestigiosa el codiciado m¨¦todo. Steve McQueen pertenec¨ªa a esta brillante pl¨¦yade y, aunque no se le notara, tambi¨¦n hab¨ªa pasado por el Actor's Studio.
Como todos sus compa?eros de generaci¨®n, McQueen debut¨® en el cine mediados los cincuenta. Se hizo notar en t¨ªtulos como Marcado por el odio y, sobre todo, Los siete magn¨ªficos, aunque sus a?os de esplendor fueran los sesenta. En ellos, McQueen rod¨® los t¨ªtulos que m¨¢s fama y dinero -produjo muchos de ellos- le dieron: La gran evasi¨®n, El rey del juego, El caso de Thomas Crown, Bullitt. A trav¨¦s de estas y otras menos conocidas pel¨ªculas, McQueen cre¨® un personaje no excesivamente original, pero que, por una serie de matices concretos, le pertenec¨ªa: un personaje seductor y C¨ªnico que intentaba conciliar las atl¨¦ticas cualidades del hombre de acci¨®n con la m¨¢s rara cualidad de la inteligencia.
McQueen era atractivo, sin ser un guapo empalagoso a lo Warren Beatty. No era tan blando como George Peppard, pero tampoco era tan duro como Lee Marvin o James Coburn; por eso no hac¨ªa bien de malo. No era atormentado como Cazavettes ni neur¨®tico como Nicholson. Era bueno, simple y, casi siempre, un independiente. Un individualista solitario y autosuficiente. Pienso que hizo sus dos mejores pel¨ªculas con Sam Peckimpah; tal vez se parec¨ªan un poco. Me gustar¨ªa recordarle siempre como el n¨®mada Junior Bonner, su personaje m¨¢s hermoso. Cuando fabric¨® sus pel¨ªculas para s¨ª mismo se equivoc¨®. Un enemigo del pueblo y Tom Horn fueron dos sonados fracasos.
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