S¨¢nchez Albornoz: "La Espa?a cristiana de los siglos VIII al XI es mi obra predilecta"
Aparece la contribuci¨®n del investigador a la "Historia de Espa?a" de Men¨¦ndez Pidal
La aparici¨®n del primer volumen de La Espa?a cristiana de los siglos VIII al XI, un amplio estudio de Claudio S¨¢nchez-Albornoz sobre la historia interna del reino astur-leon¨¦s en el per¨ªodo 722-1037, se?ala el inicio de una nueva etapa en la construcci¨®n de la monumental Historia de Espa?a iniciada por Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal en 1927 y publicada por Espasa-Calpe. Los primeros tomos fueron publicados con un ritmo irregular entre 1935 y 1975. Una entrevista con el historiador espa?ol en su casa de Buenos Aires (Argentina) y unas declaraciones del director actual de esta colecci¨®n, el profesor Jos¨¦ Mar¨ªa Jover, se?alan la publicaci¨®n del importante libro.
Claudio S¨¢nchez Albornoz, don Claudio por antonomasia para todos aqu¨ª, espa?oles y argentinos, est¨¢ con su ¨²ltimo libro, La Espa?a cristiana de los siglos VIII al XI (el reino astur-leon¨¦s), como ?el padre a quien le ha nacido un ni?o y est¨¢ acarici¨¢ndole?, seg¨²n su propia expresi¨®n. ?Es mi obra predilecta?.S¨®lo tiene un ejemplar, que ha recibido por valija diplom¨¢tica hace unos d¨ªas y mantiene cuidadosamente envuelto en papel de estraza en su mesa de trabajo, atestada de libros, papeles, revistas procedentes de Espa?a, todav¨ªa con la faja de papel sin romper; cartas y recibos. Lo desenvuelve y nos lo muestra, pasando las hojas con cuidado, deteni¨¦ndose en cada ilustraci¨®n. ?Los editores Espasa-Calpe han tirado la casa por la ventana: el libro est¨¢ divinamente impreso, se han gastado una fortuna?.
El libro es una s¨ªntesis de los estudios de toda la vida de S¨¢nchez Albornoz sobre el reino astur-leon¨¦s. El mismo don Ram¨®n le llam¨® un d¨ªa, en 1921, para darte cuenta de un concurso que tenia como tema Historia del reino de Asturias y de sus instituciones, cuyo ganador recibir¨ªa el Premio Nacional Covadonga, y le inst¨® a intentar el esfuerzo.
?Le dije?, recuerda don Claudio, ?que acababa de casarme y estaba todav¨ªa de luna de miel. Me contest¨® que cuando ¨¦l se cas¨® hizo la ruta del Cid en su viaje de bodas; as¨ª que me puse a trabajar, recorriendo archivos del noroeste de Espa?a y de Madrid?.
Trabaj¨® intensamente, recogiendo infinidad de documentos y arregl¨¢ndoselas para suplir la penuria de documentos, caracter¨ªstica de los oscuros siglos de la primera Monarqu¨ªa de la Reconquista, con una extensa consideraci¨®n de cada problema, m¨¢s all¨¢ de su estricto campo de estudio, encuadrando las instituciones del reino astur (718-910) sobre tres puntos de apoyo: en lo que fueron las instituciones semejantes de la anterior ¨¦poca visigoda, en lo que fueron ellas despu¨¦s, durante el reino de Le¨®n (910-1037), y, en tercer lugar, en lo que eran las instituciones coet¨¢neas al norte del Pirineo..
Don Claudio nos muestra, en cuadernados en rojo, los cinco tomos que present¨® al jurado y merecieron el Premio Covadonga. ?Eran 25.000 pesetas de aquella ¨¦poca. Le estoy hablando a usted de 1922, cuando un ministro ganaba 2.000 pesetas al mes?.
La obra no se public¨® entonces porque su autor pensaba que quedaba mucho por estudiar y ha empleado buena parte de su vida en ir rehaciendo la obra juvenil.
Ese fue, pues, el comienzo de La Espa?a cristiana de los siglos VIII al XI, un formidable estudio de la sociedad, la econom¨ªa, el Gobierno, la cultura y la vida del reino astur-leon¨¦s.
?Este es mi hijo m¨¢s dilecto?, dice don Claudio. ?Aqu¨ª est¨¢ mi vida. Imag¨ªnese el gran valor sentimental que tiene para m¨ª. Una parte del libro estaba ya publicada y yo se la envi¨¦ a los editores, pero suprimiendo las notas. La parte in¨¦dita la he ido elaborando estos ¨²ltimos tiempos sobre mis viejos manuscritos; han hecho una obra colosal. Me he quedado estupefacto. Eso s¨ª, me gustar¨ªa que me mandaran m¨¢s ejemplares?.
Don Claudio pide que nos sirvan co?¨¢ espa?ol, que alguien, le ha regalado. ?Ans¨®n me trae siempre yemas de San Leandro?.
Nos habla lenta, morosamente, de su vida y sus recuerdos, de su exilio pol¨ªtico, de su viaje a Cuba en 1936, de su llegada a Buenos Aires -de la que se cumplir¨¢n cuarenta a?os el pr¨®ximo 3 de diciembre-, de las tres veces que estuvo al borde de la muerte, v¨ªctima de otros tantos derrames cerebrales, de su paso por la pol¨ªtica.
En 1925, en plena juventud, fue elegido acad¨¦mico de la Historia. Hab¨ªa fundado en 1924 el Anuario de historia del Derecho espa?ol.
Al final de su Espa?a cristiana de los siglos VIII al XI se incluyen las estampas de la vida en Le¨®n hace mil a?os, su discurso de ingreso en la Academia, una construcci¨®n hist¨®rica que combina la m¨¢s s¨®lida erudici¨®n con la amenidad y la belleza literaria.
?Estoy muy viejo?, dice mirando al cielo raso con sus ojillos diminutos, incre¨ªblemente vivaces. ?Tengo dos cosas firmes a¨²n, quiz¨¢ la ¨²nicas: la cabeza y el coraz¨®n, por lo que todav¨ªa me costar¨¢ morirme que es lo ¨²nico que puede hacer uno a estas alturas?.
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