Era sin h¨¦roes

Los h¨¦roes de las pel¨ªculas no son ya aquellos victoriosos caballeros que se manten¨ªan frente al enemigo disparando sin caer y conquistando al tiempo el amor de la muchacha con una simple mirada de atenci¨®n. Ahora el cine quiere parecerse a la vida y, por tanto, aquellos legendarios y mentirosos superhombres han dado paso a una serie de personajes m¨¢s complejos, m¨¢s verdaderos, antiheroicos. Es el caso de este profesor de literatura que Fernando M¨¦ndez-Leite ha elegido como protagonista de su primer largometraje. Ya el propio t¨ªtulo de la pel¨ªcula, El hombre de moda, revela una cierta iron¨ªa desmitificadora de este hombre contradictorio, cobarde, l¨²cido en su oficio, inmaduro en vida privada y, en definitiva, tan inveros¨ªmil como bastantes de nuestros personajes cotidianos.Las relaciones del profesor con sus mujeres, cada una de ellas dependiente de una situaci¨®n vital distinta, pero todas carentes tambi¨¦n de una aut¨¦ntica libertad, forman una panor¨¢mica sobre algunos aspectos de nuestro tiempo, pero sin pretensiones denunciadoras ni generalizadoras. El hombre de moda es, por el contrario, una pel¨ªcula que quiere ser modesta, sin alardes, como cumpliendo una necesidad ¨ªntima de reflejar el me dio ambiente. Y, como en la vida diaria, sus personajes hablan y hablan (es una pel¨ªcula donde las im¨¢genes no descubren perspectivas nuevas, pero s¨ª ilustran con sensibilidad los numerosos parlamentos de estos antih¨¦roes), hablan necesitando explicarse, pero hablan, l¨®gicamente, con torpeza, como seguramente hablamos todos cuando queremos definirnos s¨®lo en frases. Y el tiempo se les pasa hablando sin que lleguen a cambiar sus vidas, sin que ninguno supere la monoton¨ªa de la autocompasi¨®n.

La sencillez de M¨¦ndez-Leite es, sin duda, su principal virtud. Su pel¨ªcula tiene una sutil capacidad de sorpresa porque no responde a un g¨¦nero determinado ni repite f¨®rmulasVa conocidas. Resulta casi siempre inesperado el desarrollo de la acci¨®n, aunque sea ¨¦sta una acci¨®n soterrada, que el espectador rebusca, participando en ese juego ¨ªntimo de los personajes, encarnados con inteligencia por un buen n¨²mero de excelentes actores, entre los que quiz¨¢ no sea el mejor Xabier Elorriaga, el protagonista, pero al que no puede reproch¨¢rsele tampoco falta de sinceridad en su trabajo. Habr¨ªa que pensarse si lo que irrita es el actor o lo que puede tener de representativo.

Como M¨¦ndez-Leite ha querido huir de esa ?brillantez? tan de moda en alg¨²n cine espa?ol, su pel¨ªcula es un conjunto de apuntes, de reflexiones r¨¢pidas, que al final dejan un poco perplejo, dudoso, pero con ganas de conocer la siguiente obra de este director.