El dinero del teatro
EL TEATRO es un medio cultural muy empobrecido; tanto, que depende de los Estados su simple supervivenc?a en la forma en que hasta ahora lo hemos conocido. Vivimos en una era de envases: en la cultura, el precio del envase y el sistema de comunicaci¨®n se ha encarecido de tal forma que su materia prima -el valor del pensamiento, de la transmisi¨®n de valores e informaciones- es ¨ªnfimo com parado con sus gastos industriales. En el teatro, como en el cine o en la televisi¨®n, esta forma es irracional de una manera exagerada. Se entiende que el encarecimiento del envase y los medios de comunicaci¨®n del teatro obedecen a la idea de hacerlo llegar,a una audiencia cada vez mayor; en la pr¨¢ctica, el resultado es inverso. El p'recio.se carga sobre el ptiblico: las entradas son caras -y aun asi, no remunerativas-, lo cual reduce cada vez m¨¢s la clase social que puede tener acceso a las salas. Con m¨¢s frecuencia se reduce la intenci¨®n del espect¨¢culo -la calidad de la obra, la est¨¦tica del envase y la direcci¨®n de la propaganda- hacia el p¨²blico formado por esa clase. Las empresas se obligan a un esfuerzo mayor para responder a la elite; muchas veces se deforma el sentido cultural del teatro por esa obligaci¨®n de comerc¨ªal¨ªdad. El dinero del Estado, al que se acude cada vez m¨¢s, es poco: cualquier programa de televisi¨®n de los que no parecen responder a nada cultural, ni informativo, ni siquiera pol¨ªtico, cuesta mucho mas que el dinero que se aa como subvenci¨®n a una obra teatral de inter¨¦s y calidad. Aun as¨ª, se arroja muchas veces en forma de limosna o de caridad con la cultura, que es muchas veces el sentido que el ministerio del ramo da a su labor (no por culpa de sus funcionarios, generalmente bien informados y bien dispuestos, sino por la pol¨ªtica general). Adem¨¢s, esas subvenciones tienen tambi¨¦n un intento pol¨ªtico de direcci¨®n del teatro: las obras o las compa?¨ªas favorecidas son aquellas que presentan el plan cultural que probablemente no saldr¨ªa directamente de la inspiraci¨®n de sus responsables; es m¨¢s bien una programaci¨®n para que guste a quienes finalmente han de firmar la ayuda, que tienen adem¨¢s el deseo de librarse de cr¨ªticas o acusaciones de personas de influencia. Aparte de ello, ni su buen gusto, ni su conocimiento del arte dram¨¢tico, ni su perspicacia para servir los intereses populares est¨¢n acreditados: m¨¢s bien al contrario.
La enorme pobreza del medio, lo min¨²sculo de ayudas y subvenciones, la reducci¨®n selectiva del p¨²blico crean en la clase teatral una ansiedad que muchas veces termina en acusaciones mutuas, en denuncias de favoritismo por razones extrateatrales, en peque?as o grandes ri?as. El ambiente se ha enrarecido. Las acusaciones se hacen ahora, principalmente, contra los teatros nacionales o Centros Dram¨¢ticos. Porque el Estado es, al mismo tiempo, empresario y distribuidor de ayudas para otros empresarios. El Centro Dram¨¢tico ha tenido que hacer p¨²blicas sus cifras reales para salir al paso de una campa?a en la que estaban presentes, directa o indirectamente, los otros intereses del teatro privado o de personas que optan a ser los distribuidores de los fondos. Son, finalmente, exiguas. Est¨¢n a su vez dedicadas a un teatro en el que a veces predomina el envase, pero en el que hasta ahora ha habido una sincera intenci¨®n de transmisi¨®n de cultura, y ha operado sobre una cantidad de p¨²blico abundante. Quiz¨¢ menos del que podr¨ªa alcanzar tal vez en un ¨¢mbito geogr¨¢fico m¨¢s reducido del que ser¨ªa preciso. Pero es una base que necesita un desarrollo amplio.
Las cr¨ªticas econ¨®micas y las cr¨ªticas pol¨ªticas que ha sufrido el Centro Dram¨¢tico, especialmente en la etapa de su fundaci¨®n, pero espec¨ªficamente -por el sector de donde proceden- en esta etapa, tienden m¨¢s a su destrucci¨®n que a su mejora y ampliaci¨®n. Probablemente no es indiferente el hecho de que el primer Centro Dram¨¢tico se abriera con una obra de Alberti y que en ¨¦ste se est¨¦n dando actualmente obras de Aza?a y Garc¨ªa Lorca; los que tienen sensibilidad para este tipo de pensamiento y de autores en un sentido negativoquiz¨¢ est¨¦n utilizando una manipulaci¨®n de cifras para no declarar la fuente m¨¢s profunda de su irritaci¨®n.
Todo el gran tema del dinero en el teatro o para el teatro est¨¢, efectivamente, sin resolver: ni las cantidades que quedan para esa atenci¨®n en los presupuestos, ni la forma de distribuirla o la calidad de las personas que hab¨ªan de distribuirla, ni la misi¨®n de los teatros nacionales, cuya principal ventaja, hasta ahora, es que en su fundaci¨®n se consigui¨® una autonom¨ªa real en favor de la direcci¨®n profesional y que esa autonom¨ªa la han continuado quienes los dirigen en la actualidad. Lo que interesa al arte dram¨¢tico no es la destrucci¨®n de lo que se ha conseguido, sino su mejora, su perfeccionamiento, su mayor seguridad.
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