Pablo Castellano
A Pablo Castellano lo he visto siempre, por tabernones madrile?os y entrecajas de las Cortes, como el golfo l¨²cido y l¨²dico del socialismo oficial, en panda con esos otros marginales que, seg¨²n Edgar Morin, se dan incluso en los reba?os de monos m¨¢s inteligentes: hay una minor¨ªa aparte y cualitativa que se va a la orilla del r¨ªo y no sigue para nada los ritos y ritmos de la tribu. Si el socialista sale del hombre y el hombre sale del mono, no cabe duda de que sale de uno de esos monos orilleros y pasad¨ªsimos. O sea, Pablo Castellano.Esta izquierda socialista y tautol¨®gica que ahora se acuartela dentro del socialismo oficial. son algo as¨ª como los presocr¨¢ticos de Felipe, como los prerrafaelistas de la socialdemocracia. Si G¨®mez-Llorente es una especie de S¨®crates con pipa, Pablo Castellano est¨¢ todav¨ªa m¨¢s cerca de Her¨¢clito, ba?¨¢ndose ambos dos veces en el mismo r¨ªo de que he hablado antes.
Es bueno que el socialismo espa?ol, tan mimado por las socialdemocracias europeas estos d¨ªas y tan minado por el enrolle uced¨¦, cuente con un arsenal ideol¨®gico, a la izquierda seg¨²n se entra, del que echar mano cuando en el huerto de la Moncloa ya no crezca hierba, despu¨¦s de haber pasado el caballo de Atila / Reagan, que es un caballo de western sin Oscar. Si a este Ronald, muchacho excelente, le hubieran dado un Oscar a tiempo, en lugar de d¨¢rselos siempre a la compacta Jane Fonda, Am¨¦rica y el mundo nos habr¨ªamos evitado muchos dolores de cabeza at¨®mica. Uno s¨®lo triunfa en la pol¨ªtica despu¨¦s de haber fracasado en lo suyo. La uced¨¦, por ejemplo, es un partido de locutores frustrados, y el PSOE es un partido de rojos reprimidos. Pablo Castellano, Alonso Puerta y G¨®mez-Llorente son el trisagio que reza todas las noches don Pablo Iglesias.
Con Alonso Puerta estuve una vez que mont¨¦ un coloquio en el ?yuntamiento, y me pareci¨® que ten¨ªa marcha. G¨®mez-Llorente tiene algo de laborista ingl¨¦s impecable, pero irreductible. En cuanto a Pablo Castellano, que siempre tiene al lado el silencio que le escucha en forma de mujer, o una mujer en actitud de silencio, es nada menos que el eslab¨®n perdido entre el sector cr¨ªtico y el sector travieso del PSOE, entre el tip¨®grafo se?or Pablo y el abogado don Felipe Gonz¨¢lez. Del mismo modo que a Su¨¢rez, a Felipe empieza a incendi¨¢sele el castillo por el ala izquierda. Los pecheros se encastillan en el ala izquierda, siempre, ya sean barones o chimpanc¨¦s. O chimpanc¨¦s que quieren llegar a barones. Si prefieren ustedes una imagen mar¨ªtima, ahora que hemos vivido en La Coru?a un episodio de Salgari (estar¨¢ juguetona la joven nueva derecha que propugna la aventura como alternativa a la revoluci¨®n y Salgari como alternativa a Pablo Iglesias), si prefieren una marina al ¨®leo, digo, consideremos que, cuando el capit¨¢n se va a babor, siempre hay una conspiraci¨®ri a estribor. Si no, se hundir¨ªa el barco .Panblo Castellano, con su pelo peinado con peine de pensi¨®n barata, con su barba y su bigote como de repatriado siempre desde otro barrio de Madrid, con su corbata floja de oficinasta cansado y su chaqueta a cuadros, de un pr¨ªncipe de Gales muy lampasado ya de serial televisivo y de tabernas, es la izquierda de la izquierda de su partido, y tiene una cosa quinqui y esquinera de tuberculoso de la pol¨ªtica, que es lo que le hace l¨²cidamente af¨ªn al personal, a la calle, a la vida. Es nada menos que la conciencia socialista del socialismo. No necesita morder, como Alfonso Guerra. Le basta con largar.
Tiene Pablo, curiosamente, la condici¨®n solitaria de Paco Ordo?ez, el baronet / cimarr¨®n, el hombre fronterizo, el no mans land de uced¨¦. Est¨¢ Pablo entre lo paulino y lo clochard, entre el poeta y el profeta de una filosof¨ªa. Es el grano de mostaza de que hablaba Cristo. Si Felipe es el que mejor descorcha a nivel diplom¨¢tico, Pabin que mejor bebe a nivel democr¨¢tico. Pero esa chaqueta, Pablo, habr¨ªa que darle la vuelta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.