Contrarr¨¦plica
La contrarr¨¦plica de S¨¢nchez Ferlosio (?Por alusiones?, en EL PAIS del pasado d¨ªa 14) a Jos¨¦ Mar¨ªa Prada deslumbra en una primera lectura por la brillantez y exube.rancia de su estilo; pero luego defrauda si se la somete a un m¨¢s riguroso an¨¢lisis dial¨¦ctico. S¨¢nchez Ferlosio termina enredado en la misma picota que con tanto ardor destinaba para Jos¨¦ Mar¨ªa Prada y para todos los cat¨®licos, pues, en todo rriomento, da por supuesto que todo cat¨®lico tiene que reaccioriar ante su escrito como su contrincante.Aunque adornada con espl¨¦ndidas galas literarias, su dial¨¦ctica se reduce a la consabida del ??qui¨¦n eres t¨² para atreverte a contradecirme??. Es decir, no se baja a razones para probar la verdad de sus asertos, sino que quema toda su p¨®lvora en desacreditar la condici¨®n de cat¨®lico de su oponente.
S¨¢nchez Ferlosio tiene una peculiar y caricaturesca opini¨®n de lo que han de ser los cat¨®licos: ?agachados, violentados, doblegados, comprimidos? por el peso ?aplastante? de la ?instituci¨®n m¨¢s autoritaria de la humanidad?. As¨ª resulta f¨¢cil el contraataque. En realidad, muchos palos de ciego. Ceguedad absoluta para atisbar el m¨¢s m¨ªnimo pluralismo cat¨®lico: todos tienen que estar cortados a la medida de su patr¨®n y ajustarse a su lecho de Procusto. Recuerdo que tambi¨¦n los nazis y tantos antisemitas -Incluidos cat¨®licos de otras ¨¦pocas- sab¨ªan perfectamente c¨®mo ten¨ªa que ser necesariamente todojud¨ªo.
Por otra parte, sus escandalosas cuestiones sobre la historia del cristianismo no son ?falsedades?, son cuestiones. S¨ª es falsedad que est¨¢n prohibidas (?enorme prohibici¨®n?, dice) a los cat¨®licos. Historiadores, cat¨®licos y no cat¨®licos, se han planteado esas mismas cuestiones, y otras semejantes y acaso m¨¢s escandalosas, mucho antes de que S¨¢nchez Ferlosio descubriera este Mediterr¨¢neo romano. Cat¨®licos de todos los tiempos han criticado los abusos de poder de las autoridades eclesi¨¢sticas y la tentaci¨®n de confundirse con el Pr¨ªncipe de este Mundo. Es m¨¢s, la misma Iglesia cat¨®lica, tan intransigente, no ha dudado en canonizar a algunos de esos cristianos que en su tiempo realizaron una abierta cr¨ªtica de tales abusos.
Si los cat¨®licos tienen necesariamente que caracterizarse, como pontifica S¨¢nchez Ferlosio, por esa su ?permanente susceptibilidad y crispaci¨®n?, su art¨ªculo viene aser una ferviente profesi¨®n de ?ese catolicismo? de la crispaci¨®n y la intolerancia. /
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